En los últimos días han aparecido en prensa varias noticias en relación a un brote de hepatitis de causa desconocida entre la población infantil. Lógicamente esto ha despertado una alarma entre los padres, que buscan información en internet y redes sociales, no siempre siendo ésta totalmente veraz. Vamos a intentar resumir qué sabemos hasta ahora, hacia donde apuntan las investigaciones y, lo más importante, qué debemos vigilar en nuestros peques.

El pasado 5 de abril recibimos una alerta desde Reino Unido y la Organización Mundial de la Salud en relación a 10 casos de hepatitis aguda severa de causa desconocida, en niños menores de 10 años, y previamente sanos, en la región central de Escocia.
El 8 de abril, tras llevar a cabo diversas investigaciones en todo Reino Unido se identificaron un total de 74 casos que se ajustaban a esta hepatitis aguda severa. Los médicos observan que esta enfermedad asocia una elevación intensa y rápida de las transaminasas, pero las serologías a los virus de hepatitis son negativas. Seis niños tuvieron que ser trasplantados. Por su parte, Irlanda informa de tres casos probablemente relacionados. Según los informes, ningún niño habría fallecido.
Hasta la fecha en España se han detectado tres casos que cumplen los criterios clínicos definidos por Reino Unido. Se trata de tres niños con edades que van desde los 22 meses a los 7 años, no relacionados entre ellos y residentes en Castilla- La Mancha, Comunidad de Madrid y Aragón. Uno de ellos ha requerido trasplante hepático.
Las pruebas de laboratorio descartan infección por los virus de hepatitis que conocemos. En algunos casos las pruebas de adenovirus y/o coronavirus han sido positivas, pero aún no hay estudios que confirmen que esta sea la causa. Se han encontrado otros virus o bacterias en cultivos de heces de algunos niños. Por su parte, Reino Unido ha detectado un aumento en la actividad del adenovirus, que circula junto con el coronavirus, pero aún no tenemos datos suficientes como para saber si estos patógenos, o la coinfección de ambos pudieran ser la causa de esta hepatitis.
No parecen haberse encontrado otros factores de riesgo y la etiología de la enfermedad continúa siendo desconocida. No se ha encontrado relación entre estos casos de hepatitis y la vacunación de COVID. En los laboratorios se sigue investigando si alguna otra sustancia química o tóxica pudiese estar implicada.
A los pediatras se nos ha pedido que estemos atentos a nuevos casos, si cumplen los siguientes criterios: Niño/a de 10 años o menos, con elevación de las transaminasas por encima de 500 U/l (para que me entendáis, unas diez veces por encima de lo normal) y en el que se han descartado otras causas, es decir, cuya serología a otros virus de hepatitis sea negativa.
¿Qué es una hepatitis?
La hepatitis, etimológicamente hablando, es la inflamación del hígado. Puede deberse a muchísimas causas, infecciosas o no. En los niños, lo habitual es que se deba a una hepatitis viral producida por los virus que conocemos: A, B, C, D, E. (recordemos que el virus de la hepatitis B tiene vacuna incluida en el calendario de nuestro país, que se recibe a los dos meses de edad) También puede haber otros virus que ocasionen hepatitis a los niños.
El hígado interviene en multitud de tareas en nuestro cuerpo, sobre todo depurando la sangre de muchas sustancias. Cuando se inflama en el contexto de una hepatitis no puede seguir trabajando con normalidad y esto puede afectar a todo el organismo. Las famosas transaminasas son marcadores de daño hepático y cuanto más altas estén, más células del hígado estamos perdiendo. Hasta ahora sabemos que esta hepatitis de causa desconocida produce una intensa elevación de transaminasas en poco tiempo.
¿Cuáles son los síntomas de hepatitis?

Al inicio los síntomas son inespecíficos y pueden confundirse con una diarera o gastroenteritis. Puede haber malestar, vómitos o dolor abdominal. Sin embargo, también hay signos más característicos, como la ictericia (coloración amarilla de piel y los ojos), coluria (coloración oscura de la orina), acolia (color blanco de las heces) y/o picor intenso en la piel.
En caso de que un niño/a empiece con dolor abdominal, vómitos o diarrea lo recomendable es que los padres lo lleven al centro de salud, para que su pediatra lo valore. Recordemos que actualmente tenemos muy pocos casos y lo más probable es que estemos ante una gastroenteritis. Sin embargo, estaremos atentos al color de sus heces, orina o a la pigmentación de la piel, acudiendo al hospital si encontramos los síntomas referidos.
¿Cómo se puede prevenir?
Al desconocer el origen de esta hepatitis, es difícil saber si se puede prevenir, pero con la sospecha de que la causa sea infecciosa y viral aplicaremos las mismas recomendaciones que con otros virus. La principal medida preventiva para evitar los contagios es el lavado frecuente de las manos. Además, evitaremos compartir botellas y vasos, cubrirnos al toser con la parte interior del codo y emplear pañuelos desechables.