La principal característica que observamos a menudo en un niño maltratador es la actitud tiránica que tiene hacia las personas que le rodean, en especial hacia las figuras de autoridad como pueden ser los padres, abuelos, tutores, etc… A estos niños que maltratan les cuesta sentir empatía hacia los demás o no la sienten en absoluto, no les importa hacer sentir mal o causar dolor en busca de su propio beneficio.

¿Cómo reconocemos si un niño es un maltratador?
Desobedecen, no muestran respeto y no son capaces de adaptarse a unas normas o límites que permitan la correcta convivencia o incluso la tranquilidad de aquellos que comparten su espacio, ya sea en casa, como sucede en la mayoría de estos casos, en el colegio o en la calle.
El niño suele tener una actitud egoísta y, si no obtiene las respuestas favorables que pretende conseguir, se vuelve desafiante, tratando de imponer su criterio a toda autoridad, ante la cual se encoleriza y termina empleando contra ella métodos como el chantaje, la presión o la violencia, sin importarle las consecuencias, y sin ningún tipo de control ni remordimiento posterior.
Se comportan de manera despótica, llegando a la mentira, al robo de dinero o de objetos que no consiguen en sus ataques de rabia, a escaparse de casa y a buscar refugio, en muchas ocasiones, en algún otro familiar o adulto al que intentarán poner a su favor por medio de la manipulación.
La violencia psicológica es importante, hablan a sus tutores con desprecio, mediante insultos y tratando de ridiculizar a cualquier figura que muestre ante ellos la autoridad que son incapaces de aceptar.
¿Qué causas pueden llevar a un niño a ser un maltratador?

Está demostrado que puede haber una tendencia genética hacia la ira y la hostilidad que propicie este comportamiento, pero esto no sería una explicación válida por sí sola, ya que este tipo de comportamiento viene determinado por el ambiente y la educación.
Los factores ambientales que pueden dar lugar a esta problemática pasan por la presencia de actitudes violentas en el núcleo familiar, ya sea por parte de progenitores, hermanos u otros familiares, que el niño normaliza e imita reproduciendo esas pautas de conducta.
Pero, quizá, el factor más importante es la educación, tendemos a sobreproteger a los niños, a permitirles demasiado para tratar de evitarles cualquier tipo de frustración y, en el camino, nos olvidamos de establecer unas normas y unos límites claros y necesarios para que él se pueda desarrollar correctamente.
¿Cuáles pueden ser las consecuencias?
Un niño que maltrata a los demás, puede tener una serie de consecuencias tanto a corto como a largo plazo. Estas son algunos de los efectos negativos que pueden desarrollar:

- Pueden tener dificultades para establecer relaciones saludables con sus iguales y tener problemas para mostrar empatía y comprensión hacia los demás.
- Es posible que tengan un comportamiento constante en donde destaque la ira y la frustración.
- Pueden tener dificultades para concentrarse en la escuela, presentar bajo rendimiento, ausentismo o conductas disruptivas. Estas dificultades pueden tener un impacto negativo en su desarrollo educativo y en su futuro.

- Tienen un mayor riesgo de involucrarse en conductas delictivas en la adolescencia y en la adultez.
- El maltrato ejercido por un niño puede causar daño físico y psicológico en las víctimas. Estas experiencias pueden dejar secuelas emocionales duraderas en las personas afectadas, como trastorno de estrés postraumático, depresión, ansiedad y problemas de autoestima.
Y, ¿qué hacer?

Una vez que identificamos que nuestro peque puede tener las características de un niño maltratador, es fundamental que haya una intervención temprana y apropiada para poder ayudar a abordar los problemas de comportamiento y prevenir la perpetuación del maltrato. Lo más recomendable es acudir a un especialista en salud mental como un psicólogo o psiquiatra para tener mayor orientación.