Sueño infantil: problemas, rutinas y regresiones

Descubre cómo afrontar problemas de sueño infantil, establecer rutinas saludables y acompañar las regresiones nocturnas con paciencia y respeto.
Bebé dormido en su cuna, envuelto en una manta, con luz tenue y fondo cálido desenfocado.
Un bebé duerme plácidamente en su cuna, arropado y en un ambiente cálido y seguro. Midjourney-RG

El descanso infantil es uno de los temas que más preocupan a madres y padres, y también uno de los grandes retos de la crianza. Los despertares nocturnos, las dificultades para conciliar el sueño, los terrores nocturnos o las famosas regresiones forman parte del desarrollo normal de los niños y, aunque resulten agotadores, suelen ser etapas transitorias.

Durante los primeros años, el sueño no sigue el mismo patrón que en los adultos: los ciclos son más cortos, los despertares más frecuentes y la necesidad de contacto y seguridad mucho mayor. Por eso, entender cómo evoluciona el sueño en cada etapa ayuda a las familias a ajustar expectativas y a no vivir estas situaciones como un fracaso.

Superar los problemas de sueño requiere rutinas sólidas, un enfoque respetuoso y mucha paciencia. No existen soluciones mágicas ni universales, pero sí estrategias que favorecen un descanso más reparador, como la creación de rituales previos a dormir, un ambiente adecuado y la respuesta sensible a las necesidades del niño.

En esta guía abordaremos los principales problemas de sueño infantil, qué hacer ante las regresiones y cómo acompañar a los niños con respeto, evitando métodos que generen ansiedad o desconexión emocional.

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El bebé se despierta porque su entorno ha cambiado. En su mente, no es solo sueño: es seguridad.
Un bebé durmiendo tranquilo (MIdjourney-RG).

Cuánto tiene que dormir un niño en función de su edad

El primer paso para fomentar una correcta rutina del sueño es saber las horas que debe descansar un menor en función de su edad.

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Higiene del sueño: el cimiento del descanso

La higiene del sueño es la base sobre la que se construyen noches más tranquilas. Se trata de un conjunto de hábitos y condiciones que facilitan que el niño se duerma con mayor facilidad y logre un descanso más reparador. No se trata de imponer reglas estrictas, sino de ofrecer un marco predecible y seguro que le ayude a asociar la hora de dormir con calma y bienestar.

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Rutinas estables

Establecer una hora regular para acostarse y levantarse, incluso los fines de semana, ayuda a que el organismo del niño regule su reloj biológico. La constancia es clave para que su cuerpo y su mente reconozcan cuándo es momento de dormir.

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Ambiente adecuado

Un dormitorio oscuro, ventilado, con temperatura fresca y libre de pantallas crea el entorno perfecto para inducir el sueño. Pequeños detalles, como una luz de compañía tenue o un objeto de apego, pueden aportar seguridad sin interferir en el descanso.

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Ritual predecible

Incorporar cada noche una secuencia de actividades relajantes —como leer un cuento, un abrazo cariñoso o escuchar música suave— le permite al niño anticipar lo que viene y bajar el nivel de activación. Estos gestos sencillos, repetidos con cariño, se convierten en señales poderosas para el cerebro que indican que ha llegado el momento de dormir.

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El vínculo y la seguridad comienzan en los detalles del entorno: cuida la higiene del sueño de tu bebé
Cuida la higiene del sueño de tu bebé (Midjourney-RG)

¿Qué son las regresiones del sueño?

Las regresiones del sueño son fases en las que un niño que dormía relativamente bien comienza a despertarse más, a resistirse a dormir o a demandar mayor atención nocturna. Aunque a primera vista parezcan retrocesos, en realidad son avances en su desarrollo: reflejan momentos de gran actividad cerebral, emocional y física.

Durante estas etapas, el cerebro del niño está aprendiendo habilidades nuevas —como sonreír, rodar, gatear, hablar o reafirmar su autonomía— que impactan directamente en su descanso. El sueño se fragmenta porque el sistema nervioso está reorganizándose, lo que genera despertares más frecuentes y una mayor necesidad de acompañamiento.

Al comprender que se trata de procesos normales y pasajeros, las familias pueden acompañar con más calma y empatía. Mantener rutinas estables y responder a las necesidades del niño con paciencia es clave para atravesar estas fases sin caer en la frustración.

