Diez hábitos de los padres que causan daño a sus hijos con su comportamiento

Tener el carnet de padre o madre no implica ser poseedores de la verdad universal; también podemos equivocarnos como seres humanos que somos. Lo importante es ser capaces de detectar los hábitos negativos que causan daño a nuestros hijos e hijas.
El castigo y sus alternativas

Como seres humanos que somos, los adultos también cometemos errores. Y esto no es una excepción en la crianza. A menudo con la mejor intención, en otros casos por ignorancia o desconocimiento del daño que nuestras acciones pueden causar a los niños, tomamos decisiones o tenemos comportamientos que son inapropiados, que dañan la autoestima de nuestros hijos e hijas.

Son hábitos de todo tipo, pero todos ellos tienen un denominador común: son negativos; conllevan consecuencias graves para los peques porque les dañan emocionalmente y/o físicamente. Y el daño que generamos los adultos en nuestros hijos puede dejar heridas cuyo dolor perdura incluso una vez cicatrizadas.

Evidentemente, no todos los hábitos negativos que cometen los padres que dañan a sus hijos tienen las mismas consecuencias. No son todos igual de graves, pero son acciones o comportamientos que conviene corregir, de ahí que se puedan todos en el mismo saco, el de las cosas a corregir.

Es importante recordar de nuevo que podemos fallar, que nadie es perfecto. Pero también es esencial ser capaces de reconocer dichos errores, de ser conscientes de que no por ser padres o madres ya somos poseedores de la verdad universal y lo hacemos todo bien.

No te preocupes si te ves reflejado o te reconoces en alguno de estos hábitos negativos. Todos, incluso los más graves, se pueden corregir.

Daños emocionales

Diez hábitos de los padres que dañan a sus hijos

A continuación, recopilamos diez de los hábitos negativos más habituales de los padres y madres que dañan a sus hijos e hijas.

  • Deslegitimar: es habitual que al comunicarnos con nuestros hijos e hijas no legitimemos sus opiniones, pensamientos y deseos. Y todos los expertos en crianza positiva insisten en que es el primer error de base, ya que es esencial para abrir una vía de comunicación respetuosa y eficaz con ellos legitimar aquello que nos transmiten.
  • Anular: además de no legitimar, hay padres y madres que directamente anulan a sus hijos e hijas. ¿Cómo? Por ejemplo, negándoles la oportunidad de expresarse, o rechazando que quieran hacer este deporte o estudiar determinada opción que no encaja con lo que sus progenitores tienen pensado para él o ella.
  • Ignorarles: en cualquier conversación cotidiana, preferir escuchar a otra persona que esté en ese momento con vosotros, o ponerte con el móvil. O simplemente cambiar de tema sin atender la llamada de atención de tu hijo o hija. Esto es muy habitual en algunos progenitores, y daña mucho a los peques. Y por consiguiente, la comunicación y el vínculo con ellos.
  • Falta de apoyo emocional: no brindar apoyo emocional a los niños cuando lo necesitan puede hacer que se sientan desatendidos y inseguros. Les daña. Y a veces lo hacemos los adultos porque no le damos suficiente importancia a lo que nuestros hijos e hijas sí se la dan.
  • Agredir: verbalmente, por supuesto, es una forma de dañar a nuestros hijos e hijas. Esto ocurre a menudo a través de comportamientos impulsivos que conllevan gritos y comentarios negativos. Y, por supuesto, también incluimos en este hábito de la agresión física, del cachete (o peor) “de toda la vida”. Que sea de toda la vida no quita para que ese gesto no sea una agresión.
Niño triste
  • Sobreexigencia: cuántos son los adolescentes o jóvenes que, quemados por la exigencia que han vivido desde la niñez en su entorno familiar, reconocen que prefieren cambiar de aires, tirar la toalla o sufren problemas de salud mental derivados por esta sobreexigencia. Muchos. Recuerda, además, que el camino es más importante que el resultado final.
  • Comparaciones: comparar es inevitable, ya sea con hermanos y hermanas o con amigos del cole de la misma edad. Pero comparar es un hábito dañino porque nos desequilibra. Por arriba o por abajo. Rara vez conlleva algo positivo comparar a nuestros hijos; y, sin embargo, podemos dañar mucho su autoestima, así que tratemos de evitarlo.
  • Favoritismo: es un hábito típico familiar que entronca con el anterior. Todavía existen los favoritismos entre hijos, nietos o sobrinos. Y si tienes preferencia por alguno, no cuesta tanto llevarlo por dentro y no mostrarlo. Evitarás herir a los demás peques.
  • Castigos excesivos o inadecuados: consecuencias reparadoras siempre, porque la falta de límites es otro hábito dañino, pero los castigos descontextualizados e inadecuados siempre tienen una consecuencia en el autoestima de los niños y niñas. Y es una consecuencia negativa.
  • Sobreprotección: del mismo modo que el castigo y la jerarquía mal entendida son hábitos muy negativos que dañan a los niños, también lo es la sobreprotección, porque no les dejamos ser ellos y ellas. Puede parecer que les evitamos sufrir, pero a medio y largo plazo esta sobreprotección puede conllevar consecuencias muy negativas para los peques. 

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