Cumple 7 años: el inicio de una nueva etapa
Seguro que lo has notado. Los juegos salvajes han dado paso a actividades más sosegadas. Pero no son los únicos cambios.
A los 7 años comienza el inicio de una nueva vida. De las explosiones de actividad y reacciones a lo bestia de los años anteriores, llega un cierto sosiego a su comportamiento.
De pronto se vuelven más tranquilos, prudentes, observadores y reflexivos. Pero tampoco hay que confiarse: no será extraño que a veces se muestren impetuosos o sufran cambios de humor inesperados. ¡Uno no se hace mayor de repente!
Son buenos oyentes, perseverantes y... ¡unos sentimentales! Sus emociones necesitan una consideración especial: a partir de los siete, se tiene una gran vida interior (tanto, que a veces pueden parecer despistados, tímidos e incluso melancólicos).
Los niños de esta edad son muy susceptibles al elogio y a nuestra aprobación, y cuentan con nosotros para que les recordemos las cosas, pues se olvidan de sus rutinas diarias con facilidad.
Algunos padres creen que su hijo ha cambiado mucho, pero en realidad es el mismo en una etapa diferente.
¿Y cuando cumplen 8 años?
Ahora se muestran algo más maduros en todos los sentidos. Incluido el aspecto físico: sutiles cambios en sus proporciones parecen presagiar lo que se avecina. Es en esta época cuando muchos padres se quedan mirando a su hijo y exclaman: "¡Vaya, pero qué mayor te has hecho!". Y no les falta razón.
Son rápidos y no paran: leyendo, escribiendo, jugando, comiendo... ¡quieren hacerlo todo a la máxima velocidad!
También son tremendamente expresivos, e incluso dramáticos: gesticulan y se expresan corporalmente con bastante control. Es como si todo lo que asimilaron en el año anterior tuvieran que expresarlo y vivirlo en este.
Aumenta su curiosidad por las personas y las relaciones humanas, por otras culturas y por los misterios de la vida (nacimiento y muerte). Es el momento de proporcionarles todo tipo de información (libros, vídeos, visitas a museos, planetarios, etc.).
Conservan parte del despiste y la ingenuidad de la niñez. Pero ya no son tan niños.