En un mundo en el que la tecnología avanza con la misma velocidad que nuestros hijos crecen, CUPRA lanza una propuesta que parece suspendida entre lo tangible y lo onírico: el CUPRA Tindaya Showcar. Presentado en la IAA de Múnich 2025, este prototipo encarna una vuelta valiente a los orígenes emocionales del automóvil, poniendo al conductor en el centro y reivindicando una conexión casi íntima entre persona, emoción y máquina.
Durante 15 meses de investigación, experimentación de texturas, diseño paramétrico y retos de color, los equipos de diseño de CUPRA han explorado nociones de vida, transformación y alma. No es un ejercicio meramente estético: es una manifestación punzante de lo que la marca anticipa como su horizonte futuro.
Para las familias que aman los automóviles, este showcar representa algo más que un objeto: es una invitación a redescubrir el placer de conducir, la emoción de cada gesto, la posibilidad de un coche que “respira”, reacciona y transforma. En sus puertas que se abren hacia los lados, en ese “prisma de cristal” interior que responde a la luz y al tacto, late una aspiración de reinventar la experiencia del coche como un espacio sensible.
Este viaje hacia lo desconocido resume tres grandes pilares: Origen, Vivo y Transformación. En cada uno de ellos se encierra una parte del relato que CUPRA desea contar —y que nosotros, como lectores sensibles a la vida familiar, podremos imaginar como futuros acompañantes de nuestras rutas, escapadas y memorias sobre ruedas.
Origen: el conductor como eje
Desde el primer trazo, el diseño del Tindaya parte de una premisa sencilla pero poderosa: “No drivers, no CUPRA”. Eso significa que todo —la geometría exterior, la disposición interior, los elementos funcionales— pivota alrededor de la experiencia del conductor.
Los departamentos de diseño exterior, interior, digital y color trabajaron como un solo cuerpo para que cada detalle esté orientado a ese vínculo conductor–vehículo. Las puertas que se abren hacia los lados (como alas), por ejemplo, liberan el espacio interior y permiten que la persona experimente el interior como un santuario personal.
Este retorno simbólico a los orígenes, más analógico que digital, pretende que la emoción al volante sea algo palpable. Para una familia, eso significa que el coche no es solo un contenedor de trayectos, sino un espacio vivible que reacciona, acompaña y no desvanece la presencia humana en favor de la tecnología.

Vivo: el coche como organismo sensible
Una de las apuestas más potentes del Tindaya es que “cobra vida”. Los diseñadores lo describen como un ser con mirada, respiración interna y corazón. En la estética exterior, las líneas buscan evocar el cuerpo humano y una “mirada firme” a través de pupilas triangulares.
En el interior, destaca un prisma de cristal que responde al tacto, generando luces y sonidos para ofrecer tres experiencias diferenciadas. Las texturas y materiales hápticos también juegan un papel crucial: superficies que reaccionan ante el toque, que cambian entre brillo y mate, entre lo opaco y lo transparente.
Para una familia apasionada por el automóvil, esta visión añade una dimensión sensorial: pensar en un coche que te habla —no en voz literal, pero en tacto, textura, luz—, puede convertir cada trayecto en una vivencia más rica, más envolvente.

Transformación: el arte del cambio constante
Nada en el Tindaya permanece fijo. En la visión de CUPRA, el vehículo es un ente en constante metamorfosis, incluso cuando está detenido.
Los colores exteriores se fusionan y evolucionan; las llantas cambian según el ángulo de visión; las texturas paramétricas mutan en tiempo real. El desarrollo del color fue especialmente arduo: fusionar dos tonos mediante procesos artesanales para lograr armonía con las formas.
Este espíritu transformador es una promesa de futuro: los modelos que vendrán aspirarán a incorporar esa fluidez estética y emocional. Para quienes buscan un coche que evolucione con ellos, no solo en prestaciones, sino en expresión visual, el Tindaya se convierte en un faro de inspiración.

Proceso creativo: 15 meses de exploración
Detrás del showcar hay quince meses de experimentación continua: pruebas de textura, simulaciones digitales, prototipos físicos, ajustes de color.
Cada fase implicó un diálogo entre diseño, tecnología y emoción. Fue necesario tomar riesgos, desentrañar conceptos abstractos, redefinir materiales y procesos.
Ese proceso, más que un mero ejercicio técnico, fue una experiencia vital para los diseñadores, que confiesan que los retos los enriquecieron profundamente —y que su eco se hará sentir en las próximas generaciones de modelos.

