Es curioso como la mayoría de las personas desconocen el funcionamiento del ciclo menstrual femenino, siendo un proceso fisiológico que acompaña a las mujeres durante la mayor parte de su vida, concretamente desde la adolescencia hasta la menopausia, dando lugar al periodo fértil de la mujer.
Antes de la adolescencia, encontramos la infancia, etapa con unas secreciones hormonales más o menos lineales, y tras la menopausia, la madurez, otro periodo también lineal. Pero entre estos dos, el cuerpo repetirá una y otra vez un ciclo que marcará mental, emocional, corporal y hormonalmente a todas las mujeres, facilitando en cada uno de ellos la posibilidad de lograr la concepción y el embarazo. Y cada una de las dos etapas de transición (adolescencia y menopausia) también tendrán una gran importancia por ser en sí motor de cambio.
En este maravilloso proceso, vamos a encontrar varias claves :
- Hormonas: entre las principales, podemos distinguir las que son producidas por una región del cerebro llamada hipófisis; FSH y LH, y las que se producen en el propio ovario, que son los estrógenos y la progesterona. Además de estas también tienen influencia otras como la GnRH, la Oxitocina o las Endorfinas. Pero estas dos últimas no son tan específicas del ciclo femenino.

- El útero: en el útero vamos a destacar tres partes, los ovarios, unidos al útero por las trompas de Falopio, donde se encuentran los óvulos acumulados (unos 200.000 aproximadamente) dentro de unas estructuras llamada folículos, que posteriormente los irá “soltando” en cada ciclo al interior del útero para que sean fecundados. El endometrio, la pared interna que cada mes se prepara para recibir el óvulo en caso de ser fecundado. Y el cérvix o cuello del útero, zona de apertura a la vagina y al exterior a través de la que penetrarán los espermatozoides para encontrarse con el óvulo, o saldrán los restos de endometrio en forma de sangrado y menstruación, junto al óvulo, si no hubiese fecundación. Y también podremos observar el flujo y la lubricación vaginal, que se adaptan a cada momento.
- Estado emocional: al igual que en las estaciones del año, las emociones durante el ciclo pueden fluctuar, y cada cambio emocional tiene una utilidad si se escucha el propio cuerpo; no impide el resto de facultades durante una etapa concreta, pero potencia algunas cualidades específicas que bien aprovechadas llevarán a la mujer a sacar lo mejor de sí misma. Esto no quiere decir que sea necesario parar la vida según la etapa, pero si es apropiado comprender el porqué de cada una y cómo podemos sacarle partido.

- Estado físico: durante determinadas fases del ciclo, algunos llamados síntomas (aunque no estemos hablando de una patología) pueden aparecer, un aumento del sueño, contracciones uterinas, o aumentos de la temperatura que suelen repetirse durante varios días del ciclo.
Y varias fases: la menstruación, la fase pre-ovulatoria, la ovulación, y la fase pre-menstrual. Los ciclos tienen una duración media de 28 días, pero puede variar bastante dependiendo de cada mujer, y de las circunstancias físicas y emocionales, ya que somos seres biológicos, pero también psicológicos y sociales.
En cada una de estas fases ocurren cosas diferentes y la mujer reacciona de forma física y emocional ante estos cambios, adaptándose, como se adapta el mundo y el clima a los cambios de las diferentes estaciones. Cada una con sus maravillas.
¿Qué ocurre en cada una de las fases del ciclo?
MENSTRUACIÓN:
Durante esta fase observamos el sangrado de cada mes, que se debe a la expulsión del endometrio engrosado, esa pared interna del útero que se había preparado para recibir el óvulo fecundado y que finalmente, si no hay fecundación, se desecha junto al óvulo ya inerte.
Esto se debe a una bajada brusca de la progesterona, y para ello, nuestro útero debe contraerse levemente para expulsar este endometrio no utilizado. Por ello, en ocasiones, durante esta fase algunas mujeres sienten dolor. Nuestro cuerpo también tiene herramientas para disminuirlo, una hormona llamada endorfina, opiáceos naturales que alivian el dolor, y que se producen sobre todo en estados de calma y relajación, por ello, situaciones de estrés, la desconexión con el propio cuerpo y no tener tiempo para disfrutar, influyen en casos de menstruaciones dolorosas.

