Los niños no son famosos precisamente por su capacidad para concentrarse. Ni siquiera es culpa suya. Las estructuras cerebrales responsables de mantener la atención todavía no han alcanzado la madurez suficiente. Y, sin embargo, aunque seas consciente de ello, es difícil no perder la calma cuando tu hijo no te escucha, olvida lo que le acabas de decir o se distrae haciendo los deberes. Pero no tienes que tirar la toalla, hay esperanza.

¿Cómo lograr que un niño distraído se concentre?
La atención es una de las funciones cognitivas más importantes y, al mismo tiempo, más subestimadas. Es la base sobre la que se construye la memoria y el telón de fondo sobre el que discurre el pensamiento y el lenguaje. Sin la atención voluntaria, el aprendizaje se resentiría y los errores camparían a sus anchas. Por ese motivo, es importante que los pequeños aprendan a concentrarse.
1. Planificad un horario
Los niños que tienen problemas de concentración se distraen aún más cuando carecen de un horario. Tener una rutina preestablecida les permite organizarse mejor, confiere estabilidad a su mundo y se convierte en una especie de ancla que los mantiene con los pies en tierra. Para animarlo a ceñirse a la programación, puedes pedirle que te ayude a dibujar el calendario.
A muchos niños distraídos les resultan útiles las pistas visuales. Por tanto, puedes pedirle que dibuje algo relacionado con la actividad o recorte alguna imagen para que sepa de un vistazo qué debe hacer. Es una estrategia muy sencilla, pero dará más estructura a las jornadas infantiles, lo ayudará a recordar lo que debe hacer y, al mismo tiempo, fomentará su autonomía y la autorregulación.
2. Permite que haga pausas frecuentes
Un error común que cometen los padres consiste en pensar que, si concentran todas las actividades en un corto periodo de tiempo, será más fácil. No es así. O al menos no para los niños distraídos. Obligarlos a mantenerse enfocados durante una hora o más a menudo solo sirve para generar frustración y aumentar la curva de errores e imprecisiones.
En cambio, permitir que tu hijo tome descansos frecuentes puede marcar la diferencia. A veces los niños tan solo necesitan un respiro: 10 minutos para relajarse y volver a la tarea. Un pequeño de 7 años, por ejemplo, puede dedicar 15 minutos a los deberes y tomar un descanso de 5 minutos. Durante esa pausa puede dar una vuelta por el jardín para recargar las pilas o respirar profundamente si necesita calmarse un poco.

3. Elimina las distracciones
Si tu hijo se distrae con el vuelo de una mosca, es difícil que pueda concentrarse con la televisión encendida o los juguetes a su alrededor. Por tanto, intenta despejar su campo visual. Si tiene que hacer los deberes, elige un momento en el que impere la tranquilidad en casa y asegúrate de que su escritorio está limpio y organizado.
Asimismo, si necesitas decirle algo importante, es conveniente que te agaches para colocarte a su nivel y establezcas contacto visual antes de hablar. Si le gritas desde la cocina mientras está viendo los dibujos animados, es probable que ni siquiera te escuches. En cambio, si te colocas frente a él, bajas el volumen del televisor y le hablas, podrás captar mejor su atención.
4. Divide las actividades complejas en tareas más pequeñas
Para los niños distraídos, algunas actividades pueden ser simplemente abrumadoras. Si quieres evitar que se bloqueen y frustren, lo ideal es dividirlas en tareas pequeñas que puedan gestionar mejor. Ayuda a tu hijo a plantearse objetivos que pueda cumplir, para que se vaya sintiendo orgulloso de su progreso.
Además, recuerda que la multitarea es enemiga de la concentración. Intentar hacer muchas cosas a la vez es una receta segura para distraerse. Al desglosar las tareas, tu hijo tendrá claro lo que debe hacer y podrá trabajar más concentrado. Por tanto, anímalo a planificar paso a paso de la actividad que tiene por delante. Quizá pierda un poco de tiempo al inicio, pero lo ganará con creces al final y podrá desterrar la frustración. De hecho, con esta estrategia también le estarás enseñando a organizarse, una capacidad esencial para la vida.
5. Practica el mindfulness
¿Mindfulness y niños distraídos en una misma oración? Sí. La atención plena es la mejor estrategia para ir entrenando el músculo de la atención. Múltiples investigaciones avalan el uso del mindfulness para mejorar la atención voluntaria y reducir las distracciones, incluso en niños con TDAH. Además, existen muchos ejercicios mindfulness para niños que no demandan que estéis media hora meditando inmóviles como monjes zen.
Y si la meditación no es lo vuestro, no pasa nada. A fin de cuentas, el mindfulness consiste en estar plenamente presente en el aquí y ahora. Podéis practicarla mientras leéis un libro, dibujáis juntos, resolvéis un rompecabezas o incluso mientras merendáis. La clave consiste en elegir algo que motive a tu hijo, de manera que se mantenga concentrado durante más tiempo. Poco a poco, su atención irá mejorando.
Por último, recuerda que existen muchas razones para la distracción infantil, desde el TDAH hasta la falta de sueño, el abuso de las pantallas o simplemente la edad, sobre todo si aún es muy pequeño y su capacidad atencional no se ha desarrollado lo suficiente. Es importante que intentes comprender por qué tu hijo se desconcentra y lo ayudes a descubrir las herramientas más eficaces para dejar de distraerse - preferentemente sin gritos ni dramas.