Cómo ser padres conscientes
Para ser unos padres conscientes y ejercer una crianza consciente necesitamos estar en el paradigma del “darnos cuenta”, y practicar con ecuanimidad la atención plena en el aquí y en el ahora, observar las cosas tal y como son, con aceptación y sin emitir juicios.
Para ser unos padres conscientes y ejercer una crianza consciente, lo primero que tenemos que tener claro es que necesitamos estar en el paradigma del “darnos cuenta”, y practicar con ecuanimidad la atención plena en el aquí y en el ahora, observar las cosas tal y como son, con aceptación y sin emitir juicios. Se trata de vivir los momentos presentes con plena consciencia de lo que está ocurriendo, de lo que me ocurre a mí, de lo que te ocurre a ti y de lo que nos está ocurriendo en la interacción a ambos. Ser conscientes de qué sentimos, qué estamos pensando, qué mecanismos de defensa se están activando, ver si las reacciones son correctas… todo esto implica estar en un plano más consciente.
Como padres debemos vernos como guías de nuestros hijos, esos pequeños maestros que nos ponen al límite para enseñarnos cosas de nosotros, cosas actuales o asuntos sin resolver de nuestro pasado. Necesitamos posicionarnos de Ser a Ser, desde una igualdad en esencia, aunque nos ubiquemos en un rol de Guía, lo cual no implica que seamos superiores a nuestros hijos, sólo tenemos más responsabilidad, en especial de crear las circunstancias adecuadas para que crezcan sanos y felices y sean ellos, no impidiéndoles que vivan sus propias experiencias, las cuales les van a nutrir y les repercutirán en su proceso evolutivo.
Diferenciar “proteger” de “educar”, si esas circunstancias implican un peligro serio para su persona, tenemos la obligación y es nuestra responsabilidad protegerles de esas amenazas, pero mientras que no haya un peligro real, debemos posibilitarles que vivan sus propias experiencias, en un entorno de seguridad y analizar con ellos si fuera necesario los resultados obtenidos desde su vivencia y sus posibles consecuencias, para que se de un aprendizaje real y experiencial.
Es fundamental conectar y sintonizar, debemos establecer una conexión profunda de Ser a Ser con nuestros hijos, para poder sintonizar con ellos, con sus necesidades emocionales y afectivas, de modo contrario no nos enteraremos de lo que les está pasando y no les podremos ayudar. Para esto es importantísimo conectar con nosotros mismos e identificar nuestras propias necesidades, deseos, miedos, preocupaciones… para no proyectar en ellos cosas que son nuestras. Es un conectar con nosotros mismos para conectar con el otro y desde ahí entrar en un modo de sintonía y de empatía, de entendimiento profundo. “Puedo sentirme para sentirte”
Anclarnos en el presente y estar presentes
El tiempo que estamos con nuestros hijos y que estamos preocupados con temas laborales o personales, pasados o futuros, que nos absorben las energías o conectados al móvil solucionando asuntos o por placer, es tiempo que en realidad no estamos con nuestros hijos, nuestro cuerpo está cerca de ellos, pero nosotros no estamos y esto lo perciben ellos claramente, no es de extrañar que muchos niños tengan mal comportamiento en casa con sus padres, pareciera que les están llamando la atención a gritos ¡pidiéndoles que regresen y que estén presentes!!
Elegir momentos del día, espacios conscientes, donde poder compartir nuestro día, reconociéndonos que en cada experiencia lo hemos hecho lo mejor posible, reconociendo y validando todas las emociones que han estado en juego y que todo lo vivido nos aporta aprendizaje y crecimiento. Es importante la honestidad y ser sinceros con nosotros mismos sobre todo, el ser congruente con nosotros nos hará ser congruentes con el resto y esto repercutirá en una coherencia y armonía generalizada.
Nuestros hijos necesitan sostén y contención. Debemos verlo como una forma de expresarles todo el amor que sentimos hacia ellos, ellos necesitan límites y esta contención se debe dar desde una firmeza amorosa, no desde el autoritarismo, no desde el enfado… respondiendo y no reaccionando… Aportando seguridad y apoyo incondicional.
La mirada la tendremos puesta en el Ser, no en las conductas, mostrándonos disponibles y compasivos, desde el amor incondicional, aunque las conductas no sean las deseadas. Hay que dejarles que sean, permitirles vivir sus propias vidas y ayudarles a que conecten con su sabiduría interior, posicionándonos como Guías de su propio autodescubrimiento, facilitando su propia conexión con ellos mismos y su propia valía, sin necesidad de aprobaciones externas, posibilitándoles que conecten con sus dones y con sus limitaciones, responsabilizándoles de sus propias vidas, para que se construyan en ser su mejor versión.
Artículo elaborado por Patricia Beltrán, psicoterapeuta infantojuvenil de Psicólogos Pozuelo.