Hablar de “familia reconstituida” es hablar de una familia en la que por lo menos uno de los dos miembros de la pareja aporta hijos de una relación anterior. Aunque no es imprescindible que esos hijos convivan en la familia, pueden hacerlo con el otro progenitor de manera habitual.
Este tipo de familias no deja de crecer en nuestro país, se estima que en España hay ya en torno al medio millón de familias reconstituidas y según los datos del Instituto Nacional de Estadística, estamos hablando de un 14% de las familias españolas las que pueden considerarse “familias reconstituidas”.
Es verdad que si hacemos memoria, la realidad de la familia reconstituida ha existido siempre, el punto novedoso está en que ha sido en los últimos años cuando se ha planteado la necesidad de romper con las reglas de funcionamiento de la familia tradicional y afrontar sus propios desafíos, unos desafíos que tienen que rehacer la estructura, las normas y los modos de relacionarse de la familia tradicional.
Es importante y muy conveniente conocer y atender las necesidades específicas de las familias reconstituidas y los problemas que deben superar.
¿Qué desafíos afrontan las familias reconstituidas?
El nombre
Para empezar, la forma de llamarlas.
No todas las personas que conviven en esta tipología de familias están de acuerdo con que se las denomine “familias reconstituidas” como si hubieran tenido que ser arregladas, como si necesitaran ser arregladas. Como tampoco gusta el concepto de "madrastra" o "padrastro" para los miembros adultos de esta tipología de familias.
Los vínculos
Los vínculos en esta tipología de familias son más grandes, más flexibles y necesitan de distintos planteamientos a los que se desarrollan dentro de la familia tradicional.
La duplicidad de hogares, las nuevas figuras adultas con las que se relacionan los niños, dan lugar a nuevas relaciones familiares que hay que definir.
La convivencia
Que cada uno de los miembros de estas familias tenga claro su espacio y su rol dentro de las mismas es clave a la hora de mantener una convivencia constructiva y positiva para todos.
Es importante definir las funciones de los miembros de la familia de manera flexible y dialogante, como lo es fomentar una parentalidad cooperativa entre los adultos, por lo que es prioritario tener claros los roles de las parejas de los progenitores respecto a los hijos y las hijas de uno y otro.
Es fundamental para la convivencia conseguir evitar que se produzcan dos contextos educativos y normativos dispares y por supuesto, hay que ayudar a la construcción de la relación de los hijos e hijas con la nueva pareja del padre o la madre de estos.
Los prejuicios
Es sin duda otro de los problemas que tienen que superar los miembros de este tipo de familias, sobre todo los miembros de la pareja, los adultos y en mayor medida las mujeres sean ellas las que aporten los hijos a esta nueva relación o aunque no lo sean.
Se viven situaciones en las que se aplaude que el hombre acepte al hijo de su pareja mientras que se le echa en cara a la mujer que quiera suplantar a la madre biológica, si el hijo lo aporta el hombre.
La Unión de Asociaciones Familiares, una ONG que aglutina a una veintena de asociaciones familiares españolas, tiene en funcionamiento un Servicio de Atención a Familias Reconstituidas en las que se asesora y se impulsa la transformación de la sociedad para avanzar en derechos para todos y mejorar la vida en la familia.
En muchas de las asesorías que realizan con las familias que llaman a su puerta, se enfoca en que los miembros de estas familias trabajen los vínculos que mantienen a la pareja, ya que los numerosos elementos de estrés a los que se tienen que enfrentar con excesiva frecuencia y en distintos frentes, provoca muchas más rupturas de las que se sufren en las familias más tradicionales.

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