La estación que se asemeja a esta fase, es el invierno, una fase de recogimiento, idónea para ponerse en contacto con una misma, y dejarse llevar por la creatividad, fase de introspección, y de intuición.
FASE PRE-OVULATORIA:
La hipófisis, una pequeña parte del cerebro, comienza a producir FSH (Hormona Estimulante del Folículo), y la enviará hacia el ovario, donde tenemos todos nuestros folículos aún inmaduros con sus óvulos dentro (unos 200.000) esperándola para que algunos, con su estimulación, comiencen a madurar. Estos producirán estrógenos que irán en aumento progresivo, comenzando a modificar la pared del útero, como pequeños constructores de una futura casa para el óvulo si fuera fecundado. Y más tarde, estos estrógenos también conseguirán que el cerebro vuelva a enviar otra hormona al ovario, la LH (Hormona Luteinizante), que servirá para que en la siguiente fase, un folículo ya maduro, el elegido, expulse un óvulo a las trompas de Falopio, camino del útero.
En esta fase el flujo cervical comienza siendo espeso, pegajoso y grumoso, lo que indica que es periodo no fértil, ya que impide trepar por él a los espermatozoides, y pasa a ser más acuoso, como clara de huevo, indicativo de que estamos llegando a periodo fértil. Ya que aunque no hayamos ovulado, ¡los espermatozoides pueden durar en el cuerpo de la mujer hasta 5 días vivos!
Esta fase es la que puede variar su duración, adelantando o atrasando la ovulación, según nuestras vivencias personales o nuestro estado físico.
Simbólicamente, podemos asemejar esta etapa del ciclo con la primavera, y aquí comienza un periodo de apertura al exterior, de sociabilidad y comerse el mundo consiguiendo los objetivos. Lógico, pensando que la naturaleza sabe que se acerca el periodo fértil, y su objetivo es perpetuar la especie.
OVULACIÓN:
La LH enviada desde la hipófisis al folículo, hace que finalmente el óvulo elegido abandone el ovario para, a través de las trompas de Falopio, dirigirse al útero. Este óvulo puede vivir hasta 24 horas, tras las que dejará de poder ser fecundado. Mientras, el folículo ya sin óvulo comenzará a producir progesterona, hormona que terminará de preparar el útero para la supuesta recepción del óvulo fecundado. Esto ocurrirá aproximadamente 14 días antes de la siguiente menstruación.
La temperatura aumentará entre 0,2 y 0,5 grados tras la ovulación, aunque cuando se detecte ese cambio es probable que el óvulo no sea fértil, así que servirá para verificar que hemos ovulado, y ese aumento durará hasta la siguiente menstruación. El flujo seguirá siendo fértil, como clara de huevo.
Aquí también seguimos en periodo de apertura, concretamente en el verano, una fase muy expresiva, social, amorosa y activa, con pensamiento racional y analítico.
FASE PREMENSTRUAL
En esta fase, que dura de 12 a 16 días, la progesterona sigue cuidando el interior del útero para que se mantenga engrosado, hasta que, tras morir el óvulo, el antiguo folículo ya vacío (ahora se llama cuerpo lúteo) que se encargaba de producir dicha hormona, deja de producirla bruscamente, provocando el desprendimiento de esas paredes engrosadas y del óvulo, que nuevamente saldrán hacia el exterior, pasando por el cuello del útero y la vagina, para dar lugar a otro comienzo de ciclo.

Este periodo ya no es fértil, el flujo cervical se mantiene pegajoso, cremoso o grumoso e impide subir a los espermatozoides. La temperatura se mantiene ligeramente elevada hasta la menstruación.
En esta etapa del ciclo es cuando se produce el llamado “síndrome premenstrual”, que a pesar de ser muy común y de ser incluido hace poco en el manual de trastornos mentales (tal y como lo cuento), no es ninguna enfermedad, por muy frecuente que sea. Entre sus síntomas podemos encontrar sensación de irritabilidad, tristeza o ansiedad, dolores de cabeza, hinchazón en los senos, y un largo etc.
Alguna de las recomendaciones que se suelen dar para aliviar estos síntomas (obviando medicaciones y tratamientos hormonales) son hacer ejercicio moderado, comer sano, una dieta mediterránea (de las de verdad, hortalizas, verduras y frutas), y mantenerse relajada.
Es decir, todo lo que se recomienda en cualquier periodo; una vida saludable, y además si puede ser, escuchar nuestro cuerpo y evitar dentro de lo posible el estrés, las prisas, la ansiedad, y gestionar las emociones como la rabia, ya que nos encontramos en el comienzo de las fases de recogimiento que durarán hasta que termine la menstruación, concretamente estamos en la fase de otoño, que es de conexión con el inconsciente, una fase más creativa e intuitiva.
Espero que todo esto te haya servido para comprender qué te ocurre a tí o a las demás durante la etapa fértil de la vida, en un ciclo maravilloso, que saca lo mejor de cada una en su debido momento.
Es comprensible que en una sociedad que impulsa a la competitividad constante, al no parar ni un momento, a los estímulos externos sin cesar, a la compostura, en las fases que las mujeres necesitan frenar y encontrarse con ellas mismas, descansar, y dejarse llevar, el cuerpo responda con “síndromes” y síntomas, que probablemente tan solo sean una llamada de atención y que si se intenta escuchar a ese cuerpo y adaptarse mínimamente a él, quizás, solo quizás, el síndrome premenstrual deje de ser tan síndrome, y la menstruación una carga pesada cada mes…Conocer mejor el ciclo menstrual puede ayudar a entenderlo más e incluso a amarlo a pesar de que, a veces, tenga sus molestias.
Artículo ofrecido por Alejandro Ojeda, Matrón y creador del método Nacer Sabiamente.
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