La bronquiolitis puede que sea la patología respiratoria más frecuente en la población menor de dos años y quizás una de las principales causas de hospitalización infantil, sobre todo durante el invierno que ya está cerca.
Se trata de una enfermedad respiratoria que afecta principalmente a los bronquios periféricos y que se presenta con rinitis, taquipnea, sibilancias, tos, crepitantes y/ aleteo nasal, habitualmente.
Además la bronquiolitis también lleva tras de sí una ristra de ideas y mitos, muchos de ellos erróneos que lo único que consiguen es complicar el tratamiento y retrasar la curación.

Por todo ello, el Dr. Enrique Sánchez, pediatra y neonatólogo del Hospital Vithas Málaga ha ido desgranando y desmintiendo los diez errores más comunes y extendidos sobre la bronquiolitis infantil, para que padres, madres y demás familiares puedan enfrentarse mejor a esta patología tan frecuente entre los más pequeños.
El temido moco verde
Uno de los mitos erróneos más extendidos es que si vemos que el niño tiene moco verde es porque el catarro se ha complicado.
No es cierto, según señala el doctor Sánchez, la mucosidad se vuelve más oscura y más espesa con el paso de los días y no porque se complique un catarro. No hay relación.
Contra los mocos: jarabe
No es correcto, realmente según el doctor Sánchez, la mejor medida para eliminar la mucosidad es mantener una buena hidratación en este caso del menor pero es una recomendación adecuada para cualquier edad, y mantener despejadas las fosas nasales con suero si fuera necesario.
Prioritario: cortar la tos
Falso. Nos olvidamos que la tos es un mecanismo de defensa de nuestro organismo mediante el cual se provoca la movilización de las secreciones que se están produciendo por culpa de la afección que tengamos.
Si esta movilización no se produce las mucosidades se estancan y pueden llegar a sobreinfectarse, según apunta el neonatólogo Dr. Enrique Sánchez, con lo cual el proceso puede llegar a empeorar.
Cuando los niños están acatarrados no sólo duermen peor por culpa de la tos, también pueden presentar dolor de garganta, incluso de las articulaciones y la fiebre puede perfectamente distorsionar el patrón normal del sueño.
Si hay fiebre hay que arropar
La tendencia a arropar en exceso al menor porque tiene fiebre puede ser contraproducente ya que corremos el riesgo de deshidratación del paciente si abrigamos en exceso.
Si el niño tiene fiebre: a la bañera
Ni una, ni la otra. Para el pediatra Enrique Sánchez, está claro que a un niño con fiebre se le puede bañar sin ningún problema, siempre con agua tibia y teniendo en cuenta que cuando hay fiebre se suda más que cuando no existe.
Para un catarro “de los fuertes”: antibióticos
No es verdad, los catarros tal y como refiere el doctor Sánchez, son secundarios a infecciones víricas y a los virus no los matan los antibióticos precisamente.
Pañuelo con alcohol para el dolor de garganta
Esa costumbre de impregnar un pañuelo en alcohol y aplicarlo al menor alrededor del cuello cuando este refiere dolor de garganta o afonía no solo no le va a aportar ningún beneficio es que además puede incluso provocarle afecciones en la piel del cuello ya que su permeabilidad es más alta que la de los adultos.
Contra la bronquiolitis: el humidificador
No es cierto que funcione, de hecho el doctor Sánchez señala que a un 50% de los niños con bronquiolitis o cualquier otra afección bronquial, la humedad ambiental no les viene nada bien, no solo no les beneficia sino que en ocasiones puede incluso perjudicarles.
Broncodilatadores para los más pequeños
Para el doctor Enrique Sánchez, pediatra y neonatólogo del Hospital Vithas Málaga, la bronquiolitis es el primer episodio de dificultad respiratoria con “pitos” o sibilancias y se debe a un edema en la pared de los bronquios más pequeños que se produce habitualmente por una infección vírica previa.
Los broncodilatadores, no se han mostrado eficaces precisamente en los lactantes más pequeños por lo que su uso a modo rutinario no está indicado.
Para diagnosticar bronquiolitis hay que hacer una placa
La bronquiolitis tiene un diagnóstico clínico, según señala el doctor Sánchez, por lo que no precisa de ningún tipo de prueba de imagen como puede ser una radiografía.
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