6 frases habituales que decimos a los niños e invalidan sus emociones

Son aquellos mensajes que a menudo soltamos de manera automática, porque lo hicieron así con nosotros, y no caemos en la consecuencia tan negativa que puede conllevar.

La comunicación es uno de los puntos en los que más margen de mejora tenemos los adultos con respecto a la infancia y los adolescentes. Sobre todo los padres, pero en general, todas las personas adultas, ya que en mayor o medida nos interactuamos con niños y jóvenes en distintos momentos.

Por mucho que los expertos divulguen sobre cómo deberíamos dirigirnos a ellos, sobre la conveniencia de cuestiones como la legitimación, de limitar los mensajes jerárquicos o de fomentar la diversidad y la inclusión a través de nuestros puntos de vista, lo cierto es que seguimos influyendo de manera negativa en él autoestima y el bienestar de los niños y niñas a través de lo que psicólogos y psicólogas como Marta Segrelles denominan “mensajes invalidantes”.

En un post de Instagram muy interesante que merece la pena que conozcas, la especialista explica que de vacaciones ha seguido oyendo este tipo de mensajes de adultos a menores de edad en conversaciones cercanas. “Hago hincapié en “continuamente” ya que estos mensajes a veces los soltamos automáticamente o como impulso sin darnos cuenta, pues es que ya nos han dicho antes y viene de manera transgeneracional y social, el problema es cuando es la única manera de comunicarnos de manera común repetida”, explica la psicóloga, que reconoce que a menudo son mensajes que damos por buenos simplemente porque nos los metieron en cabeza de pequeños a nosotros primero y no hemos reparado en ellos lo suficiente. La importancia de la reflexión y la autorrevisión, especialmente cuando somos padres y madres.

Mensajes que afectan a su personalidad

Marta Segrelles denuncia que “en nuestra sociedad es más común escuchar un mensaje invalidante que uno que recoja nuestro mundo interno emocional”, e incide en la importancia que tiene “identificar estos mensajes para darles la vuelta hacia unos más comprensivos, compasivos y que transmitan aceptación en vez de rechazo”.

Para ello, comparte varios ejemplos de comentarios que hacemos los adultos a los niños y niñas invalidando su personalidad y sus gustos que son de los más habituales en su consulta y a su alrededor. Y a continuación expone la consecuencia que puede conllevar dirigirnos a los peques en estos términos o similares.

Son los siguientes ejemplos. Puede que estés de acuerdo o no con ellos, pero vienen de una voz autorizada en la materia y siempre es enriquecedor escucharlas y prestarlas atención para poder reflexionar sobre lo que nos dicen.

  • “¿Cómo te pueden gustar esos dibujos?” Y hoy creo que mis gustos e intereses no son válidos si son diferentes al resto.
  • ¿Te vas a poner así por eso?”. Y hoy creo que mis emociones son exageradas.
  • “Qué graciosa, mira como anda, qué torpe”. Y hoy no confío o dudo de mis habilidades y capacidades.
  • “Pues como vas a estar cansada, si no has hecho nada”. Y hoy necesito que todo esté perfecto antes de parar, disfrutar…
  • “Con ese carácter, nadie te aguantara”. Y hoy creo que cuando descubran cómo soy, se irán de mi lado.
  • “Es tu deber sacar buenas notas”. Y hoy me cuesta reconocer mis logros.
  • “Deja de ser tan pesada, estamos hablando los mayores”. Y hoy prefiero aislarme que pedir ayuda
  • Tienes que ser buena y ayudar más”. Y hoy me cuesta priorizarme y poner límites.
  • “Deja de moverte, para ya por favor”. Y hoy me bloqueo en momento que necesito moverme.

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  • Eugenio Manuel Fernández Aguilar