Tres trucos tan sencillos como eficaces para superar las rabietas de tus hijos

Son momentos en los que desbordan todos los diques de contención, las rabietas y los berrinches no son precisamente los mejores momentos de la maternidad pero pueden ser menos malos teniendo en cuenta estas recomendaciones.
rabieta

Entre los dos y los cuatro años, más o menos, entramos en el mundo “rabietas”. No todos los niños las desarrollan pero muchos sí lo hacen, es el recurso que tienen para expresar su frustración o su enfado en una determinada circunstancia y no, no es fácil saber cómo gestionarlas fácilmente en todo momento. 

Cuando pensamos en una rabieta “tradicional” pensamos en gritos, pataleos, lloros sonoros e incluso puede que haya algún golpe o lanzamiento de objeto por parte del niño. Todo esto suele tener un efecto devastador en el adulto cuidador, sensación de frustración, de que algo estamos haciendo de manera errónea, nerviosismo y alteración en general.

Niño que está llorando teniendo una rabieta - Getty Images

Las rabietas pueden desencadenarse por distintos motivos, porque algo no les sale bien, porque no consiguen un objetivo, porque están especialmente agotados o porque no encuentran en papá o en mamá la respuesta que buscan con sus demandas. Por tanto, la rabieta puede ser una reacción que consideremos “normal” ante la frustración, lo que no quita para que haya que tratar de gestionar las rabietas de una forma adecuada y de educar a nuestro hijo mostrándole que ese no es el camino a seguir. 

Algunos autores muy conocidos como el neuropsicólogo Álvaro Bilbao, ha compartido a través de sus redes sociales lo que puso en marcha para prevenir rabietas en verano que les funcionó y les ayudó a gestionarlas y sobre todo a prevenirlas.

Cada padre y madre, cada familia trata de poner en práctica aquello que más va funcionando mediante la prueba y el error, por un lado para ayudar a los niños a que se relajen y aprendan a controlar su enfado, por otro con herramientas como la caja de la ira o el método CONREA, ambos para calmar y controlar las rabietas de los más pequeños de la casa.

Tres trucos básicos para gestionar correctamente una rabieta

El primero puede que sea el más complicado. Se trata de ignorar la explosión emocional, sin dejar de vigilar para que el niño o la niña no se haga daño durante el transcurso de la rabieta.

Suele dar resultado el hecho de que él o ella note que no hay nadie observando su reacción desmedida, que está teniendo un efecto nulo en su cuidador y que por ahí no va a conseguir nada que le interese.

Lo que es importante es que ambos progenitores reaccionen y respondan igual porque si uno cede, la estrategia de ignorar la rabieta habrá perdido toda su eficacia.

Es verdad que con la experiencia, los adultos vamos aprendiendo las situaciones en las que se puede desencadenar un momento de crisis. Hay hábitos cotidianos que pueden ayudarte a mejorar la relación con tus hijos que pueden darte pistas de cuando puede que se produzca una rabieta.

Anticiparse e intentar razonar con ellos antes de que se produzca la negativa suele ser un método muy eficaz para evitar la rabieta porque suele haber unas razones comunes que explican por qué los niños no obedecen.  

El segundo truco tampoco es fácil pero sí efectivo, mantén la calma, no grites tu también y trata de no enfadarte si es posible. Porque si caes en los nervios, en los gritos y en el enfado serás tú quien sigas su ejemplo cuando lo que queremos es que sea justo al contrario.

Si el berrinche surge en casa puedes salir de la habitación después de reprocharle su actitud y de explicarle sin muchas palabras porque no te va a escuchar, que su comportamiento no es el correcto.

Si el lío se monta en un espacio público puedes girarte, darle la espalda para que aprecie que así no va a tener tu atención ni tu respuesta. Incluso si está molestando a las demás personas, por ejemplo en el cine, es bueno que dejéis ese lugar para ir a otro algo más tranquilo. 

Y el tercero y último pero no menos importante, trata de reforzar las actitudes positivas, premia con gestos de cariño, de complicidad y de reconocimiento cuando él o ella evite de forma consciente las crisis y las rabietas, cuando esté aprendiendo a gestionar sus emociones y a no permitir que estas le desborden.

Tras la rabieta es cuando puedes hablar con tu hija o hijo, razonar con ella sobre lo que ha pasado, por qué ha pasado y de qué ha servido. Es el momento de comentar otras opciones mucho más sensatas, más saludables, más positivas y más adecuadas que el pataleo y la rabieta y por supuesto, cuando consiga evitarlas no dudes en felicitarle y animarle a mantener esa nueva actitud.

Las rabietas son momentos complicados de gestionar.  - Pexels

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