Lo que comunmente llamamos potitos, los tarritos que venden en los hipermercados y farmacias, han sido preparados siguiendo unos controles de calidad estrictos que garantizan que el bebé está bien alimentado.
Hacia los seis meses la leche deja de cumplir todas las necesidades nutricionales de los niños y hay que introducir progresivamente nuevos alimentos en su dieta. Se inicia la etapa de la alimentación complementaria (o la etapa de la lavadora diaria, como bien saben los padres), en la que los bebés tienen que acostumbrarse a los nuevos sabores y texturas y las papillas les sirven de ayuda en este proceso.
Lo mejor es prepararlas en casa (dependiendo del tiempo que tengamos), variando el grado de trituración de los alimentos en función de la evolución del bebé. Pero los tarritos son una buena opción ocasional para salidas o viajes.
Algunos pediatras aconsejan dar a los niños fruta y cereales sin gluten a partir de los cuatro meses (ese es el motivo de que se fabriquen potitos “de inicio”), pero en general se recomienda empezar con la alimentación complementaria a los seis meses, edad a la que pueden empezar a tomar frutas y verduras, cereales con gluten (progresivamente) y carne mezclada con verduras. Para el pescado es mejor esperar hasta los ocho meses. La normativa obliga a los fabricantes a indicar la edad mínima para la que está indicado un producto.
Saber comprar
Las papillas industriales se venden en supermercados y farmacias y, muchas veces, la cantidad de marcas y variedades diferentes pueden despistar a los padres. Una serie de recomendaciones nos ayudarán a elegir el tarrito adecuado para nuestro hijo:
Cómo dárselos
- Normalmente, los tarritos de fruta se comen a temperatura ambiente, mientras que los de verduras, carne y pescado están más buenos templados. Lo mejor es calentarlos diez minutos al baño maría o en el calientabiberones (muchos dan la opción de calentar papillas). Si la única opción es el microondas hay que tener cuidado, ya que estos aparatos calientan los alimentos de forma desigual y el bebé se puede quemar. Al sacar el tarrito, hay que remover bien el contenido y probarlo antes (muchas marcas recomiendan también remover el puré antes de meterlo en el microondas).
- Algunos padres encuentran insípida la comida infantil y le añaden sal o azúcar a su gusto. Esto es un error, porque los niños se acostumbran a sabores fuertes que les pueden hacer rechazar otros alimentos. Además, un exceso de sal puede provocarles problemas de riñón (por el sodio) y el azúcar contribuye al desarrollo de caries.
- Si vamos de viaje y pretendemos alimentar al niño con potitos, es mejor ir sobre seguro y comprar el puré de una determinada marca y sabor que ya sepamos que le gusta o por lo menos dárselo a probar un par de días antes. De lo contrario, nos arriesgamos a que rechace el alimento y se quede sin comer.
Conservación
Una vez abiertos, la mayoría de los potitos se conservan 24 horas en el frigorífico, pero sobre todo en verano, algunos especialistas aconsejan desecharlos en el día si el bebé no se lo ha tomado entero.
Asesor: Ramón Tormo, jefe de la unidad de Gastroenterología Pediátrica del Hospital Quirón de Barcelona.