Por qué a los niños de tres años no les gusta que les metan prisa ni les digan lo que tienen que hacer, según Álvaro Bilbao

Álvaro Bilbao, neuropsicólogo y autor de El cerebro del niño explicado a los padres, explica que a los niños de 3 años no les gusta que les digan lo que tienen que hacer debido a varias razones relacionadas con su desarrollo cognitivo y emocional.
Un niño llora porque le dice algo su padre
"Jugar es su pasión". Según Álvaro Bilbao, su necesidad de autonomía y su inmadurez emocional hacen que cambiar de actividad pueda ser un auténtico reto (Midjourney - RG). - Un niño llora porque le dice algo su padre

El acompañamiento y crianza de un niño o niña de 3 años implica lidiar con enfados, tensión, desesperación, frustración y con muchas emociones negativas más. Están en una etapa de máximo interés por su necesidad de explorar, de autonomía —ansían tomar sus propias decisiones— y muy baja tolerancia a la citada frustración. Por eso, una instrucción directa como “haz esto”, una orden a rajatabla, puede chocar frontalmente con estas necesidades propias de la edad, del desarrollo infantil en torno a los tres años. Especialmente si la orden implica que dejen de hacer según qué cosas: las enumera y explica Álvaro Bilbao.

Según el neuropsicólogo Álvaro Bilbao, a los 3 años, los niños y niñas pueden no obedecer porque están completamente absortos en explorar o terminar una tarea que les hace sentir autónomos, están aprendiendo a tomar decisiones o están probando qué ocurre cuando no hacen caso.

Esto forma parte del proceso natural en el que empiezan a desenvolverse en el mundo sin estar tan pegados a mamá y papá. Y es esencial que los adultos lo entiendan para ser más efectivos y exitosos a la hora de gestionar el día a día de la crianza alrededor de los 3 años. Y es que es esencial fomentar la autonomía de los hijos e hijas desde pequeños.

Un niño se queja ante su padre
La necesidad de exploración y autonomía está disparada a los 3 años (Midjourney - RG)

La “habituación”: el exceso de órdenes

En paralelo, Álvaro Bilbao explica que otra razón por la que a los niños y niñas de 3 años no les gusta lo que tienen que hacer es el exceso de mandatos, de órdenes de sus adultos de referencia.

El neuropsicólogo advierte que cuando el cerebro de un niño o niña escucha durante el día decenas de instrucciones, una detrás de otra, sin respetar sus tiempos de descanso o juego, puede ocurrir lo que se conoce como “habituación”: su cerebro se vuelve insensible a nuestras palabras y peticiones.

“Cuando el cerebro de un niño escucha durante el día decenas de instrucciones una detrás de otra y no se respetan sus tiempos de descanso o juego su cerebro puede volverse insensible a nuestras palabras y peticiones”, explica Álvaro Bilbao. Esto no quiere decir que dejen de responder por un acto de rebeldía, sino que se trata de un mecanismo de desconexión.

Y algo muy parecido ocurre con las prisas, otra de las cosas que odian los niños y niñas de 3 años, sobre todo si están inmersos en alguna tarea de su interés. De hecho, si están jugando, el propio Álvaro Bilbao recomienda no interrumpirles. “A nadie le gusta que le metan prisa pero con 3 años menos todavía. Tienen mucho interés en hacer las cosas despacio, por ellos mismos y no les gusta nada las prisas”, dice al respecto Álvaro Bilbao.

Un niño con gesto contrariado
Álvaro Bilbao explica por qué a los niños y niñas pequeños no les gusta que les digan lo que tienen que hacer (Midjourney - RG)

Otras cosas que no les gustan a los niños de tres años

Las prisas y que les digan lo que tienen que hacer no es lo único que no soportan los niños y niñas de 3 años. Según Álvaro Bilbao, hay alguna cuestión cotidiana más que los adultos deben tener en cuenta a la hora de elegir cómo tratarla.

Una de las situaciones cotidianas que pueden convertirse en un conflicto a esta edad, no por mala conducta, sino porque su desarrollo aún no les permite gestionarlas bien, es que les presionen para comer. “Cuando son pequeños comen cualquier cosa, pero alrededor de los 3 años los niños y niñas comienzan a desarrollar los gustos y preferencias alimenticias y se vuelven muy selectivos”, apunta Álvaro Bilbao.

Por supuesto, tampoco les gusta que les digan que tienen que dejar de jugar. El neuropsicólogo explica por qué: “Les cuesta pasar de una tarea a otra y jugar es su pasión. Por eso da igual que estén jugando en la alfombra, en el parque o en la bañera; pedirles que dejen de jugar suele acabar en tragedia”, señala Bilbao.

Y también hay dos acciones relacionadas con la noche y el despertar respectivamente que a los peques de 3 años hay que decirles con tacto porque suelen provocar rechazo en ellos: irse a dormir y quedarse en la cama.

Sobre la primera, Álvaro Bilbao explica que “con 3 años la vida va de exprimir al máximo el tiempo para aprender, jugar y estar todo el tiempo posible con papá y mamá”. Y sobre la segunda, el experto en el cerebro de los niños y niñas recuerda que “con 3 años son pequeños para sentirse calmados si no hay un adulto a su lado”.

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