Uno de los poetas más reconocidos de la literatura universal, Rainer María Rilke, fue quien dijo aquello de que “la verdadera patria del hombre es la infancia”. Una frase que resume a la perfección lo importante que es la infancia para la vida de una persona y por eso, cada día como madres y padres, nos preocupamos por procurar que la infancia de nuestros hijos sea todo lo feliz posible.
Siguiendo por esa línea está el trabajo de Arthur Brooks uno de los mayores especialistas en felicidad, en analizarla y buscar la forma de procurarla. Brooks investiga sobre cómo hacer que la niñez sea una etapa de crecimiento personal, de desarrollo de la sensibilidad, de la empatía y al mismo tiempo de la autoestima del niño y la niña.

Brooks lleva años desarrollando su trabajo como investigador en la Universidad de Harvard y algunas de las conclusiones a las que ha llegado con el tiempo y el trabajo, a la hora de procurar felicidad a los más pequeños, las ha resumido en tres consejos, tres sencillas recomendaciones que podemos poner en práctica las madres y los padres para que esa “patria” que es la infancia, sea un lugar que siempre recuerden con una sonrisa cuando nuestros hijos e hijas sean adultos.
Que no teman al mundo
Infundir miedo a nuestros hijos no contribuye a que estén más protegidos como algunas personas pueden llegar a pensar, más bien al contrario. Que los niños crezcan sintiendo miedo no les ayuda a madurar ni les da confianza en sí mismos, según señala este experto en distintas publicaciones que ha realizado.
Alejarles de los peligros inculcándoles temor no significa que les estemos protegiendo sino que les convertimos en niños y niñas inseguras que no tendrán recursos suficientes para enfrentarse al mundo cuando sean mayores.
Cuando los niños interpretan su entorno como una amenaza pueden incluso presentar mayores problemas de salud, son más susceptibles a sentirse tristes y tienden a mostrar menos satisfacción con sus propias vidas, según señala Arthur Brooks.
Su apuesta es por educar a los niños para que sepan enfrentarse a desafíos reales, adecuados con su edad, sin exagerar los peligros y sin enmascararlos tampoco, siendo precisos sobre lo que observamos a nuestro alrededor.

Que se contagien de felicidad
La transmisión de sentimientos negativos puede ser algo que hacemos sin darnos cuenta, en el entorno más social e incluso en el más familiar, en el más íntimo. Para Brooks hay que tratar de evitarlo y al mismo tiempo, esforzarnos por fomentar la alegría, la buena onda, el buen rollo en la vida diaria de nuestros hijos.
La felicidad no solo tiene que ser algo forzado y en exclusiva para nuestros hijos, Brooks lo compara con el acto de protección de ponernos la máscara en el avión antes de ponérsela a nuestros propios hijos.
La felicidad tiene que ser compartida, para criar niños felices es importante que nosotros también experimentemos ese sentimiento porque realmente ellos perciben nuestro estado de ánimo. Podemos disimular un día o dos pero el engaño no dura mucho más.
Arthur Brooks además de investigar sobre este tema para la Universidad de Harvard lleva tiempo produciendo un podcast en el que habla de cómo podemos trabajar para alcanzar la felicidad, How to Build a Happy Life se llama su podcast.
Que aprendan a gestionar sus emociones negativas
No se puede ser feliz sin saber gestionar aquellas emociones y sentimientos que precisamente no nos hacen felices por eso es tan importante enseñárselo a nuestros hijos.
Las emociones que nos hacen sentir miedo o tristeza, que nos enfadan o nos incomodan van a estar siempre ahí, en distintos momentos de nuestra vida, por eso es tan importante para Brooks que los niños y los adolescentes sepan como gestionarlas.
Primero tienen que saber identificarlas y aprender que tienen fecha de caducidad que no duran siempre y que es mejor crear mecanismos para gestionarlas en lugar de luchar contra ellas o huir de ellas.
TAMBIÉN LEE: