No hay duda que los abuelos pueden desempeñar un papel maravilloso y sumamente especial dentro de la familia. Y, en cierto sentido, parte de ese rol dice que, en la mayoría de las ocasiones, suelen tener un poco más de libertad con los nietos. Por ejemplo, pueden llevarlos a tomar un helado o a tener algunas chucherías guardadas en casa a modo de sorpresa, o simplemente dejarles que se queden despiertos un poco más tarde que de costumbre.
Idealmente, los abuelos facilitan enormemente la vida a los padres. Están ahí cuando se los necesita, especialmente en aquellos momentos en los que la mamá o el papá tiene que marcharse a trabajar y no hay colegio (durante las vacaciones de verano, por ejemplo), o incluso cuando salen a comer juntos o a cenar…
Pero pueden acabar surgiendo algunos problemas cuando los abuelos se entrometen, interfieren o socavan lo que dicen los padres. Y cuando, en particular, los abuelos tienden a no seguir las mismas reglas de crianza que sus hijos. ¿Qué podemos hacer en estos casos, y cuáles son los problemas que habitualmente ocurren? Es de vital importancia crear una relación saludable entre abuelos y nietos, especialmente cuando tenemos que sus acciones -o su forma de criarlos- puedan terminar afectando negativamente a nuestros hijos.
Podríamos decir que es prácticamente inevitable que tengamos diferencias con los abuelos al abordar la paternidad y la propia crianza en sí de nuestros hijos. Como opinan muchos expertos, se trata de algo que casi se convierte en un auténtico rito de iniciación. Cuando nos convertimos en padres, es normal que empecemos a averiguar qué es lo que nos funciona. Y, en muchas ocasiones, es bastante probable que tengamos que analizar la diferencia de opiniones con la posible existencia de una amenaza “real” de daño a nuestros hijos, para luego decidir exactamente qué podemos hacer al respecto.
Aunque esto puede ser enormemente positivo, la realidad es que, hoy en día, contamos con muchísima más información, en comparación con la que tenían nuestros padres hace apenas unas décadas, cuando nosotros éramos pequeños. Y podríamos poner un simple y sencillo ejemplo: antaño se pensaba que las nalgadas eran beneficiosas porque “educaban a los niños”. Sin embargo, en la actualidad existen bastantes investigaciones que han demostrado que esto no solo no es cierto, sino que pueden convertirse en una forma de crianza tremendamente peligrosa para el desarrollo psicológico y emocional del niño.
Y esto se convierte en un ejemplo bastante claro de cómo existen ciertas prácticas de crianza que justifican la adopción de una postura firme, al servicio del cumplimiento de nuestro deber a la hora de proteger y cuidar a nuestros hijos.
No obstante, también es común que puedan existir áreas de diferenciación que tiendan a ser más sutiles. Y que, a fin de cuentas, no representen ningún tipo de amenaza directa para el bienestar de nuestros hijos. Es justo aquí donde debemos sopesar los riesgos que podemos ver de las diferencias en los estilos de crianza, y filosofías de vida, con los beneficios de la relación abuelo-hijo.
Y es que los estudios han demostrado que las relaciones cercanas entre abuelos y nietos presentan beneficios saludables para todos los involucrados. Pero junto con los beneficios también existen una serie de desafíos relacionados directamente con la crianza de los hijos cerca de los abuelos.
Es tremendamente habitual que los abuelos “malcríen” a los nietos con dulces y chucherías (en definitiva, con alimentos malsanos que posiblemente nosotros no les damos en casa), ignoren la hora a la que en realidad deberían acostarse, o incluso animen a los niños a mentirles sobre lo que se les permitiría hacer.
Qué hacer cuando los abuelos no respetan nuestras reglas de crianza
Hablarles acerca de cómo nos sentimos
Aunque puede ser difícil imaginar que el abuelo o la abuela no es capaz de darse cuenta de que ha sobrepasado un límite, es conveniente darles el beneficio de la duda, puesto que la crianza de los hijos hoy es diferente a como se hacía hace 30 o 40 años. Es más, cada familia es diferente.
Por tanto, la solución empieza con hacerles comprender que sus decisiones tienen consecuencias reales tanto para ellos como para su propia familia. Por ejemplo, si les dan a los niños todo lo que piden, luego serán los padres los que acabarán lidiando con las rabietas, mientras que los abuelos vuelven a su hogar, tranquilo y organizado.
Además, es común que las relaciones funcionen mejor cuando ambas partes se sienten escuchadas y respetadas. Y, para conseguirlo, es de vital importancia comunicar claramente las reglas, y explicarles por qué son necesarias e importantes para nosotros como padres.
Ponerse en sus propios zapatos
A menudo los abuelos sienten que también tienen su propio trabajo que hacer. Y aunque algunos abuelos pueden ser más estrictos con sus nietos de lo que fueron con sus hijos, es más frecuente que los abuelos tiendan a malcriar a sus nietos. Aunque es esencial hablar todo aquello que nos pueda molestar, también debemos intentar ser comprensivos. Y, cuando podamos, simplemente dejarlo pasar.

Establecer límites
Aunque siempre es adecuado ser comprensivos, también es justo y necesario establecer una serie de límites básicos. Así, una vez que hayamos reconocido los sentimientos de los abuelos, y les hayamos explicado nuestras reglas, el objetivo fundamental es intentar negociar un punto que agrade a ambas partes.
Para la mayoría de las familias, romper los límites solo ocurre en algunas ocasiones. Pero cuando sucede, y no se aborda, puede convertirse en un problema que causa conflicto. Y puede todavía ser peor cuando, por ejemplo, los abuelos proporcionan cuidados de rutina, o incluso cuando viven con los nietos en una misma casa. En estos casos, la probabilidad de que surjan problemas de límites aumenta considerablemente.
Tal y como opinan muchos expertos, los límites saludables se convierten en una parte importante y esencial de cualquier relación. Y cuando se usan de forma efectiva, ayudan a establecer expectativas relacionadas con la relación, alentando a las personas involucradas en ella a tratarse con la máxima atención y respeto.
Y son fundamentales en las relaciones entre padres y abuelos porque establecen expectativas y roles, y también brindan una estructura que evita que los niños puedan verse atrapados en el medio, o confundirse.
Por ejemplo, los padres pueden sentir que su propia autoridad se está viendo socavada (a la vez que los niños pueden sentir que están siendo atacados), de manera que sobrepasar los límites también puede hacer que los padres se sientan juzgados. Sin embargo, cuando se establecen -y respetan- los límites, los padres se sienten seguros en su función de criar a sus hijos, y los abuelos pueden disfrutar de su función sin la responsabilidad que conlleva la crianza de los hijos.
Consejos útiles que te serán de ayuda
- Actuar. En el momento en que notemos que surge un patrón negativo, o que los abuelos han hecho algo sobre lo que no estamos del todo de acuerdos, es imprescindible tratarlo y abordarlo rápidamente.
- Escoger el momento. Elige un momento en el que todos estén tranquilos para poder discutir los conflictos con calma. En esos instantes debemos recordar siempre que los abuelos se preocupan por nuestros mejores intereses, y también por los de los nietos. En estos casos, es fundamental poner las necesidades del niño primero, no las nuestras.
- Adaptarse. Como ya te hemos explicado en algún que otro momento, los consejos sobre la crianza de los hijos -a menudo- cambian de una generación a la siguiente. Por este motivo, es bastante posible que existen algunas ideas que suscriba el abuelo o la abuela, muy probablemente con las que fuimos criados en su momento, pero que ahora, sin embargo, se encuentran obsoletas.
La importancia de trabajar juntos
Los abuelos serviciales son tan maravillosos como encantadores. Y, además, es normal que la mayoría de los padres están encantados de tenerlos en sus vidas, porque siempre están cuando más se les necesita. Ya sea, por ejemplo, para ayudar cuando el bebé nace y llega por primera vez, o cuidarlos incluso cuando los padres desean salir unas horas. En estos casos, es importantísimo tener un sistema de apoyo confiable y cariñoso.
Y es de vital importancia evitar hacer aquellas cosas que podrían molestar a los padres. Por ejemplo, podría ser tan simple como dejar que los nietos vean demasiado tiempo la televisión, o que jueguen con la tablet todo el día.
Pero este es un trabajo conjunto, de padres y abuelos. En el caso de los abuelos, incluso aunque no estén del todo de acuerdo con las reglas de crianza y con las pautas establecidas por los padres, es fundamental respetarlas siempre. Y debemos recordar algo todavía más importante: los abuelos son abuelos, no padres, por lo que no deben usurpar su autoridad, ni mucho menos hacer lo que quieran.
De esta forma, si los abuelos desean pasar más tiempo con sus nietos, deben igualmente asegurarse de hacer las cosas de la manera que sus padres quieren que se hagan.