Investigadores de la universidad Aalto de Finlandia han analizado cómo afecta al cerebro cada tipo de amor que profesa el ser humano. Desde el amor romántico al amor que sentimos por la naturaleza o los animales pasando, cómo no, por el amor por los hijos. El estudio evidencia que es este último, el amor por los hijos, el que genera mayor actividad cerebral.
El amor tiene un patrón de activación cerebral en los seres humanos que se da en cuatro zonas distintas del cerebro: los ganglios basales (un conjunto de masas del hemisferio cerebral), el precúneo (una parte del lóbulo parietal superior oculta en la fisura longitudinal medial entre los dos hemisferios cerebrales), la línea media de la frente y la unión temporoparietal, a los lados de la parte posterior de la cabeza.
El grupo de investigadores de la universidad finlandesa de Aalto ha querido saber cuáles activan cada tipo de amor. En concreto, les fueron presentados hasta seis tipos de amor al grupo de 55 personas voluntarias. Entre ellos, el amor que sentimos por los hijos, ese que podemos mostrar con estas 10 maneras (de demostrar amor a tus hijos) más allá de las palabras.

La investigación de la universidad de Aalto ha consistido en realizar una serie de imágenes cerebrales por resistencia magnética, lo cual ha permitido comprobar cómo impacta cada tipo de amor en el cerebro de los seres humanos. El amor a los hijos, por ejemplo, se les presentó con la siguiente afirmación: “Ves a tu hijo recién nacido por primera vez. El bebé es tierno, sano y fuerte: la mayor maravilla de tu vida. Sientes amor por el pequeño".
El estudio ha demostrado que no todos los tipos de amor activan por igual a nuestro cerebro. Es el amor por los hijos el que más ilumina este órgano capital y diferenciador de los seres humanos, seguido por el amor romántico, que es el segundo que más activa la corteza cerebral.
“Las áreas cerebrales asociadas al amor entre personas son muy similares, y las diferencias radican sobre todo en la intensidad de la activación, que es mayor con los hijos, y algo mayor con la pareja que con los amigos”, apunta Rinne en un comunicado. explica al respecto Pärttyli Rinne, la investigadora que ha liderado este nuevo estudio. "En el amor paternal, se produjo una activación profunda del sistema de recompensa del cerebro en el área del cuerpo estriado mientras se imaginaba el amor, algo que no se observó en ningún otro tipo de amor", añade la investigadora.
En el otro lado de la balanza está el amor altruista, ese que nos lleva a hacer algo por una persona desconocida sin esperar nada a cambio: es una de las que menos implica al cerebro, según esta investigación. Esto significa que el amor que se desarrolla fruto de relaciones cercanas nos llena más que el amor que podemos sentir o mostrar hacia desconocidos.
Además, el amor por la naturaleza no activa las áreas sociales del cerebro, algo que sí hacen el amor por los hijos y el amor romántico. Otra cosa distinta es cómo ejerzamos ese amor por los hijos: puedes hacerlo con estas reglas de oro de la paternidad según Álvaro Bilbao.

Pärttyli Rinne pone en valor los resultados de esta investigación: "Ahora ofrecemos una imagen más completa de la actividad cerebral asociada a los diferentes tipos de amor que las investigaciones anteriores", afirma.
El estudio de la universidad de Aalto, que lleva por nombre ‘Seis tipos de amores reclutan de manera diferente áreas cerebrales de recompensa y cognición social’, se ha publicado este mes de agosto en la revista Cortex, una prestigiosa publicación de la universidad de Oxford (Reino Unido).