Aunque no lo sepamos es muy probable que la mayoría de nosotros conozcamos a más de una persona muy sensible ya que según las estadísticas al respecto, una de cada cuatro personas tiene un rasgo biológico innato conocido como SPS o Sensibilidad de Procesamiento Sensorial, o ES (Sensibilidad Ambiental en sus siglas en inglés), dos características que se asocian con una mayor conciencia y capacidad de respuesta ante distintos estímulos sociales y también ambientales.
La Dra. Elaine Aron fue la pionera en estudiar estas características de la personalidad de algunos individuos y ella fue quien acuñó el término de Persona Altamente Sensible (PAS) que nos ha llevado a reconocer a Niños Altamente Sensibles (NAS).
Cómo darte cuenta de que tienes un Niño Altamente Sensible
Según la psicóloga y autora del libro “NAS. Niños Altamente Sensibles” (Toromítico, 2011), Úrsula Perona, la alta sensibilidad es un rasgo hereditario por lo que si crees que tu hijo o hija tiene un comportamiento propio de un niño o niña altamente sensible es porque uno de sus progenitores también lo es.
Hay algunos comportamientos, descritos por la Asociación de Personas Altamente Sensibles de España, que se repiten de forma habitual en los Niños Altamente Sensibles y conviene detectarlos para poder entenderles y ayudarles mejor, según los describen en las asociaciones que reúnen a familiares, profesionales de la salud y a las propias personas altamente sensibles.
La hiperempatía o el exceso de empatía es uno de estos comportamientos habituales. Son niños y niñas que se ponen fácilmente en el lugar de los demás, conectan rápidamente con los sentimientos y las emociones del otro.
Viven sus propias emociones con gran intensidad, lo viven todo mucho desde lo mejor a lo peor, del enfado a la alegría.

Otro comportamiento muy frecuente en los niños con alta sensibilidad es que se pueden sentir sobreestimulados, sobre todo cuando se enfrentan a mucha información que tienen que procesar en un corto espacio de tiempo, o cuando hay mucho ruido en el entorno, o de pronto surgen estímulos como olores o luces, demasiado intensos para ellos.
Los niños con alta sensibilidad son habitualmente muy reflexivos sobre lo que viven en general, suelen hacer procesos de introspección de forma habitual y espontánea.
Toman conciencia de sus sensaciones, de sus pensamientos y de sus emociones y es algo que en la mayoría de los casos les ayuda a tomar decisiones e incluso a autorregularse.
Tienden a procesar la información a un nivel profundo, de un modo muy analítico abordan su entorno, los problemas que les surgen y esta capacidad está muy relacionada con ese procesamiento profundo, esa reflexión frecuente que hacen de forma habitual de la que hablábamos antes.
Qué hacer, cómo acompañar a mi hijo (NAS)
Para Manuela Pérez Chacón, psicóloga especializada en PAS y presidenta de la Asociación Española de Profesionales de la Alta Sensibilidad, los niños con altas sensibilidades necesitan guía y orientación, no se trata de que el niño se haga fuerte o se haga mayor, sino que su entorno se adapte a sus necesidades emocionales, que le entienda y le ayude a integrar sus emociones y sus comportamientos
Álvaro Bilbao, conocido psicólogo infantil, apunta a la importancia de que el niño con altas sensibilidades se sienta compendio por su entorno por lo que apuesta porque le animemos a convertir su debilidad en fortaleza, una alta sensibilidad bien gestionada desde la infancia hará que el adultos tenga una vida más plena entendiendo mejor el mundo que le rodea.
Aplica siempre naturalidad y sentido común a tu comportamiento y a tus decisiones y con un niño altamente sensible no dejes de hacerlo pero si a pesar de ello percibes que el niño está especialmente desbordado, no dudes en pedir consejo a un profesional especializado en la alta sensibilidad.
Es importante como padres y madres que actuemos desde la empatía, que respetemos los ritmos de nuestros hijos e hijas y que les procuremos entornos amables, seguros, en los que podamos resolver sus dudas.
Los niños con exceso de empatía pueden sentirse afectados de alguna manera por lo que es conveniente que les hagamos ver que su forma de ser o de relacionarse no tiene nada malo y que pueden aprender a desarrollar una empatía algo más selectiva si les produce desasosiego.
Gracias a esta sensibilidad, son niños que conectan fácilmente con las actividades artísticas, lo que puede ser un buen camino para desarrollar con ellos esa faceta. También es recomendable el contacto con la naturaleza porque es un regulador emocional para el sistema nervioso muy eficaz.
Lo importante es evitar que esta característica les paralice, que se enroque en un sobre análisis de cualquier situación, que se queden encallados y eso les impida tomar una decisión.
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