Materiales sensibles y cambio de estado
Los materiales del Tindaya no son estáticos: lo que es mate puede volverse brillante, lo suave puede endurecerse, lo sólido puede disolverse en lo transparente.
Este juego de estados permite que el vehículo “respire”, que reaccione, que transmita emoción con cada cambio. Para una familia, esto significa que cada viaje podría sentirse distinto: nuevamente revela su carácter, adapta su presencia, transforma su aura.
Estas decisiones materiales se acompañan de diseño paramétrico underskin: estructuras invisibles que actúan bajo la superficie para modular textura, luz y tacto.

Colores orgánicos y fusión cromática
Desarrollar el color fue uno de los mayores desafíos. Se trabajó con métodos artesanales para fusionar tonos que dialogan con las superficies curvas del coche.
No es solo estética: esta armonía cromática potencia la sensación de movimiento, de transformación continua. Para quienes aprecian el diseño refinado, resulta fascinante ver cómo un mismo vehículo puede “cambiar de piel” según la luz, el ángulo o el estado emocional de quien lo mira. Así, el color no es un añadido superficial, sino un componente narrativo que contribuye al relato de vida del vehículo.

Puertas laterales: concepto y funcionalidad
Las puertas del Tindaya se abren hacia los lados (tipo “alas”) para liberar espacio interior y reforzar el impacto visual. Esa geometría liberta la cabina, ofrece una experiencia más fluida al entrar y salir, y refuerza la idea de que el coche es un refugio conectado contigo.
Para una familia, esto puede significar mayor comodidad en movimientos de puerta, mejor acceso para niños y bebés, y un aire de teatralidad que transforma un simple acto cotidiano en momento memorable.

Interfaz emocional: luz, tacto y sonido
La interacción del usuario con el coche atraviesa varios sentidos: hay reacciones luminosas, respuestas táctiles y estímulos sonoros. El prisma de cristal del interior es punto clave en esta sinfonía sensorial: reacciona frente al contacto, desplegando experiencias variadas de luz y sonido. Este enfoque no busca reemplazar lo digital, sino equilibrarlo con lo físico. Así, un gesto con la mano o un contacto en la superficie puede generar una respuesta emocional, no solo funcional.

Impacto en la línea futura de modelos
El Tindaya no es un capricho aislado: es una hoja de ruta visual y conceptual para los modelos que vendrán. Las soluciones de textura reactiva, la metamorfosis visual y la interacción sensible se verán reflejadas en la próxima generación de CUPRA.
De hecho, el éxito imparable de CUPRA impulsa a SEAT S.A. en 2025, marcando un antes y un después en la historia del grupo automotriz. Este crecimiento sostenido no solo habla de cifras, sino de una visión que conecta profundamente con un público que busca diseño, innovación y emoción en cada detalle.
Para las familias que buscan un coche que combine carácter emocional con utilidad diaria —espacio, comodidad, estética— ese futuro es estimulante: un coche que crece contigo, que vive contigo.

Riesgos y desafíos del diseño extremo
Una propuesta tan ambiciosa no está exenta de riesgos. Integrar materiales sensibles, interfaces hápticas y transformación visual requiere enormes esfuerzos técnicos. Por un lado, está el desafío de fiabilidad, durabilidad y costos. Por otro, la necesidad de garantizar que el coche siga siendo funcional, seguro y práctico para el uso cotidiano familiar. CUPRA asume estos retos con valentía: se vislumbra una marca dispuesta a tomar riesgos para redefinir lo que un automóvil puede significar emocionalmente.

Emoción vs funcionalidad: un equilibrio delicado
El Tindaya no sacrifica lo digital por lo analógico, sino que busca un equilibrio. Aunque haya una vuelta simbólica hacia lo físico, sigue integrando tecnología digital espectacular cuando debe.
Y eso se refleja también en modelos que ya están en nuestras calles: vehículos como el CUPRA Formentor, con más de 100 km en eléctrico y un diseño que enamora, nos demuestran que la visión de la marca no es solo conceptual, sino tangible, familiar y accesible para quienes quieren sostenibilidad sin renunciar al estilo.
Para las familias modernas, ese balance es esencial: queremos estética emocional sin renunciar a conectividad, seguridad, usabilidad. Un coche que “sienta” pero también responda.

Un viaje hacia lo desconocido… que ya está llegando
El CUPRA Tindaya Showcar es un acto de fe hacia el mañana: un coche que respira, que se transforma, que se conecta contigo más allá de los bits. Aunque por ahora es un protipo, su espíritu ya resuena. En las decisiones de diseño de CUPRA, en sus futuras líneas y en el modo en que concebimos el coche como compañero emocional de la vida familiar.

En este nuevo viaje hacia lo desconocido, las familias estamos invitadas a imaginar rutas donde emoción, diseño y funcionalidad convergen. Y a soñar que el automóvil del mañana no solo nos lleve de un punto a otro, sino que nos acompañe.