Un reciente estudio alerta de la caída de la tasa de natalidad en todo el mundo

En España, la falta de acción política y la estructura del mercado laboral agravan el problema, según los expertos
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La revista científica The Lancet ha publicado un informe demográfico que pronostica un descenso de la tasa de natalidad en todo el mundo y alerta de las consecuencias económicas que este hecho va a suponer y que comenzarán a hacerse perceptibles desde el año 2030.

La investigación, llevada a cabo por el Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME) predice que en 2050 más de tres cuartas partes de los países del mundo (155 de 204) no tendrán tasas de fecundidad lo suficientemente altas como para seguir manteniendo el tamaño de su población. El porcentaje se incrementará al 97% en 2100.

Los autores del estudio afirman que "la fertilidad está disminuyendo a nivel mundial por debajo del nivel de reemplazo en más de la mitad de todos los países y territorios en 2021”.

Desde 2000, las tendencias muestran que solo un pequeño número de países tuvieron un ligero repunte de la fertilidad después de mínimos históricos, sin que ninguno pudiera alcanzar el nivel de reemplazo.

Además, la distribución de los niños que nacen en todo el mundo está cambiando, concentrándose en las zonas del mundo con mayor inestabilidad geopolíticas.

El estudio de The Lancet prevé que la tasa de fecundidad mundial caerá por debajo del nivel de reemplazo (2,1 hijos por mujer) en torno a 2030, mientras que la previsión de Naciones Unidas es que esto ocurra en torno a 2050

Recién nacido durmiendo - Getty Images

"Las tasas de fertilidad futuras seguirán disminuyendo en todo el mundo y se mantendrán bajas aunque se incentiven las políticas de apoyo a la natalidad, apuntan, por lo que "estos cambios tendrán consecuencias económicas y sociales de gran alcance debido al envejecimiento de la población y la disminución de la fuerza laboral en los países de ingresos más altos, combinados con una proporción cada vez mayor de nacidos vivos entre las regiones ya más pobres del mundo”, alertan los investigadores.

Esta tendencia implica desde ahora mismo y a lo largo de todo el siglo cambios en los sistemas sociales, económicos y geopolíticos a los que habrá que hacer frente.

La necesidad de instaurar cambios desde ya

Los autores advierten de que ante este escenario, los gobiernos nacionales deben planificar ya la respuesta a las amenazas que estos cambios supondrán para la economía, la seguridad alimentaria, la salud, el medio ambiente y la seguridad geopolítica.

"Los nacimientos cada vez estarán más concentrados en las zonas del mundo más vulnerables al cambio climático, la escasez de recursos, la inestabilidad política, la pobreza y la mortalidad infantil", apunta Teresa Castro Martín, profesora de Investigación en el Instituto de Economía, Geografía y Demografía (IEGD) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en la plataforma científica Science Media Center (SMC) España.

Padres con bebé recién nacido - Getty Images/iStockphoto

Esta experta resalta la importancia de considerar el impacto que podrían tener las políticas familiares, como la ampliación de los permisos parentales, la universalización de las escuelas infantiles, las ayudas a los cuidados infantiles o facilitar el acceso a los tratamientos de reproducción asistida en los países con una fecundidad muy baja. "Quizá el impacto sería modesto", reconoce, "pero podría evitar que la fecundidad siguiera descendiendo”.

Por otra parte, Mariona Lozano Riera, socióloga e investigadora en el Centre d'Estudis Demogràfics (CED) de Cataluña también reflexiona sobre la caída de las tasas de natalidad en países con ingresos altos: “Las cifras están en descendiendo desde hace décadas. Hace treinta años que nacen pocos niños y, por tanto, las mujeres que hoy en día están en edad de tener hijos son pocas”, indica esta experta en declaraciones recogidas por el diario Expansión.

"Esto puede tener consecuencias económicas y sociales, como por ejemplo la sostenibilidad de los sistemas públicos de pensiones y la financiación de los Estados del bienestar".

Aunque esto implica esta tendencia producirá un cambio y el sistema del futuro será muy distinto a como lo conocemos ahora, Lozano Riera no cree que el Estado de bienestar esté en peligro sino que evolucionará hacia otros modelos: “De hecho, ya se está produciendo una transformación silenciosa hacia modelos en los que hay una cifra básica, todos cobran la misma pensión y los extras dependen de planes de pensiones privados o establecidos por convenios colectivos".

Consecuencias en España

Para el caso español en concreto, indica que "el problema no es tanto la falta de trabajadores como la baja productividad del sistema económico español. España tiene un mercado laboral que está muy sesgado hacia sectores de baja productividad y poco valor añadido, como el caso de la construcción, y hay muy poca inversión en I+D".

Paradójicamente, "ahora tenemos las generaciones jóvenes más formadas de la historia, pero son generaciones que han sufrido varias crisis económicas. Además, estos jóvenes tienen un mercado laboral muy temporal y salarios muy bajos, con lo que sus contribuciones son muy bajas también".

"Con lo cual es cierto que la demografía no resulta muy buena para sostener el sistema de pensiones actual, pero no es la culpable, sino que la falta de acción política y las condiciones estructurales del mercado de trabajo español agravan el problema".

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