La exposición a bosques, a parques, a jardines e incluso a entornos naturales cercanos al mar como la playa o la costa, puede mitigar la angustia o la ansiedad. Es por eso que favorecer a nuestros hijos la actividad física al aire libre, disfrutar de los beneficios de montar en bicicleta en familia por el campo o el monte o incluso hacer “plogging”, un plan que cada vez más familias llevan a cabo con sus hijos, nos ofrece oportunidades para relajarse y olvidarse, al menos durante un rato, del estrés habitual con el que convivimos en nuestro día a día, niños, jóvenes y adultos.
La Organización Mundial de la Salud ha publicado los resultados de un informe titulado “Espacios verdes y azules y salud mental”. En ellos deja claro que pasar tiempo en la naturaleza mejora el estado de ánimo, el enfoque vital y la salud mental de niños, adolescentes y adultos y en esa idea de “naturaleza” se incluyen también las zonas urbanas y periurbanas que tengamos más cerca de casa.

Una de las reflexiones que se encuentran en el estudio es que el efecto que tiene la naturaleza sobre el organismo es muy parecido a reconocer que volvemos a casa, reconocer “la sensación de formar parte de algo más grande que nosotros mismos”. La naturaleza es una medicina emocional, como señalan desde la Universidad de Cambridge.
La medicina de la naturaleza
Para Richard Louv, autor del famoso libro “Los últimos niños del bosque” (Ed. Capitán Swing), tenemos que ayudar a los niños a reconstruir esa bidireccional y sana interacción que se producía durante la infancia en el aire libre y los espacios naturales abiertos y conseguir que nuestros hijos conecten con la naturaleza de nuevo.
Porque esta carencia les está provocando, según expone en su libro, trastorno por déficit de atención, aislamiento, obesidad e incluso en algunos casos hasta depresión.
Hay numerosos mecanismos biológicos que resultan beneficiosos al exponer a las personas a los entornos naturales.
Para el neurocientíficos especializado en medio ambiente y profesor asociado de la Universidad de Chicago en Estados Unidos, Marc Berman, una de las posibles explicaciones de estos beneficios está en la llamada “teoría de la restauración de la atención” que dice que exponernos a los entornos naturales nos ayuda a aliviar la fatiga mental al mismo tiempo que consigue mejorar nuestra capacidad para concentrarnos.
En Japón hablan de “Shinrin-Yoku”, un eficaz hábito japonés para que los niños conecten con la naturaleza, los llamados en occidente “baños de bosque” que consisten en caminar lentamente por un bosque y respirar profundamente, al inhalar las sustancias que emanan de la masa vegetal que conforma el bosque, conseguimos reducir la tensión arterial, aliviar los síntomas depresivos y en definitiva, mejorar nuestra salud mental, solo con la ayuda de la medicina de estar en la naturaleza y movernos por ella.

TAMBIÉN LEE: