Jugar, explorar y aprender cambia el cerebro infantil: científicos revelan cómo se remodela al desarrollarse en entornos ricos

Un nuevo estudio científico revela cómo el cerebro se transforma físicamente durante el aprendizaje gracias a una técnica pionera que podría revolucionar la educación infantil.
El cerebro de una niña cambiando mientras aprende
El cerebro de los niños y niñas cambia mientras aprende, según un estudio (Midjourney - RG) - El cerebro de una niña cambiando mientras aprende

¿Se transforma el cerebro cuando aprendemos algo nuevo? Un nuevo estudio acaba de confirmar que sí, y lo hace de manera localizada, rápida y medible. La investigación, publicada en la prestigiosa revista Nature Neuroscience, introduce un método revolucionario que permite visualizar cómo las sinapsis cerebrales —los puntos de conexión entre neuronas— se modifican físicamente con el aprendizaje. En consecuencia, cómo el cerebro cambia si aprendemos alguna cuestión nueva.

Gracias a esta nueva técnica, los investigadores han podido observar cómo ciertos tipos de aprendizaje —como el aprendizaje asociativo o el juego en entornos enriquecidos— activan zonas concretas del cerebro, generando un mayor recambio de proteínas sinápticas. Dicho de otro modo: el cerebro se remodela físicamente para adaptarse y fijar esa nueva información.

Este hallazgo no es solo relevante para la neurociencia. Tiene implicaciones directas en la educación infantil, en la crianza y en la forma en que entendemos el impacto de los entornos ricos en estímulos sobre el cerebro de los niños (aunque esto no esté reñido con los beneficios del aburrimiento en los niños). Porque si aprender cambia el cerebro, ¿no deberíamos plantearnos cómo, cuándo y con qué intensidad los niños aprenden?

Este estudio, aunque se haya limitado a un entorno animal, extrapolado al contexto humano refuerza con evidencia tangible una idea que desde la crianza respetuosa y consciente llevan tiempo defendiendo los expertos en educación y psicología infantil: el entorno sí importa, y mucho.

La ciencia ha demostrado que el cerebro cambia más si aprende en entornos estimulantes
La ciencia ha demostrado que el cerebro cambia más si aprende en entornos estimulantes (Midjourney - RG)

Los detalles del estudio

El equipo de investigadores del MIT y del Instituto McGovern ha desarrollado una técnica llamada DELTA que permite medir el recambio de proteínas sinápticas en todo el cerebro de un animal vivo. Este recambio es una señal directa de plasticidad sináptica, es decir, de la capacidad del cerebro para adaptarse, aprender y formar nuevos recuerdos.

Aplicando esta técnica en ratones, los científicos observaron cómo durante tareas de aprendizaje asociativo aumentaba el recambio de una proteína clave, la GluA2, especialmente en el hipocampo, una región esencial para la memoria. De forma aún más interesante, comprobaron que estos cambios no eran globales, sino localizados: ocurrían justo en las zonas del cerebro implicadas en la tarea aprendida.

Además, cuando los animales eran expuestos a entornos enriquecidos —con estímulos sensoriales, objetos nuevos, interacción social y posibilidad de exploración— el recambio de proteínas aumentaba en más regiones del cerebro. Esto significa que la estimulación amplia favorece una mayor plasticidad global.

Fig. 2: La rotación del personal en el PSD-95 depende de la experiencia.
Fig. 2: La rotación del personal en el PSD-95 depende de la experiencia (Fuente: Nature).

Implicaciones para la crianza, la infancia y la educación

Este estudio aporta una prueba más de que el entorno en el que crece un niño tiene un impacto directo y medible sobre su cerebro. No se trata de una metáfora: aprender, explorar, jugar o recibir estímulos adecuados modifica literalmente la arquitectura sináptica del cerebro infantil.

Hay que tener en cuenta que la plasticidad sináptica es especialmente elevada en la infancia. Por eso, ofrecer experiencias ricas, variadas y emocionalmente positivas en estos años críticos no solo mejora el aprendizaje: prepara el cerebro para seguir aprendiendo. El juego libre, la curiosidad, el contacto social o la exposición a la naturaleza son estímulos que el cerebro infantil traduce en conexiones nuevas y más fuertes.

Y si el aprendizaje se traduce en cambios concretos, también podríamos plantearnos cómo influye la falta de estímulo, el estrés crónico o el exceso de pantallas en esta etapa. ¿Qué tipo de plasticidad estamos fomentando (o frenando) en nuestros hijos?

Este estudio también abre la puerta a nuevas formas de evaluar y diseñar intervenciones educativas, terapéuticas o familiares basadas en la neurociencia. Desde la crianza respetuosa hasta programas de estimulación temprana, el mensaje es claro: el entorno importa, y cada experiencia cuenta.

Fig. 3: El recambio de GluA2 inducido por el aprendizaje es más localizado que el que sigue al enriquecimiento ambiental.
Fig. 3: El recambio de GluA2 inducido por el aprendizaje es más localizado que el que sigue al enriquecimiento ambiental (fuente: Nature)

Consejos prácticos para estimular un entorno enriquecido

Aunque no todos tenemos acceso a grandes recursos educativos o materiales, lo que este estudio sugiere es que los pequeños gestos cotidianos cuentan más de lo que pensamos.

En base al estudio, aquí tienes algunas ideas sencillas con base científica que puedes potenciar para enriquecer el entorno de tu hijo o hija:

  • Alterna rutinas con novedades: introduce pequeños cambios que despierten la curiosidad (una excursión, un objeto nuevo para explorar, una historia diferente).
  • Promueve el juego libre, sin instrucciones ni pantallas: es ahí donde se activa la creatividad y la exploración espontánea.
  • Fomenta el vínculo afectivo y la conversación: hablar con nuestros hijos sobre lo que descubren y sienten refuerza su desarrollo cognitivo.
  • Crea un rincón de descubrimiento: con materiales variados, libros accesibles o elementos naturales que puedan tocar y manipular.
  • Valora la exploración: aunque parezca caos, muchas veces es aprendizaje en acción.

Estos estímulos cotidianos pueden tener un efecto profundo en el cerebro de los más pequeños. Porque, como muestra la evidencia científica, la infancia es el momento ideal para sembrar conexiones cerebrales duraderas.

Referencias

  • Owen, S. F., Krashes, M. J., & Ting, J. T. (2025). DELTA: a brain-wide synaptic protein turnover measurement method reveals local plasticity during learning. Nature Neuroscience. DOI: 10.1038/s41593-025-01923-4.

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