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Frecuencias de las regresiones

Algunas regresiones del sueño frecuentes son:

  • 6 semanas: más alerta y demandante.
  • 4 meses: cambia la arquitectura del sueño y aparecen microdespertares.
  • 8–10 meses: gateo + ansiedad por separación.
  • 12 meses: autonomía creciente + lenguaje emergente.
  • 18-24 meses: fase del “no” y miedos nocturnos.

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Consejos contra las regresiones del sueño

Aunque son habituales, hay determinados hábitos y medidas que se pueden tomar específicamente en caso de regresiones del sueño.

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Un bebé llora inconsolable por la noche
Una madre trata de calmar el llanto nocturno de su bebé (Midjourney - RG)

Trastornos del sueño

Aunque la mayoría de los problemas de sueño infantil son fases evolutivas pasajeras, existen situaciones más intensas o repetitivas que pueden catalogarse como trastornos del sueño. No siempre implican una enfermedad, pero sí generan inquietud en las familias y pueden alterar el descanso cotidiano. Entre los más habituales en la infancia destacan las pesadillas y los terrores nocturnos, dos experiencias muy diferentes que conviene aprender a reconocer y manejar adecuadamente.

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Terrores nocturnos y pesadillas: cómo actuar

Los sueños forman parte natural del descanso infantil, pero en ocasiones aparecen experiencias que inquietan tanto a los niños como a sus familias. Es importante distinguir entre pesadillas y terrores nocturnos, ya que aunque puedan parecer similares, se manifiestan de manera distinta y requieren un acompañamiento específico.

La clave en ambos casos es mantener la calma, ofrecer contención emocional y no dramatizar. Con el tiempo, estas experiencias suelen disminuir hasta desaparecer. Si los episodios son muy frecuentes o afectan de manera significativa al descanso familiar, puede ser conveniente consultar con un especialista en sueño infantil o pediatría.

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Pesadillas

Suelen ocurrir durante la fase REM del sueño, generalmente en la segunda mitad de la noche. El niño puede despertarse asustado, llorar o llamar a sus padres, y al día siguiente recordar con detalle lo que soñó.

En estos casos, lo más recomendable es ofrecer calma y seguridad: escuchar, validar sus emociones, dar un abrazo y, si lo desea, hablar brevemente sobre lo ocurrido para ayudarle a relativizarlo. Rutinas tranquilizadoras antes de dormir, como leer cuentos relajantes o evitar contenidos que generen miedo, pueden prevenir su frecuencia.

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Terrores nocturnos

Se producen en fases de sueño profundo, a menudo en las primeras horas de la noche. El niño puede gritar, sudar, llorar o moverse con agitación, pero no está completamente despierto ni responde de forma consciente a la intervención de los padres. Aunque la escena resulte impactante, lo más recomendable es no intentar despertarlo ni sujetarlo con fuerza, ya que esto puede aumentar la confusión.

Lo mejor es asegurarse de que está seguro, acompañar en silencio y esperar a que el episodio pase. Al día siguiente, el niño no recordará nada.

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Narcolepsia infantil

La narcolepsia es un trastorno neurológico poco frecuente en la infancia, pero que puede tener un gran impacto en la vida diaria del niño. Se caracteriza por una somnolencia excesiva durante el día, acompañada en ocasiones de episodios repentinos de sueño en momentos inadecuados. También pueden aparecer otros síntomas como pérdida repentina de tono muscular (cataplejía), alucinaciones al quedarse dormido o despertares bruscos.

Detectarla a tiempo y contar con un diagnóstico médico especializado es fundamental para ofrecer al niño apoyo escolar, familiar y tratamiento adecuado que mejore su calidad de vida.

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En el estudio, las madres atendieron tres veces más al bebé durante la noche. No por mayor sensibilidad auditiva, sino por dinámica social.
Un bebé, desvelado por la noche (Midjourney-RG)

Cómo acompañar estos momentos desde la calma

Las regresiones y dificultades para dormir pueden resultar agotadoras, pero la manera en que los adultos responden marca una gran diferencia. Los niños perciben y absorben el contexto emocional, por lo que mantener la calma, la paciencia y la coherencia en las rutinas es fundamental para transmitir seguridad. No se trata de forzar el sueño, sino de acompañar y guiar con respeto.

Crear un entorno predecible y relajante ayuda a que el niño asocie la hora de dormir con tranquilidad. Incorporar pequeñas elecciones, como escoger el cuento o apagar la luz, le brinda sensación de control y favorece la cooperación. Del mismo modo, estar atentos a las señales tempranas de sueño —bostezos, frotarse los ojos, irritabilidad— permite actuar antes de que aparezca el cansancio excesivo, que suele dificultar aún más la conciliación.

