Los problemas de salud mental que estamos viviendo en la sociedad actual, para esta conocida y reputada psicopedagoga, están muy relacionados con esa idea absurda que hemos desarrollado de vivir en una especie de placer continuo equiparable a la felicidad.
Para Mar Romera, tal y como entendemos en la sociedad la idea de felicidad es equiparable a vivir “en un gran parque temático, se está contento en ese momento, pero no se es feliz”, son emociones y conceptos diferentes aunque puedan convivir el uno con el otro en algunos momentos.
La felicidad no es una condición del ser humano, es una emoción más y los seres humanos “necesitamos vivir todas las emociones para entrenarlas, como si de un gimnasio se tratara”. Un gimnasio emocional al que necesita ir nuestro cerebro para entrenar las distintas emociones y no una sola por muy positiva y apetecible que nos parezca por ejemplo para nuestros hijos, ella defiende que “hay que vivirlo todo y hacernos responsables de nuestros actos.”
Firme defensora de que no existen eso que algunos llaman emociones “buenas” y emociones “malas”, ella ni siquiera comparte la definición de emociones negativas o positivas, ni tampoco agradables o desagradables porque “todo eso es un constructo social”.

La alfabetización emocional
La importancia de aprender a gestionar nuestras emociones desde que somos niños, debe empezar según lo explica Mar Romera en sus charlas y en sus libros por “la alfabetización emocional, es decir, cómo se llama lo que estoy sintiendo”, identificar lo que sentimos para poder gestionarlo después.
“Las palabras son como el cerebro, hay que entrenarlas mucho para que salgan fácil” y en ese sentido y partiendo de la necesidad que tenemos los seres humanos de sentir todo tipo de emociones ella habla de “emociones oportunas e inoportunas” y lo explica de una forma muy sencilla y muy fácil de entender, sobre todo por los que somos padres: “Sentir miedo en una calle oscura en una ciudad desconocida puede ser oportuno” porque vamos a estar más atentas al entorno, porque vamos a tratar de buscar una salida de ese lugar y sin embargo “sentirlo en mi casa es inoportuno”.
Una vez superada la alfabetización emocional pasaríamos a poder elegir “la emoción oportuna, el momento oportuno, con la intensidad oportuna y la persona concreta” lo que la propia Romera define como “excelencia emocional”.
Pero para eso, para poder elegir primero “tengo que entender cuáles son las emociones” y por tanto tengo que haber podido vivirlas, sentirlas y reconocerlas, el problema es que “hay una serie de errores sociales que nos llevan a nombrarlas mal y a no tener conciencia emocional”, según puntualiza ella misma.
Para enseñar a nuestros hijos a gestionar sus emociones, según señala Mar Romera, es imprescindible que les acompañemos mientras viven y sienten todas aquellas emociones que rodean y rodearán sus vidas, que les ayudemos a nombrarlas, a identificarlas y a gestionarlas poco a poco, día a día, viviéndolas juntos y siendo su ejemplo porque como ella misma señala “los niños no aprenden nada de lo que les digamos, nos aprenden a nosotros.”

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