Ser Padres

Los cinco trucos que me ha enseñado el psicólogo infantil para tratar a mis hijas

Acudir a un psicólogo infantil, a menudo, puede ser la gran decisión de nuestras vidas para conseguir acompañar y criar a nuestros hijos e hijas de manera óptima y reconfortante. Estos son mis grandes aprendizajes después de un año yendo. 

Cada vez menos, es cierto, pero todavía son muchas las personas reacias a ponerse en manos de un profesional de la psicología. Nos sigue costando hacerlo para cuidar nuestra salud mental y también si se trata de pedir ayuda para la crianza y acompañamiento de nuestros hijos. Afortunadamente, quien esto escribe se dio cuenta a tiempo, gracias a la insistencia del entorno, de que acudir a un psicólogo infantil no solo puede ser bueno para un hijo o hija al que sentimos que no somos capaces de ayudar como necesita, sino que también lo es para uno mismo, a menudo rebasado por el estrés, la rabia, la frustración y el cansancio mental que conlleva la crianza cuando no está resultando satisfactoria.

Tengo una hija de las denominadas por los psicólogos “de mucho carácter”. No es eso que utilizamos a pie de calle para decir que alguien tiene “mala leche” o que tiende a saltar a la mínima. Esto es algo mucho más técnico, descrito por los profesionales de la psicología en libros, artículos, entrevistas y post divulgativos. Los peques con mucho carácter son un reto constante para quienes convivimos con ellos, que debemos entender cómo funciona su mente y cómo es su personalidad para darle la vuelta a la tortilla a la hora de comunicarnos y relacionarnos con ellos y ellas de forma óptima. Y es ahí donde la ayuda psicológica vale su peso en oro.

No es el objetivo de este artículo profundizar en los niños con mucho carácter; simplemente es la introducción o contexto a lo que voy a compartir a continuación: los cinco trucos o consejos más valiosos que he obtenido de mi visita (junto a mi pareja y siempre sin mi hija, al menos hasta ahora) periódica a una psicóloga infantil. Son consejos que se suman al inestimable impacto positivo que ir ha tenido en mi salud mental, sobre todo a la hora de controlar las consecuencias de un nuevo fracaso en el acompañamiento de mi hija pequeña.

La anticipación de lo que viene

El primer consejo útil que recibimos de nuestra psicóloga fue el de la anticipación. A todos los niños y niñas, en general, les ayuda saber lo que viene después, a corto plazo. Especialmente importante es esto en una niña tímida y con mucho carácter como la nuestra, que en casa saca todo aquello que en público contiene.

Pues bien, desde que aplicamos el consejo, ella afronta mucho mejor las situaciones desconocidas. Por ejemplo, le anticipamos el plan del día o del fin de semana por la mañana: hablamos de ello, le respondemos sus dudas y le damos referencias, sobre todo visuales. Si va a ir a una casa que no conoce o con personas que no recuerda, tratamos de enseñarle alguna foto. Así con todo lo que hacemos, en la medida de lo posible evidentemente.

Te recomiendo encarecidamente, si no lo haces ya, que lo pruebes a incluir como hábito y rutina en vuestro día a día familiar. Ayuda mucho a los peques.

No ponerme a su altura

Con una niña de mucho carácter lo peor que puedes hacer es ponerse a su altura. Esto no es literal, obviamente, porque agacharse para hablar con ella sigue siendo eficaz y recomendable, como con cualquier otro niño. Hace referencia al tono de voz y a la manera de hablarnos.

Evitar el grito y la respuesta jerárquica, sin argumento ni explicación, es un triunfo. Y cuesta mucho lograrlo porque las rabietas de una persona así pueden ser muy intensas, largas y repetitivas. Se puede pasar todo el día de enfado en enfado, y no duran cinco minutos.

Lo único que consigues, al menos esto es lo que nos ocurre con nuestra hija, es que se enfade muchísimo más porque siente que no puede hacer lo que quiere sin recibir una explicación a cambio. Y es que los peques de mucho carácter suelen ser muy autónomos y muy decididos en sus deseos y decisiones, desde bien pequeños. La rabia toma el control de su comportamiento, como en ‘Inside Out’, y entonces apaga y vámonos.

Por ello, mantener la calma es esencial, legitimando siempre en primer lugar sus deseos y dándoles las explicaciones correspondientes. Y si provoca mucho, lo mejor es obviarlo salvo que se esté poniendo en peligro. Cuando vea que no consigue su objetivo, dejará de hacerlo. Este consejo enlaza con el tercero de esta lista.

No insistir en los tics nerviosos

Nuestra hija, cuando se enfada y pierde el control, provoca. Se desnuda, tira las gafas veinte veces, hace cosas que sabe que nos sacan de nuestras casillas como dar patadas a las paredes de casa para ensuciarlas aposta, o le da por intentar cruzar la calle si la rabieta no ocurre en casa. Son solo algunos ejemplos. De ellos, solo debemos actuar en los que corre peligro su salud, ya que si le pedimos que deje de dar patadas a la pared, por ejemplo, lo hará más o la bronca irá en aumento. No es fácil, lo sé, por eso hemos necesitado y necesitamos la ayuda de nuestra psicóloga para ir caso por caso y aprender (y desahogarnos). Y si nos pega, por cierto, debemos marcar el límite avisándola de que nos vamos a defender, y demostrándolo. Por supuesto, hay límites también para este tipo de niños y niñas.

Por otro lado, su timidez y nerviosismo le lleva a expresarlo en tics nerviosos. Se rasca de forma impulsiva, le da por los padrastros de las manos, dice que algo le duele cuando no es cierto o se chupa una y otra vez los labios. Esto último, por ejemplo, llegó al punto de requerir que tomara antiobiótico una vez de cómo se los dejó, lo cual hizo que se infectara.

Entonces, de la mano de la psicóloga, aprendimos que si evitamos decirla que no lo haga y controlamos nuestro impulso de hacerlo, al restarle importancia, dejará de hacerlo. Como por arte de magia, así ha sido en multitud de ejemplos. Desde tirar las gafas a lo de los labios, sin ir más lejos.

Repensar y sustituir el “no”

Otro consejo muy útil que se puede aplicar no solo con niños y niñas de mucho carácter es a controlar el uso del “no”. A veces es necesario y no queda otra, pero es mucho más eficaz buscar una alternativa. Legitimar lo que quieren o piensan, o lo que están haciendo si es su deseo, pero en vez de decirles que se van a hacer daño o que eso no se puede hacer o decir, ofrecerles una alternativa. Utilizar lenguaje positivo, dicho de otro modo.

La predisposición a escuchar de los peques, y más si tiene mucho carácter, será mayor si no empezamos nuestra comunicación con ellos a través de la negación. Cuesta mucho asimilar este hábito aprendido con la psicóloga infantil, pero merece mucho la pena esforzarse en conseguirlo.

Separar a las hermanas

Como familia feliz que nos creemos (y somos, afortunadamente), tratamos de hacer muchos planes juntos. Y, como todo en la vida cuando se excede de lo recomendable, estábamos equivocados pensando en no separarlas más allá de las circunstancias en las que era obligatorio hacerlo. Apenas se llevan dos años, así que era fácil no hacerlo.

Los peques con hermanos y hermanas necesitan su espacio personal y su momento de ser “hijos únicos“. Las nuestras, no solo la que tiene más carácter, lo han agradecido muchísimo desde que decidimos separarlas más a menudo. Desde luego, es un consejo saludable para el clima familiar y con un impacto positivo también a nivel personal en las niñas y en su relación de hermanas.

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