Ahora que estamos muchos de nosotros con el pañuelo en la mano y la tos insistente en la garganta hemos querido conocer, de mano de tres pediatras infantiles, algo más de los eternos mocos de nuestros hijos e hijas en épocas como esta. Y lo primero en lo que han coincidido las tres es que los mocos no se mueven por nuestro cuerpo, no se bajan de la nariz al pecho como se piensa.
Los mocos siempre han estado ahí, en distintas partes de nuestra anatomía, lo que sí ocurre es que cuando tenemos un catarro, los mocos se vuelven más abundantes.
Tenemos producción mucosa en la boca, en el oído a nivel de la garganta y en los bronquios de forma habitual. Tener moco en el pecho es una fase más del proceso catarral.
“Cierra la boquita que te vas a resfriar y otros mitos absurdos de la crianza” (Ed. Esfera de los Libros) es el título del libro que ha publicado la pediatra Marta Garín en el que explica con más profusión este mito de los mocos y otros tantos relacionados con la salud de nuestros hijos.
Ella señala que la confusión puede venir de que “al principio del proceso (los mocos) se vuelven más abundantes en la nariz” pero porque estamos en un momento determinado del proceso catarral, después es cuando se producen a nivel bronquial y “hacen que al toser tengamos tos productiva” en la que arrancamos mucosidades.
La pediatra infantil Pilar Infante señala que “los mocos son buenos, son buenos a pesar de que puedan llegar a fastidiar a padres y niños”. Y esto es así porque las mucosidades que producimos no dejan de ser mecanismos de defensa de nuestro organismo.
Ella señala que el problema puede aparecer más en lactantes ya que sobrellevan un catarro común de peor forma porque “los mocos no le van a dejar respirar bien y por tanto comerá menos y dormirá peor de lo habitual”.

El cole y los mocos
Para Lucía Galán (Lucía mi pediatra) un niño en edad escolar, de Septiembre a Junio va a tener una media de cinco a seis catarros de las vías altas y “durante estos procesos tendrá fundamentalmente mocos, tos, estornudos, a veces dolor de garganta y fiebre”.
La fiebre en condiciones normales no suele durar más de 3 días, según señala esta pediatra y los mocos estarán dando guerra en torno a los siete días, la tos puede ser la que se alargue incluso a las dos semanas y “esta es la evolución natural de un catarro sin complicaciones” según comenta Lucía mi pediatra.
Un niño expuesto a la flora de la escuela infantil es muy normal que vaya teniendo episodios de mocos desde el mes de septiembre hasta el mes de mayo o junio, y durante esos episodios, lo que está haciendo es desarrollar su propia inmunidad de manera natural.
Qué hacer cuando hay mocos
Las pediatras recomiendan sobre todo mantener la hidratación del paciente y realizar lavados nasales para limpiar los mocos.
En condiciones normales como las descritas anteriormente, las profesionales de la salud infantil recomiendan solo acudir al pediatra si se presentan otros problemas asociados con esos síntomas, como fiebre superior a los 40º o que se extienda a más de tres días o que el niño respire con jadeo o agitación o si presenta un mal estado general entre picos de fiebre y con quejidos.
Los jarabes (mucolíticos, antitusígenos, anticongestivos, anticatarrales) los desaconsejan en cualquier caso, de hecho señalan que los ensayos clínicos que se han llevado a cabo no los recomiendan para niños menores de dos años por sus efectos adversos. Siempre es mejor no medicalizar un proceso que es normal, según señalan las pediatras.
“La medicina actual tiene muchos tratamientos efectivos para las infecciones bacterianas, para las infecciones por hongos e incluso para las infecciones por parásitos pero para los virus, desgraciadamente, no tantos”, comenta Lucía Galán.
Parece que se mantiene la frase que decían los médicos a nuestras madres cuando los niños éramos nosotros: “Un catarro dura una semana con medicina o siete días sin ellas” y los mocos, también.

TAMBIÉN LEE: