Álvaro Bilbao cree que “conocer un poquito como funciona el cerebro" ayuda a padres y profesores

Para el conocido neuropsicólogo Álvaro Bilbao, siempre es mejor marcar unos límites claros que basar la educación infantil en los castigos, como experto en salud cerebral, doctor en psicología y padre de tres hijos, él lo tiene muy claro.
Niña enfadada

Venimos de una forma de educar muy basada en los premios y los castigos y desde hace relativamente poco tiempo, la neurociencia ha descartado este tipo de educación porque no es eficaz.

Para Álvaro Bilbao hay muchas alternativas a los castigos, propuestas más pedagógicas y con las que los niños aprenden más y mejor. Una de las más eficaces es poner límites, explicar a nuestros hijos lo que no queremos que hagan antes de que ocurra como forma de prevenir un comportamiento negativo por su parte.

La diferencia entre norma y castigo es que la norma se marca de antemano y el castigo se impone a posteriori y esa es una forma de educar más positiva y constructiva, a su modo de ver.

Muchos rasgos de la personalidad tienen una base genética muy fuerte y otros van forjándose en función de las vivencias y el entorno en el que se crece.

La necesidad de tener límites

Los padres y las madres que son capaces de ayudar a sus hijos a aprender a saber esperar, a comportarse mejor, a ser pacientes, a que no se enfaden tanto, a gestionar mejor sus emociones, consiguen que los niños se adapten mejor. 

Es una forma además, según señala Álvaro Bilbao de desarrollar una relación positiva con nuestros hijos algo que es muy importante para la felicidad de la familia en conjunto.

“Conocer un poquito cómo funciona el cerebro ayuda a educar mejor a padres y profesores”, asegura el neuropsicólogo y añade que “cuando los niños están desbordados emocionalmente lo más importante que podemos hacer es darles nuestra calma y no unirnos a su caos” aunque en ocasiones, a nosotras, sus madres y padres, nos cuesta un triunfo mantener la calma.

El cerebro emocional

Cuando el cerebro de los niños se cansa, les cuesta más de lo habitual controlar sus emociones. En esa situación lo que más les va a educar es el ejemplo de los adultos, de sus padres.

Aprender a regular sus emociones como el enfado, la ira o la frustración y a expresar esas emociones, lo van a conseguir a través del modelo que ven en sus padres.

El cerebro emocional es un cerebro que según señala Álvaro Bilbao, hemos ido desarrollando desde hace muchísimos años y nos indica fundamentalmente qué nos hace sentir bien y qué no.

Si con nuestros hijos establecemos relaciones positivas desde que son niños, cuando sean adultos y lleguen a casa, “sus pies” o lo que es lo mismo, su cerebro emocional que es puramente inconsciente, se acercará a nosotros y querrá pasar tiempo con nosotros.

Si todas las interacciones que mantenemos con nuestros hijos son negativas, su cerebro emocional poco a poco tenderá a alejarse de nosotros. Por eso es tan importante buscar momentos para conectar con nuestras hijas e hijos, para estar con ellos, para que aprendan de nuestro ejemplo y de nuestra actitud constructiva y positiva.

TAMBIÉN LEE:

Recomendamos en

Por qué el juego es la clave olvidada para aprender música desde la infancia: un elefante llamado Zolfa guía a los más pequeños

Mientras muchos métodos musicales siguen apostando por la repetición y la técnica desde edades tempranas, una nueva generación de propuestas pedagógicas recupera lo esencial: jugar, imaginar y emocionarse. Entre ellas, destaca un proyecto que convierte cada lección de piano en una aventura: Zolfa, un elefante azul que enseña con cuentos, partituras y mucha empatía.
  • Eugenio Manuel Fernández Aguilar