Las actividades se han convertido en el aliento que necesitan muchas familias para poder conciliar los horarios escolares con los laborales. Por triste que parezca, son muchas las que recurren a ellas para poder llegar a recoger a los niños con tiempo. Otras, además, las usan para que los pequeños ‘se cansen’ y concilien mejor el sueño por la noche. Pero, verdaderamente, ¿es alguno de estos dos el objetivo real de las actividades extraescolares?
Como podrás imaginar, la respuesta es no. Este tipo de actividades nacieron con el único propósito de reforzar según qué áreas en los niños. Bien sea por necesidad, bien por puro entretenimiento y gusto, pueden reportar muchos beneficios a su desarrollo. Eso sí, las familias debemos tener siempre presentes que este es su objetivo y no el de ir más livianos en horarios a costa de la agenda de los peques, que no se lo merecen.

Hace un tiempo surgió en redes sociales un debate que ponía de manifiesto que, al final del día, los niños casi siempre ‘trabajan’ más horas que nosotros. Es lógico pensarlo: asisten al cole, de nueve a cinco de la tarde (más o menos). Aquí ya llevamos siete horas lectivas. Después, la mayoría asisten a las extraescolares: clases de refuerzo, inglés, deportes,… Y llegan a casa, de media, entre las siete y las ocho de la tarde. Esto es, entre diez y once horas después de haber salido por la mañana.
¿Se lo merecen? La propia ciencia firma los beneficios de que los niños tengan un ratito de juego libre todos los días: “”,Las pruebas sugieren que el aprendizaje a través del juego está relacionado con los sentimientos de emociones positivas en los niños“, explica un estudio llevado a cabo por la Fundación LEGO y Unicef. “Un hábito diario que puede contribuir a que los niños sonrían cada día es fomentar el juego y la diversión”, cree también la inteligencia artificial de ChatGPT.
Como decimos, las extraescolares pueden tener muchos beneficios, pero debemos tener en cuenta los errores más frecuentes que cometemos los padres al elegirlas. Solo evitándolos conseguiremos que los pequeños extraigan de ellas todo su potencial.
Errores a evitar al elegir la mejor extraescolar para un niño
- Elegir más de la cuenta
Fernanda Rodríguez, psicóloga infantil, explica que el exceso de extraescolares puede llevar a altos niveles de estrés y ansiedad infantil, sobre todo si estas le privan, de alguna manera, de tiempo para descansar, para practicar el juego libre o para disfrutar de su familia y sus amigos. “La presión constante de cumplir con múltiples compromisos puede afectar negativamente a su bienestar emocional”, asegura la profesional.
- No tener en cuenta la opinión del niño
La misma psicóloga aboga por elegir las actividades extraescolares decidiéndolas conjuntamente entre padres e hijos. Combinar la experiencia de los padres con los gustos de los pequeños sea, posiblemente, la mejor solución para encontrar el mejor equilibrio.
- Escoger aquellas donde tienen que mejorar y no aquellas donde son los mejores
Howard Gardner, psicólogo estadounidense autor de la Teoría de las Inteligencias Múltiples, afirma que uno de los mayores errores del sistema educativo actual es que tiene más en cuenta aquellas materias donde los niños necesitan mejorar que aquellas en las que son los mejores.
Su teoría dice que cada ser humano tiene unas fortalezas y unas debilidades en ciertos tipos de inteligencias. Y que lo suyo sería potenciar aquellas en las que son mejores, aunque también se pusieran esfuerzos en mejorar en las que peor se nos dan.
Si un niño es muy bueno en fútbol, pero preferimos apuntarle a clase de refuerzo en matemáticas porque va fatal, posiblemente lo que hagamos sea alimentar su aburrimiento y su desmotivación por esta materia. En cambio, si dejamos que juegue al fútbol, estará reforzando aquello que se le da bien y, además, disfrutando.
- Elegir las actividades en función de nuestros horarios
Relacionado con el primer error, y también con el anterior, encontramos este. Algunas veces, en lugar de saturar las agendas de los niños, lo que hacemos es elegir entre aquellas actividades que compatibilizan nuestros horarios laborales, aunque en otras circunstancias no las tendríamos en cuenta.
Hay que recordar que no son obligatorias, y que en ningún caso deben sustituir el tiempo libre de los niños.
- Trasladar nuestros gustos a los niños
Además de imponer costumbres, muchas veces los padres sueñan que sus hijos sean lo que ellos no pudieron ser: familias que apuntan a los niños a baile, por ejemplo, porque uno de los dos quiso ser bailarín y no le dejaron o no pudo serlo.
Hay que tener en cuenta que los niños no han venido al mundo a cumplir los deseos de los padres; que son personas independientes y que hay que respetar que no le gusten las mismas cosas que nos gustan a nosotros.