Hoy los niños juegan menos de lo que deberían, según la ciencia, y no es nada bueno

Casi 2.000 niños han participado en un reciente estudio en el que se ha apreciado que en general, echan de menos jugar más y esto perjudica a su salud y a su aprendizaje.
niños con juguetes

El estudio realizado por la Universidad Complutense de Madrid y el Instituto Tecnológico de Producto Infantil y Ocio deja clara una realidad, que los niños y las niñas españolas pasan menos tiempo jugando por culpa de la llegada de las pantallas a sus vidas y sobre todo a su tiempo de ocio. 

Casi 2.000 niños y niñas de entre 5 y 12 años han participado en este estudio y han dejado claro a los investigadores que el uso de dispositivos digitales en las escuelas y fuera de ellas, le ha quitado tiempo al juego lo que perjudica la adquisición de competencias básicas en estas edades.

Niños jugando al aire libre - Pexels

Desde la Universidad de Harvard, demostraron que el juego es imprescindible para construir el cerebro de los niños porque, entre otras cosas, el juego refuerza la salud mental de los niños y es uno de los factores que lo hace tan importante en su desarrollo y su crecimiento. 

Un niño que juega está desarrollando una gran cantidad de procesos cognitivos, mejora sus funciones ejecutivas, su capacidad organizativa, trabaja su memoria, desarrolla su capacidad de atención, aprende lenguaje y razonamiento lógico, trabaja la organización espacial y entrena sus capacidad de resolución de problemas pero al mismo tiempo, desarrolla sus habilidades emocionales.

La Academia Americana de Pediatría delimita cuanto tiempo puede o debe un niño estar frente a una pantalla siempre que el niño haya cumplido los tres años, nunca antes. 

Más horas de juego

Para la Organización Mundial de la Salud, para crecer sanos los niños tienen que pasar menos tiempo sentados y jugar más y sin embargo es algo que justo están haciendo al revés. La OMS recomienda limitar el uso de dispositivos electrónicos en la infancia a una o dos horas al día como máximo y sin embargo, los datos del estudio recientemente presentados, dejan claro que casi un 70% de los menores superan este límite máximo de tiempo. 

Para la psicóloga Silvia Álava, una de las investigadoras que ha participado en la elaboración de este análisis, el desplazamiento del juego por el entorno digital puede estar teniendo ya “graves efectos en el neurodesarrollo del niño, porque deja de hacer cosas” propias de su edad y que son positivas para su desarrollo, el juego “es la manera del menor de explorar el mundo y mientras se practica se realizan muchos procesos cerebrales que no queremos que se pierdan.”

Es fundamental destacar la importancia que tiene el tiempo de ocio y descanso para la salud mental de toda la familia y por supuesto, los menores no iban a ser una excepción a esta realidad. 

Los niños necesitan tener unos hábitos lúdicos saludables y equilibrados para su bienestar y desarrollo integral, sabemos que a mayor actividad al aire libre, menos ansiedad y en la “dieta lúdica” infantil, los investigadores han identificado un “exceso o saturación de juego en dispositivos digitales” por lo que consideran que es preciso introducir otras formas de juego más activas, que puedan desarrollarse de forma individual o a través de juegos para hacer amigos, se pueden buscar ideas para jugar sin parar incluso distintos miembros de la familia porque el beneficio es en conjunto, para todos.

Jugar para aprender

Laura Camas Garrido es profesora en la UCM y también ha sido miembro del equipo de investigación que ha elaborado este informe, ella defiende que el aprendizaje “es inherente al juego” y es por eso por lo que plantea que “es necesario que asumamos la idea de que jugar es valioso y serio, como aprender.”

Como ella misma señala, hay mucho juego en el aprender y mucho aprendizaje en el jugar porque jugar y aprender es explorar y descubrir el mundo que nos rodea, es un proceso que implica motivación, emoción y curiosidad. El juego es un entorno en el que el niño o la niña están dispuestos a cometer errores y a volver a empezar y al mismo tiempo, es una actividad en la que se aprende a empatizar, a resolver conflictos, a solucionar problemas, una situación en la que el menor está disfrutando, se está sorprendiendo, está aprendiendo a identificar sus propias emociones y a gestionarlas poco a poco.

Madre e hijo jugando. - Pexels

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