La hepatitis consiste en una inflamación del hígado secundaria a la respuesta inmunológica frente a una agresión, bien medicamentosa, autoinmune o lo que es más frecuente, vírica. La gravedad de la infección es variable y puede presentarse de muchas formas, desde las más leves y casi asintomáticas hasta las más graves que pueden provocar un fallo hepático agudo con elevado riesgo de fallecimiento.

Las principales causas son:
- Tóxicas: daño de las células hepáticas secundario a ingesta de determinados medicamentos en dosis tóxicas (principalmente el paracetamol) o exceso de alcohol.
- Autoinmunes: reacción del propio sistema inmune del niño frente a las células hepáticas con el consiguiente daño. Menos frecuente.
- Infecciosas: es la causa más frecuente de todas y son múltiples los virus que lo causan. El virus de la hepatitis A, B y C son los más frecuentes de todos, pudiendo progresar a formas crónicas (hepatitis B y hepatitis C). Además, otros virus como el Virus de Epstein-Barr (enfermedad del beso), citomegalovirus, algunos virus herpes o parvovirus B19 pueden causar daño hepático pero que suele resolverse por sí sólo en pocas semanas.
La transmisión de la enfermedad cuando se trata de un origen vírico puede ser de múltiples formas, pero en la edad pediátrica destacamos sobre todo la transmisión vertical o intraparto (contacto de la sangre del feto con la sangre materna) y la transmisión horizontal (contacto con otras personas infectadas a través de lesiones sangrantes en la piel o por compartir objetos contaminados).
Como hemos comentado, vamos desde formas asintomáticas hasta formas fulminantes pero la gran mayoría se caracteriza por pasar tres fases:

- Periodo inicial: cuadro inespecífico infeccioso, con fiebre, malestar general, cansancio, dolor de cabeza y erupción cutánea. Pueden asociarse vómitos, diarrea, náuseas, dolor abdominal y coloración marrón de la orina (por eliminación excesiva de bilirrubina).

- Periodo ictérico: se llama así porque es cuando aparece la coloración amarillenta característica de las hepatitis. Los síntomas inespecíficos desaparecen, pero puede persistir sobre todo el cansancio, la coloración marrón de la orina y las heces pueden ser de color blanco (signo de alarma en los niños).
- Periodo de convalecencia: suelen ser alrededor de dos semanas con desaparición gradual de todos los síntomas.
El diagnóstico de la enfermedad se hará por la exploración clínica (coloración amarillenta, aumento de tamaño del hígado y dolor a la presión) y por los resultados analíticos (elevación de las enzimas hepáticas o transaminasas y elevación de la bilirrubina). Para poder determinar si se trata de una hepatitis de origen infeccioso además se puede hacer una serología vírica y pruebas de detección del virus en sangre.
El tratamiento dependerá de la causa, siendo la más frecuente la infecciosa y por tanto sin necesidad de tratamiento específico. Se administrarán fundamentalmente analgésicos y antiinflamatorios ya que el cuadro se resuelve sólo en unas pocas semanas. Las formas autoinmunes y las tóxicas sí que tendrán un tratamiento específico que determinará el pediatra.