Los niños que comen más ultraprocesados tienen más rabietas según algunos estudios

Estos productos están repletos de azúcares, estabilizantes, conservantes y muchos químicos que afectan al estado de ánimo y al bienestar emocional de los pequeños
Niño con rabieta

La alimentación viene de la mano del desarrollo del cerebro de los niños y, por tanto, guarda relación por su comportamiento. Por eso no es de extrañar que tanto cerebro como intestino tengan una conexión directa con algunas consecuencias muy claras cuando la alimentación no es lo más saludable y equilibrada que debería. 

Es lo que afirma la psicóloga M.ª Luisa Ferrerós, que comparte una tesis sostenida por muchos estudios: los niños que comen mal y se alimentan a base de muchos ultraprocesados en su dieta acaban teniendo más rabietas que los menores que siguen una pauta alimenticia más sana. 

"Para que se desarrolle todo nuestro sistema neurológico necesitamos minerales, vitaminas y nutrientes que no fabricamos nosotros y que, por lo tanto, los hemos de comer y nos hemos de alimentar con ellos. Por ejemplo, las grasas omega 3 y omega 6 nosotros no las fabricamos, por lo tanto las hemos de ingerir. Entonces, en función de los alimentos y los nutrientes, los minerales y las vitaminas, que ingerimos en nuestra alimentación, nuestro sistema neurológico se va a desarrollar de una manera o de otra. Si hay nutrientes que faltan, esto nos afectará y este desarrollo será menos elaborado, tendrá deficiencias y problemas", explican ambas profesionales.

Niño con dos donuts - iStock

Esto corrobora por tanto la teoría de la relación entre ultraprocesados y ciertos comportamientos en niños. Hay que recordar que estos productos llevan ocultos azúcares, estabilizantes, conservantes y muchos químicos que afectan al estado de ánimo ya que irritan el intestino y el estómago, que es donde se segregan los neurotransmisores para tener un bienestar emocional. Es decir, de aquí se deduce que los niños tengan más pataletas y enfados cuando son menores por esta y otras causas. 

"Si tenemos déficit de según qué alimentos o exceso de según qué otros alimentos, como el intestino es este segundo cerebro en el que se segregan los neurotransmisores responsables del equilibrio emocional y del comportamiento, entonces se ve alterado. Por lo tanto, la conexión de la alimentación con las emociones y el comportamiento va íntimamente ligada", recuerda M.ª Luisa Ferrerós.

¿Cómo debe ser una alimentación infantil cerebrosaludable?

Tanto para evitar esas rabietas infantiles, como para garantizar un mejor desarrollo físico y mental, es esencial que la dieta de los niños sea saludable y, sobre todo, se enmarque dentro de lo que conocemos como dieta mediterránea ya que es la que se ha demostrado científicamente que es cerebrosaludable. 

Además de incidir en este tipo de alimentación, es bueno que los niños coman también grasas saludables presentes en aceite de oliva virgen, aguacates, frutos secos, pescado azul… Todo este tipo de alimentos son cerebrosaludables porque contienen grasas saludables que protegen y ayudar a esta formación del cerebro.

Aguacate con sus grasas saludables - Getty Images/iStockphoto

Eso es la teoría, pero la práctica se complica en el caso de muchos niños que no quieren comer lo que deben ya que por ellos los dulces, chucherías, hamburguesas, pizzas, nuggets o patatas fritas son más que suficientes para alimentarse. Por norma general, los niños nunca quieren comer lo que deben. Si fuese por ellos, los niños se alimentarían exclusivamente de patatas fritas, hamburguesas, pizzas, pasta… Sin embargo, los padres tienen la responsabilidad de enseñarles a comer de una manera sana; no obligándoles o con castigos, sino desde un punto de vista lúdico. 

"No hay que prohibir porque así lo que se va a conseguir es que el niño coma a escondidas y ese alimento prohibido se convierta en algo muy deseado. Hay que intentar educar el paladar para que coma comida real con el sabor real", insiste esta experta en psicología.

Además, no está de más no solo enseñarles a comer de manera sana y responsable, sino también implicarles en el proceso de cocinado. De esta forma, será más sencillo que un niño vaya conociendo los productos y esto siempre ayudará a que luego se lo coman con mucho más gusto y con muchas más ganas.

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