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En algunos casos, recursos como el colecho seguro pueden ser un apoyo temporal, especialmente en noches de mucha demanda emocional. Las siestas emergentes también son útiles para equilibrar el descanso acumulado durante el día, evitando llegar a la noche con sobrecansancio.

Además, herramientas visuales como relojes de arena, luces de colores o rutinas ilustradas ayudan a anticipar el momento de dormir, especialmente en niños más mayores, que comprenden mejor las señales externas. Lo importante es ofrecer consistencia, flexibilidad y mucho cariño, entendiendo que estas etapas son pasajeras y forman parte del desarrollo natural.

Estrategias que funcionan:

  1. Rutinas predecibles (baño, cuento, oscuridad).
  2. Identificar señales de sueño (bostezos, irritabilidad).
  3. Involucrar al peque (elige el cuento, apaga la luz).
  4. Mantener la calma: el contexto emocional es clave.
  5. Colecho seguro como apoyo provisional.
  6. Siestas emergentes para restaurar el balance del día.
  7. Herramientas visuales como relojes de arena para anticipar el sueño.

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Una madre atiende a su bebé en la cuna de colecho

Colecho con seguridad y apoyo emocional

El colecho es una práctica cada vez más extendida en muchas familias, y lejos de ser un hábito negativo, puede convertirse en un recurso válido y beneficioso si se organiza con seguridad. Compartir el espacio de descanso facilita la lactancia nocturna, reduce los despertares y aporta al niño la sensación de protección y contacto que nec

El colecho no tiene por qué ser una decisión definitiva: muchas familias lo utilizan de manera temporal, en etapas de mayor demanda emocional o durante las regresiones del sueño, y lo van adaptando conforme el niño crece. Lo importante es que sea una elección consciente, informada y respetuosa con las necesidades de todos los miembros de la familia.esita durante los primeros años. Además, puede mejorar la calidad del sueño de toda la familia al disminuir la ansiedad y los desvelos prolongados.

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Cunas de colecho

La opción más segura es la cuna adosada a la cama, que permite mantener la cercanía física sin compartir el mismo colchón. Si se decide dormir en la misma cama, es fundamental seguir pautas de seguridad: evitar colchones blandos, cojines o mantas sueltas que puedan cubrir al bebé, y nunca practicar colecho si algún adulto ha consumido alcohol, fármacos sedantes o tabaco, ya que aumentan el riesgo de accidentes.

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Un bebé duerme en una cuna de colecho

Errores frecuentes a evitar

El sueño infantil no siempre sigue un camino lineal, y muchas veces las familias, con la mejor intención, ponen en práctica medidas que en lugar de ayudar terminan dificultando el descanso. Conocer los errores más habituales permite afrontarlos a tiempo y crear un entorno más favorable para dormir.

Uno de los más comunes es intentar forzar un solo ciclo largo de sueño, esperando que el bebé duerma como un adulto. En realidad, sus ciclos son más cortos y fragmentados, por lo que los despertares frecuentes son normales y forman parte de su desarrollo neurológico.

También conviene evitar encender luces fuertes en los despertares nocturnos, ya que esto interrumpe la producción de melatonina y dificulta que el niño vuelva a conciliar el sueño. Una luz tenue o un tono cálido son suficientes para atenderle sin alterar demasiado su descanso.

Otro error frecuente es cambiar las rutinas cada pocos días. La inconsistencia genera confusión y aumenta la resistencia a dormir. Mantener rituales predecibles transmite seguridad y facilita que el niño asocie determinadas señales con la hora de dormir.

Asimismo, es importante no ignorar las señales de cansancio. Los bostezos, el frotarse los ojos o la irritabilidad son indicadores claros de que el niño necesita dormir; si se pasa ese umbral, puede entrar en sobrecansancio y costarle más relajarse.

Por último, conviene no introducir nuevos hábitos durante las regresiones. Estas etapas son pasajeras y suelen resolverse con paciencia; cambiar constantemente de estrategia solo añade más estrés al proceso.

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El sueño del bebé y su impacto en la familia
El sueño del bebé durante los primeros meses puede ser un motivo de caos en la familia. - Imagen: Midjourney / PF

El sueño no es un problema

El sueño infantil no es un camino recto, pero con empatía, constancia y resiliencia, cada etapa puede ser atravesada con menos tensión. Recuerda que estás acompañando un aprendizaje profundo, no un problema a resolver.

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