La estimulación o atención temprana es una forma inmejorable de activar las diferentes funciones cerebrales del bebé y juega un papel decisivo en su desarrollo emocional y físico. A través de pequeños ejercicios y juegos se pueden potenciar sus habilidades psicomotoras y cognitivas, y exprimir al máximo sus capacidades.
No se trata de someterlos a un entrenamiento exhaustivo, sino de estimular aspectos como su concentración y memoria, motivación, curiosidad, lenguaje verbal y no verbal y sus habilidades físicas y sociales de manera natural. Además, estos ejercicios pueden fortalecer nuestro vínculo porque nos permiten concentrarnos en él y dedicarles un tiempo de calidad.
Es importante, eso sí, adaptar los ejercicios a la edad del bebé. La estimulación temprana se puede ejercer desde el mes y medio hasta los seis años, ya que es el periodo en el que más conexiones neuronales se establecen en el cerebro.
Es fundamental elegir el momento idóneo para realizar estos ejercicios. El cambio de pañal, por ejemplo, es una ocasión perfecta para estimular al peque y fortalecer vuestro vínculo. "A través de estos pequeños momentos, como el cambio de pañal, estás ayudando a crear un vínculo seguro, un apego sólido, porque estás generando confianza y cariño, y ellos sienten que tú eres su refugio", explica la psicóloga infantil y juvenil Katia Aranzábal al respecto. Hoy vemos cómo estos momentos pueden ayudar a tu bebé a establecer vínculos.
Nuevas sensaciones
Durante los primeros meses de vida, los ejercicios de estimulación temprana son muy básicos pero muy efectivos: los masajes por todo su cuerpo, desde sus pies hasta la cabeza, dedicando tiempo incluso a cada dedito, y los movimientos controlados con sus piernas y brazos mientras está tumbado bocarriba. Eso sí, como explica Belén Martínez Monasterio, fisioterapeuta especializada y cofundadora del centro Babybe, tan importante es alentarles como no sobreestimularles. "Hoy en día intentamos hacer todo por el bien de nuestros niños y muchas veces son demasiados estímulos los que recibe. En esta etapa solo nos necesita a nosotros", explica.

A partir de los tres meses se pueden incluir otros ejercicios que siguen siendo de dinámica sencilla, pero que son todo un reto para el pequeño: acostarle bocabajo con sus brazos extendidos y tratar de que levante poco a poco el tronco o su cabecita haciéndole caricias en la espalda; estimularle bocarriba con juguetes, gestos, palabras y sonidos para que vaya girando su cabeza hacia los lados; tumbarle bocarriba y hacer la bicicleta con sus piernas; o levantarle suavemente hasta sentarle, sujetándole con firmeza.
Otro ejercicio muy interesante para el final de esta etapa es el colocarles delante de un espejo, ya sea tumbados o en brazos, y hacer gestos con las manos y la cara. Al principio no reconocerá lo que ve, pero tiene algo magnético y atrapará su atención.
Estimulación del lenguaje verbal
A partir de los seis meses de vida y hasta el año de edad el registro de ejercicios aumenta. Podéis retarle a alcanzar su juguete favorito o a un ser querido que les espere a cierta distancia. También es una etapa ideal para potenciar el lenguaje, tanto gestual como verbal. Los sonidos de los animales o la repetición de conceptos como “papá” o “mamá”. La literatura infantil es otro gran aliado.
La importancia del autocuidado de los padres
Por último, conviene recalcar algo que madres y padres muchas veces olvidan: la importancia del autocuidado. Querer lo mejor para nuestro hijo no implica dejar de prestar atención a las necesidades de uno mismo. De ahí que, como explica Katia Aranzábal, sea recomendable dedicarnos tiempo a nosotros, sobre todo para cuidar nuestra salud mental, esa que dejamos en un segundo plano a pesar de su relevancia. "En ocasiones nos centramos en hacer deporte y comer sano, que es muy importante, pero relegamos a un segundo plano otra parte muy importante que es la regulación emocional", explica Katia.
La experta recuerda lo bien que puede venirnos realizar respiraciones. "Respirar nos va a permitir estar calmados, centrarnos en el aquí y en el ahora", apunta. Además, también recomienda refugiarnos en un momento feliz con nuestro bebé para tratar de mantener ese equilibrio tan necesario y, de este modo, no luchar contra los estados emocionales que aparecen, sino simplemente tratar de asimilarlos e integrarlos para poder avanzar. "Muchas veces basta con aceptar que está bien no estar bien", puntualiza.