Los niños con síndrome de Down, con autismo o con trastornos de audición y desarrollo del lenguaje cuentan con el apoyo de maestros especialistas en los centros educativos. Sin embargo, hay quien defiende la desaparición de los especialistas de Audición y Lenguaje (AL) o de Pedagogía Terapéutica (PT), según denuncia Julián Palazón, doctor en Ciencias de la Eduación, psicólogo y pedagogo en un reciente artículo publicado en el periódico Magisterio.
El caso es paradójico. Como marca la ley, los colegios e institutos tienen que tener en cuenta la atención a la diversidad de su alumnado. Este concepto comprende el conjunto de actuaciones educativas dirigidas a dar respuesta a las diferentes capacidades, ritmos y estilos de aprendizaje, motivaciones, intereses, situaciones socioeconómicas y culturales, lingüísticas y de salud de los alumnos y alumnas.
Ese imperativo legal es también un imperativo moral, según Palazón e implica un esfuerzo por parte de todos: “Hay cierto consenso en que es deseable que todos y cada uno de los profesionales que trabajan en un colegio conozcan mejor como atender las diferentes casuísticas que presenta un alumnado diverso y heterogéneo."
La contradicción surge cuando algunos defienden que para atender a los alumnos con necesidades especiales de aprendizaje es conveniente la eliminación de las figuras de los especialistas de Audición y Lenguaje (AL) o de Pedagogía Terapéutica (PT). ¿La razón? Si cada uno de los maestros y profesores debe ser capaz de atender a la diversidad de sus alumnos, ¿para qué delegar este trabajo en especialistas si esta es una tarea que corresponde a todos?
Ante estas cuestiones, Palazón sostiene rotundo que cada trastorno es muy específico y requiere de unos conocimientos especializados para cada caso que, difícilmente, pueden tener los que no se hayan formado para ello. Para demostrar estas afirmaciones y defender la figura de los especialistas de AL y PT, el experto hace referencia a las investigaciones realizadas por grandes expertos en la materia.

Trabajos de investigación
Como, por ejemplo, el trabajo realizado por Kelly Burgoyne y su equipo para estudiar los errores en el habla de los niños con Síndrome de Down que describe como estos errores interfieren con su aprendizaje en la lectura e indican qué podemos hacer al respecto.
En otra investigación, Amanda Van Horne y sus colegas detallan cómo usar una técnica de reformulación sistemática para mejorar la capacidad de los niños con Trastorno del Desarrollo del Lenguaje de producir oraciones complejas dentro de un currículum de ciencias.
Y un tercer estudio, de Karen Engel y Linnea Ehri, que han desarrollado un programa educativo para mejorar la comprensión lectora de los niños con trastorno del espectro autista. Estos alumnos parecen mostrar dificultades para activar, en base al contexto, el significado correcto de las palabras polémicas en la comprensión de frases.
Palazón apunta que lleva años leyendo una o dos investigaciones al día similares a estas y se pregunta: ¿de verdad podemos prescindir en los centros educativos de profesionales especializados en estos temas tan específicos? Y va más allá: ¿Eliminar a estos especialistas de los centros educativos no provocaría que se beneficien de este conocimiento solo aquellos que puedan pagarlo?