La voz de una madre. El timbre de un padre. Ese tono suave que calma, ese “todo está bien” susurrado cuando el mundo duele. Hay cosas que no necesitan explicación, que se sienten desde la infancia como un refugio. Y sabemos que es así desde hace tiempo, ya que han pasado ya tres lustros de la publicación de una estudio liderado por un equipo de neurocientíficos que demostró que esas sensaciones tan conocidas tienen base biológica: la voz de la madre puede activar la liberación de oxitocina en el organismo humano, igual que un abrazo físico.
En varias de sus publicaciones divulgativas, el popular neuropsicólogo Álvaro Bilbao cita esta investigación para explicar por qué la voz de la madre es igual de efectivo que un abrazo. Dado el impacto de dicho estudio, que sigue plenamente vigente en la divulgación científica actual 15 años después de su publicación, hemos decidido desgranar la investigación para que sepas por qué la ciencia ha demostrado este poder de la voz materna en los hijos e hijas pequeños.
El hallazgo parte del estudio “Social vocalizations can release oxytocin in humans”, publicado en la revista científica Neuro Endocrinology Letters en 2010, como decíamos anteriormente. Liderado por la psiquiatra Donatella Marazziti y su equipo de la Universidad de Pisa (Italia), este trabajo analiza cómo las vocalizaciones sociales, como hablar por teléfono con alguien cercano, provocan una respuesta hormonal concreta: el aumento en los niveles de oxitocina, la “hormona del amor”.
El descubrimiento tiene implicaciones profundas para la crianza y el vínculo afectivo, especialmente en la infancia y la adolescencia. En un mundo cada vez más marcado por la distancia, las videollamadas y las rutinas a contrarreloj, saber que nuestra voz tiene un poder físico real sobre el bienestar emocional de nuestros hijos e hijas nos devuelve una herramienta sencilla, ancestral y profundamente humana: hablar con ternura.

Una palabra puede ser tan eficaz como un abrazo
El equipo de Marazziti reclutó a un grupo de mujeres jóvenes y analizó sus niveles de oxitocina antes y después de mantener contacto con sus madres. Para comprobar la hipótesis, los investigadores asignaron aleatoriamente a las participantes en el estudio condiciones de contacto completo, solo habla o sin contacto. Es decir, algunas de ellas pudieron ver y abrazar físicamente a sus madres, y otras solo hablaron con ellas por teléfono o por chat de texto.
Los resultados fueron concluyentes:
- Las jóvenes que hablaron con sus madres por teléfono mostraron un aumento significativo de oxitocina, comparable al de quienes recibieron abrazos reales.
- En cambio, las que solo se comunicaron por texto no mostraron ese incremento hormonal.
Este matiz es crucial: la voz, y no solo las palabras, es la clave. El tono, la modulación, la prosodia emocional… todos esos elementos no verbales que transmiten afecto, calma y seguridad son percibidos por nuestro sistema nervioso como señales de apego seguro. No así los mensajes escritos, que pueden tener efectos positivos pero no llegar a liberar oxitocina como sí lo hacen un abrazo o escuchar la voz de una madre.
Aquí te recomendamos algunas frases que sientan como un abrazo según el neuropsicólogo Álvaro Bilbao.

La voz como medicina diaria
La oxitocina es una hormona que facilita el apego, la empatía y la confianza. Se activa durante el parto, la lactancia, el contacto piel con piel y también, como revela este estudio, al escuchar la voz de una figura de apego.
Este dato nos invita a revisar cómo usamos nuestra voz en la relación diaria con nuestros hijos e hijas porque demuestra que un “te quiero” dicho con presencia emocional vale más por escrito, por ejemplo. O una palabra de cariño, de acompañamiento, dicha al oído, puede ser tan reparadora como un abrazo largo.
Incluso cuando no estamos físicamente presentes, una llamada rápida o una nota de voz puede marcar una diferencia real en su sistema emocional. Es importante tenerlo en cuenta a la hora de valorar cómo comunicarnos, en persona y a distancia, con nuestros hijos e hijas. Piénsalo cuando estés de viaje y quieras dedicarles un rato a distancia, por ejemplo.
Y es que, para contextos de separación —madres y padres que trabajan muchas horas fuera, custodia compartida, hijos hospitalizados o que duermen en casa de abuelos—, este hallazgo es esperanzador: nuestra voz sigue siendo un puente hormonal, emocional y amoroso.
Además, también nos habla de cómo los bebés y niños pequeños —aún sin entender las palabras— se sienten profundamente seguros al escuchar el tono cálido de sus progenitores. En este sentido, recuerda que hace unos días te hablamos de otro estudio que indicaba más beneficios de hablar a los hijos, aunque no entiendan, desde bebés, ya que los bebés pueden aprender palabras sin ver el objeto a partir de los 15 meses.

Qué podemos hacer como madres y padres
Como bien indica Álvaro Bilbao, saber que la voz de la madre tiene tanto poder como un abrazo si se emplea bien nos lleva a reflexionar acerca de qué podemos hacer como madres y padres teniendo en cuenta la conclusión del citado estudio. Nos salen estos hábitos fruto de nuestra reflexión personal, pero seguro que a ti te vendrán a la cabeza algunos más:
- Usar la voz como herramienta de vínculo: hablar con calma, usar el nombre del niño o la niña, describir lo que está ocurriendo, cantar, leer cuentos...
- Evitar el uso excesivo de texto como único medio de contacto afectivo: si no podemos vernos, mejor una llamada que un WhatsApp.
- Validar emociones con la voz: decir en voz alta “entiendo que estés triste” tiene más efecto que pensarlo en silencio.
- Convertir la despedida en un ritual de oxitocina: un “nos vemos después, cariño, te quiero mucho” dicho con ternura puede calmar la ansiedad por separación.
- Reparar después de un conflicto también con la voz: “Lamento haber gritado. Te quiero y vamos a solucionarlo”. Recuerda que los expertos en crianza como el pediatra Carlos González recomiendan encarecidamente aprender a pedir perdón a los hijos cuando toca.
A veces pensamos que para generar apego y bienestar hace falta tiempo, dinero o técnicas complejas. Pero la ciencia vuelve a recordarnos lo esencial: nuestra voz, con su tono cálido y atento, puede ser medicina para nuestros hijos e hijas.
No necesitamos estar siempre presentes físicamente, ni dar con la palabra exacta. Solo necesitamos recordar que escuchar y ser escuchados con afecto activa la química del amor. Y eso, como un abrazo a tiempo, puede ser un punto de inflexión positivo a nivel emocional.
Referencias
- Donatella Marazziti, Barbara Dell’Osso, Simona Baroni, Ilaria Mungai, Irene Catena Dell’Osso, Giorgio Lucacchini, Gino Giannaccini, Michela Martini, Antonio Lucio Gigli, Antonio M. Rossi. Social vocalizations can release oxytocin in humans. Neuro Endocrinology Letters, 2010; 31(1):63–66. DOI: 10.1098/rspb.2010.0567