¿Guardamos todos los trabajos escolares de nuestros hijos o no?

Razones hay para ambas decisiones y es un tema que cada familia enfoca como puede dentro de sus posibilidades y sus deseos pero ¿qué harías tú o qué vas a hacer cuando se empiecen a acumular y haya que tomar medidas?
El mejor método para guardar los trabajos del colegio de tus hijos

A ver, seamos sinceras, no les podemos querer más eso es así, pero también es cierto que desde que empiezan en la escuela infantil y hasta que terminan el bachillerato o lo que quieran hacer, es una romería lo de los trabajos infantiles que vienen del cole a casa. Un no parar.

A veces salen de casa, van al cole y vuelven a casa de nuevo una vez que se ha valorado el esfuerzo del niño o la niña y la inconmensurable aportación de la madre o el padre, que esa es otra. Quien haya tenido que “ayudar” a sus hijos con el sistema solar o con el mapa de las provincias y sus luces y sus cables, sabe a qué me refiero con lo de “ayuda”.

¿Qué hacer en ese momento en el que no caben en una carpeta o en dos o en una caja, un cajón o el armario del pasillo? ¿Qué decisión tomar?

Si es que sí…

Si piensas que merece la pena guardarlo absolutamente todo ¡adelante! pero organizado por lo menos, que no le dé un chungo a Marie Kondo si un día abre ese armario.

Hay quien le hace fotos a los trabajos y los ordena en una carpeta en la nube con el nombre de sus hijos, es una forma de tenerlos al menos en espíritu y poderlos ver y recordar cuando se desee.

Hay quien lo va dejando en la librería, en esa estantería del comedor y al final no se conservan como merecen porque son trabajos que a pesar de que en muchas ocasiones no son especialmente bonitos ni están bien hechos, siempre nos sacan una sonrisa de ternura, están cargados de cariño.

Claro si guardas su primer chupete o sus primeros zapatos ¿cómo no guardar ese garabato que hizo en clase con tres años donde se supone que dibujaba a su familia? Es lógico.

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También es verdad que todos juntos permiten recordar como fueron creciendo nuestros hijos, desde su más tierna infancia. Como crecían y como cambiaba su forma de ver el mundo, a su familia y a sí mismos. Es curioso y de nuevo muy tierno.

Y de mayores seguro que les gusta reconocerse en esos trabajos del cole de su más tierna infancia. Si ahora son adolescentes no les preguntes porque es muy probable que te animen a tirarlo todo, en la adolescencia lo del pasado y el futuro les queda, en general, demasiado lejos.

Y puestos a soñar ¿quién nos dice que esos garabatos infantiles no eran la obra primigenia de un Van Gogh o una Maruja Mallo en ciernes? Seguro que si es así te encantará haberlos guardado.

Si es que no…

Pues porque no hay sitio en casa, no se puede guardar nada más y no es que le quieras menos es que no hay espacio. La opción de hacerles fotos y subirlas a la nube con una carpeta con su nombre y su edad es la única opción para romper los originales porque no hay ni un pequeño hueco donde guardarlos.

¿De verdad estás cien por cien convencida o convencido de que en algún momento va alguien a querer volver a ver esos dibujos, collages, marcos de fotos o cajas de besos? En tu interior sabes que lo más probable es que nunca nadie los eche de menos.

Quizás tus hijos tengan un vínculo emocional mayor con un juguete de su infancia que con el trabajo que les mandó hacer el profesor que peor les caía. Quizás haya que darle una pensada a qué guardamos, quién lo guarda y por qué.

Niña pintando (Foto: iStock)

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