No, no estamos locos. A la hora de buscar opciones de ocio para los menores los videojuegos también entran en la terna y pueden considerarse como un buen plan; pero, con unos matices. Que ese tiempo de ocio frente a la pantalla se haga con una serie de requisitos: esto es, jugando en familia, controlado en todo momento lo que se ve por parte de un adulto y con la consola en el salón (esto es, nada de llevarla a la habitación y jugar a escondidas o con la puerta cerrada).
No lo decimos nosotros solo. Lo dicen profesionales como Alba Torrego, doctora en Educación y profesora del Departamento de Estudios Educativos de la Universidad Complutense de Madrid que reflexiona sobre el empleo de los videojuegos en casa. “No podemos partir de que son malos porque depende de cómo los usemos. Las familias deben interesarse sobre de qué van. Igual que cuando compramos un juguete nos informamos de cómo es, con estos productos igual. Y primordial, se debe jugar en familia”.
En este mismo camino van los datos de un estudio sobre el consumo de videojuegos entre la población adulta española y en familia conocidos el pasado año y publicados por la Asociación Española de Videojuegos (AEVI). Entre sus conclusiones, este informe ponía sobre la mesa que el 80% de las familias jugaban con sus hijos con estos dispositivos; frente al 36,2% que lo hacía en el año 2015. “Es importante el matiz en familia, porque lo esencial es el hecho de que cuando jugamos juntos estamos creando vínculos y estamos construyendo recuerdos”, explica la psicóloga social Julia Iriarte, especialista en juego.
Beneficios del uso saludable de videojuegos
No es solo para pasar un rato en familia y mejorar la comunicación entre grandes y pequeños. Hay más beneficios cognitivos de jugar a videojuegos de una manera saludable con el padre, la madre o los hermanos. Es el caso del aumento de los reflejos, la actividad mental o la orientación espacial.

Buenas noticias que, además, completan a la principal ventaja de este tipo de ocio y esta no es otra que favorecer la conexión con los hijos, incluso con los adolescentes. En esos ratos junto a la pantalla, los padres tienen una oportunidad para ver y conocer a sus hijos, observar cómo toman decisiones, bajo qué criterios lo hacen, cómo actúan en determinadas situaciones límite, buscar soluciones a obstáculos, si llevan bien o mal el perder...
Además, el cambio de rol (donde es el menor quien explica a los padres cómo hay que actuar o como se juega a tal juego) permite comprobar las habilidades comunicativas de estos y ver cómo estructura el mensaje para que sus progenitores lo puedan entender.
¿Qué videojuego elegir?
Cuando se trata de apostar por este tipo de ocio digital, otro de los momentos donde se puede ver esa relación de padres a hijos es a la hora de elegir el tipo de juego que se va a compartir. Una decisión que en un primer momento dependerá de la edad de los menores y sin que tenga que ser solo educativo. De hecho, en la elección del videojuego es bueno tener en cuenta los gustos de toda la familia; se trata de que todos disfruten y se lo pasen bien. Así, las opciones son infinitas: para hacer minipruebas en familia, cantar, bailar, hacer algo de deporte o los que son multiplataforma pasando retos.