Ser Padres

Las cinco lecciones que me ha enseñado mi hija con Altas Capacidades

La gran puerta al aprendizaje es la paternidad/maternidad, pero las altas capacidades son otra pequeña puerta de acceso a un mundo de aprendizajes significativos para quienes convivimos con ellas. 

Tener una hija altas capacidades es un aprendizaje continuo. Pero, ojo, no es la puerta a aprender cosas nuevas más grande: esa es la de la paternidad/maternidad, sin lugar a dudas. Luego, evidentemente, en función de las características de nuestros hijos e hijas, y de cómo seamos nosotros como padres y cómo afrontemos la crianza, aprendemos unas cosas u otras. Las altas capacidades, como característica particular que son, implican nuevas oportunidades de aprendizaje para quienes convivimos con ellas.

Que estas que voy a exponer a continuación sean mis cinco aprendizajes más significativos hasta la fecha a raíz de las altas capacidades de mi hija de seis años no quiere decir que sean comunes a aquello que aprenden otros padres y madres en circunstancias parecidas a las mías. Entre otros motivos, porque los expertos barajan hasta seis tipos de niños y niñas con altas capacidades y algunos se parecen entre ellos como un huevo a una castaña.

Matizado esto, estos son los cinco aprendizajes que he experimentado en este primer año que ha transcurrido desde que supimos que nuestra hija tiene altas capacidades.

Las altas capacidades

La primera lección suena entre obvia y ridícula, pero es así: el primer y gran aprendizaje ha sido el de conocer de cerca en qué consiste esta característica que tiene, según los especialistas, alrededor del 10% de la población.

Y es que, como tantas otras personas, yo también tenía una idea preconcebida errónea acerca de lo que son las altas capacidades y cómo son las personas que las tienen. A raíz del caso de nuestra hija, he leído, he preguntado y he escuchado a los que saben. La consecuencia: un aprendizaje significativo.

La hipersensibilidad

Es uno de los rasgos de mi hija, y es de los que más estoy aprendiendo a manejar a raíz de saber que puede ir asociado a las altas capacidades y al entender cómo funciona. La peque lo magnífica todo, y lo peor que podemos hacer es quitarle hierro al asunto sin legitimar primero que ella se sienta así.

Si lo hacemos, piedra en la que todavía tropezamos su madre y yo alguna vez, su disgusto va a más. Y, de verdad, puede desencadenarse por detalles que, si no sabes que la niña es hipersensible, serían de no creer. De hecho, antes para mí lo eran, y me enervaba por ello, o la pedía que no reaccionara así. Lo hacía muy mal y, si bien sigo tratando de mejorar, gracias a que ahora sé cómo funcionan las altas capacidades en ella, estoy tratando de acompañar a mi hija de la manera en la que puedo ayudarla, siendo un apoyo y no una losa.

El tamaño de su “saco” de aprendizaje

Es imposible describir con palabras la de cosas que puedas echar en el saco de aprendizaje de una niña o niño con altas capacidades. si es curioso o curiosa, y su actitud hacia el aprendizaje es óptima, si está motivada, es un no parar. Ella demanda más constantemente, de una forma natural.

El acercamiento puede ser variado, a través de una vivencia personal, a través del juego o por Pura observación suya, pero el caso es que ve una oportunidad nueva de aprendizaje donde la mayoría no lo veríamos. Y a esto se añade su capacidad de retención de lo aprendido y su facilidad para asimilar nuevos detalles.

La madurez vital

Quizá no sea una cualidad de todos los niños y niñas de altas capacidades, pero el nivel del listón que pone nuestra hija en las conversaciones es altísimo, digno de una persona mucho más mayor que ella, que tiene seis años.

Y no hablo solo de conversaciones rutinarias, sin excesiva trascendencia, sino de conversaciones acerca de cuestiones vitales como la muerte o de cuestiones sociales como el feminismo, por citar dos ejemplos. Su capacidad para la reflexión y para expresar aquello que piensa es asombrosa, y en ello tiene mucho que ver su alta capacidad, especialmente la del lenguaje, que en su caso es muy potente.

A tratar las cosas con naturalidad

Pese a ser madura para su edad, la peque no deja de ser una niña de seis años, y eso hace que trate las cosas con naturalidad. No lo ha vivido ni experimentado de otro modo. Y sus altas capacidades son una característica más: no hay que convertirlas en el eje de su vida ni tampoco de las conversaciones con los demás, pero tampoco tiene que ser un tema tabú.

Ella es la primera que sabe que no es más especial ni mejor que nadie, y por eso mismo habla con total sinceridad y naturalidad de ello cuando surge, cuando la preguntan o cuando la apetece. ¿Acaso escondemos que somos morenos o que tenemos mucho carácter, por ejemplo? Pues tampoco hay que hacerlo con las altas capacidades, un campo en el que queda mucho camino por recorrer a nivel social porque el desconocimiento es todavía muy amplio entre la opinión pública. 

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