Hábitos que los niños adquieren de sus madres desde que son bebés

Al aprender por imitación o “por espejo”, los niños adquieren hábitos de sus madres desde el nacimiento casi sin querer, por ser la persona con la que más tiempo pasan en esta etapa de su vida.
madre y bebe

¿Cuántas veces te has sorprendido al ver a un niño o niña pequeña hacer los mismos gestos y costumbres que su madre? “Es que está hecha a imagen y semejanza”, se oye. “Es igual que su madre, hace los mismos gestos”, pensamos. No es que lleven esos niños pequeños los gestos aprendidos desde la cuna, sino que son hábitos que van adquiriendo de sus madres (también de sus padres) desde que nacen. Casi sin querer. Y siempre, sin darse cuenta.

Los expertos no se aburren de insistir en que el aprendizaje más efectivo en la infancia es la imitación, el espejo en el que se miran, que es casi siempre el de su madre y su padre, sus adultos de máxima confianza. De ellos aprenden muchísimas cosas, también hábitos diarios que incluyen cuestiones tan dispares como la comunicación gestual o la forma de comer.

Es indudable que esto ocurre, que los peques se hacen a imagen y semejanza de quienes les rodean. Luego, evidentemente, van desarrollando su propia personalidad, que la tienen, pero en lo que respecta a los hábitos, adquieren muchísimos por herencia de lo que ven a su alrededor.

Hábitos que se adquieren desde bebés de manera inconsciente

Los bebés aprenden una variedad de hábitos y comportamientos de sus madres de manera inconsciente debido a la estrecha relación y la cantidad de tiempo que pasan juntos desde el nacimiento.

Este aprendizaje por imitación se alarga a toda la etapa de la niñez, donde los padres siguen siendo el referente absoluto de los menores. Incluso en la adolescencia, si bien su círculo de confianza se agrande al abrirse a otros ámbitos sociales, siguen aprendiendo cosas que ven en casa.

Estos son algunos ejemplos de hábitos que los niños aprenden de sus madres desde que son muy pequeños:

  • Comunicación verbal: expresiones, palabras, incluso el tono o el ritmo a la hora de hablar se suelen aprender de mamá, que es la persona que más habla con su bebé desde que está en la tripa.
  • Comunicación gestual: este es uno de los hábitos que antes se pega, el de los gestos. De alegría, pero también de tristeza, y hasta gestos que a priori no son más que manías o mecanismos para equilibrar y gestionar las emociones, se pegan. Puede ser una sonrisa, comerse las uñas o una mueca. Muchas veces, cuando las hace algún peque, es que las ha visto en casa.
Madre y bebé
  • La alimentación: no siempre es así, pero si una niña o niño desayuna una pieza de fruta a diario es, muy probablemente, porque ha visto a mamá y papá comérsela desde que era bebé. Y este ejemplo se puede extrapolar a cualquier otro hábito alimentario, también negativos.
  • Rutinas diarias: poner música a primera hora, o el ratito de lectura por la noche. Colocarse la ropa de tal forma, tomar una oncita de chocolate a la hora del café o dejar las zapatillas de casa por la noche como lo hace mamá. Son hábitos menos llamativos que no dejan de aprender nuestros peques por imitación. Todo es susceptible de “pegarse”.
  • Rutinas de higiene: no se van a lavar los dientes si su mamá no da ejemplo y se los lava también. No van a tener gusto por la ducha diaria si no se la inculcamos y les damos ejemplo. No van a recoger su ropa o llevar la sucia al cubo si no se lo enseñamos y lo ven en nosotros primero.
  • Comportamiento social: esa comunicación verbal y gestual a pequeña escala que adquieren de sus personas de máxima confianza se extrapola a los hábitos sociales. Los peques se comportarán, sobre todo hasta que desarrollen su personalidad, como ven que sus madres y padres lo hacen en público. De nuevo, el espejo es lo más eficaz. Y esto aplica también a la resolución de problemas: por ejemplo, si los resolvemos en casa con un cachete, no dudarán en ejercer la violencia física en un conflicto. 

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