Somos los adultos más cercanos a los niños y niñas, ya seamos sus padres o los abuelos o tíos, sus máximos referentes. Los expertos se hartan en recalcar que el aprendizaje más efectivo en la infancia se produce por “espejo”: mirando cómo se comportan los mayores. Por eso, no hay manera más efectiva de enseñar hábitos positivos a nuestros hijos e hijas, nietos y nietas, que dando ejemplo.
Puede que pienses que esto de dar ejemplo es una gran responsabilidad, que puede llegar a agotar en un momento dado por la “tensión” que supone no querer fallar delante de los peques ni dar malos ejemplos. Recuerda que nadie es perfecto, así que conviene no obsesionarse con ello, que no es lo mismo que tirar la toalla.
Enseñar hábitos para toda la vida es más sencillo desde una posición equilibrada, con naturalidad, aprovechando situaciones cotidianas que la vida nos pone delante.
Siete hábitos positivos para toda la vida
A continuación, compartimos algunos de esos hábitos que podemos inculcar a nuestros hijos e hijas desde pequeños. Hábitos que les valdrán, en positivo, para toda su vida:
- Respeto y empatía: a sí mismo en primer lugar, por supuesto, pero sobre todo con los demás. El autocuidado del que tanto se habla, con razón, en la actualidad, es necesario, pero también es recomendable regar la maceta del cuidado y el respeto a los demás.
- Hábitos alimentarios: si tu hijo o hija incluye una pieza de fruta en la merienda y el desayuno desde niño o niña, tendrá mucho ganado para toda la vida a nivel alimentario. Los abuelos te dirán que tú desayunabas leche con galletas y que no te ha pasado nada, pero la evidencia científica nos ha demostrado el tremendo impacto de los hábitos alimentarios en la salud. Y lo mismo pasa con el consumo de verduras, el yogur natural en vez del de sabores, comer con agua y no con refrescos, y tantos otros pequeños hábitos que puedes inculcarles.

- Actividad física: es un pilar junto a la dieta y el descanso para una vida saludable, así que es un hábito que podemos enseñarles desde bien pequeños. Y no solo con extraescolares; basta con darse paseos familiares, montar en bici todos juntos o pasar muchas horas en el parque. No todo tiene que ser a través de extraescolares. Es más, es recomendable que no lo sea hasta los cinco o seis años aproximadamente.
- La lectura: poco hay que decir de este maravilloso hábito que es una puerta al conocimiento y a la curiosidad, esencial en la formación como seres humanos reflexivos que somos. Cuanto antes les transmitamos nuestra pasión por la lectura, más opciones habrá de que ellos y ellas también la desarrollen.
- Responsabilidad: este es un hábito que entronca con el fomento de la autonomía personal. Si les damos opciones a expresarse y a decidir, siempre en contextos y cosas adecuadas para su edad, estaremos potenciando su sentido de la responsabilidad también. Por ejemplo, que elijan su calzado o ropa en un día determinado y asuman las consecuencias de dicha elección. O que participen en tareas del hogar poco a poco a medida que crecen. Hay mil ejemplos para fomentar este hábito.
- La higiene personal: la limpieza e higiene personal no es un hábito decisivo en la felicidad, pero sí en la salud, y e también otra manera de fomentar su autonomía y sentido de la responsabilidad. El simple hecho de que tengan en la cabeza que lavarse los dientes es bueno para la salud de su boca ya es un hábito con impacto potencial a lo largo de toda la vida.

- Poner límites: podríamos poner como último hábito para toda la vida que les enseñemos a disfrutar, a no dejar pasar aquellos trenes que quieren coger, pero esto también tiene que ver con algo todavía más importante en nuestra opinión, poner límites. Ellos y ellas tienen que saber hacerse valer y tienen que ser capaces de poner límites ante un abuso de manera respetuosa pero clara, con asertividad, y este es un hábito que podemos enseñarles desde pequeños.