Errores más comunes en la crianza de los hijos únicos y cómo evitarlos

Sí, hemos hablado de lo que dice la ciencia sobre los hijos únicos en numerosos aspectos pero no habíamos hablado (hasta hoy) de cómo los padres y madres crían a su único hijo o hija, cuáles suelen ser los errores más comunes y cómo solucionarlos fácilmente.
Madre e hijo

Quizás una de las características más evidentes de la crianza de un hijo único es que no hay una experiencia previa como ocurre cuando tienes un segundo o sucesivos. Con la mejor de las intenciones puedes cometer algún error y no darte cuenta de ello por lo que no lo enmiendas nunca.

Es necesario hablar de los errores más comunes en los que caen las madres y los padres a la hora de criar a un hijo o una hija nada más. 

Errores habituales e incluso, esos otros errores que también se cometen por evitar los tópicos y los mitos asociados a crecer como hijo único y que realmente, la ciencia se ha encargado de ir desmontando con el paso del tiempo.

Niña leyendo un comic - Getty Images

¿Cuáles son los errores más comunes?

El primero inevitablemente es la sobreprotección.

Cuando no se tienen otros hijos con los que compartir la atención llega a ser natural que las madres y los padres traten, sin darse cuenta, de cuidar y proteger en exceso.

Esta sobreprotección puede llegar a limitar la independencia y autonomía del niño, puede frenar la velocidad normal a la que debería ir su proceso de madurez e incluso, puede que al llegar a la edad adulta haya interiorizado miedos infundados provenientes de esa sobreprotección durante la infancia.

¿Cómo evitarlo? Es importante que los adultos aprendan a que los niños tienen la necesidad de explorar y experimentar por sí mismos y de acuerdo a su edad, siempre bajo la supervisión adecuada. Es la manera en la que aprenden a resolver problemas y a adquirir confianza en sí mismos.

No poner límites claros o consentir en exceso es otro de los errores más comunes en los que pueden caer las madres y los padres de hijos únicos.

Ese esfuerzo por tratar de compensar la falta de hermanos o una buena intención mal entendida de hacerles felices o incluso la incapacidad de negarles algo sin vernos atacados por un sentimiento de culpabilidad, lleva a muchos padres y madres a consentir demasiado.

¿Cómo evitarlo? Los niños necesitan límites claros y concretos tengan o no tengan hermanos y sus padres son los encargados de educarlos marcando esos límites de forma clara, sencilla y adecuada a su edad.

Porque los límites les dan seguridad, les organizan su mundo y les hacen crecer de una manera saludable.

La pericia a la que aspiramos como padres y madres está en marcar unos límites claros y al mismo tiempo no sobreproteger a nuestro hijo.

No facilitar su interacción social, al no tener hermanos pueden perderse oportunidades para desarrollar sus habilidades sociales entre iguales de forma natural. La tarea sería ofrecerles suficientes situaciones y oportunidades para que se produzca esa necesaria interacción social.

¿Cómo evitarlo? Buscando oportunidades para que el niño o la niña interactúe de manera natural con otros niños de su edad para que desarrolle sus habilidades comunicativas pero también el sentido de la amistad y la empatía entre otras.

Organizar demasiado sus horarios es otro de esos errores comunes que muchas veces se cometen por parte de los padres y las madres, buscando facilitar espacios de socialización entre iguales.

Unos horarios excesivamente completos pueden suponer una presión agotadora que no deja hueco para acciones naturales como el juego libre y necesarias como la relajación, el descanso e incluso el aburrimiento.

Habitación para una niña con filosofía Montessori - Wiroj Sidhisoradej

¿Cómo evitarlo? Llegando a encontrar un equilibrio entre actividades programadas y disposición de tiempo libre real en el que nuestro hijo pueda descubrir qué le interesa, qué despierta su curiosidad, en el que pueda descansar, divertirse o relajarse.

Tener expectativas poco realistas en cualquier área, puede ser en el rendimiento escolar, en algún talento, en el aspecto deportivo. Unas expectativas que no se ajustan a la realidad se traducen en una presión sobre nuestro hijo que puede llegar a desembocar en estrés e incluso ansiedad.

¿Cómo evitarlo? Fomentando un entorno en el que el niño o la niña se sienta apoyado pero no presionado, un entorno en el que se le permita explorar sus propios intereses y desarrollar sus habilidades marcando él su propio ritmo.

Otro error común es que como padres y madres no les enseñemos a compartir aunque la ciencia se ha encargado de desmentir ese mito de que los hijos únicos son egoístas sí o sí.

Siempre es importante enseñar a compartir a nuestros hijos, tengamos solo uno o varios y distinguiendo que enseñar no es obligar.

¿Cómo evitarlo? Inculcando el valor de la amabilidad y la empatía hacia los demás desde que son pequeños.

Y por último, podemos caer en el error de no saber enseñarles a fomentar su propia identidad diferenciándola de la de sus padres.

Es inevitable que los hijos traten de imitar a sus padres y madres pero en el caso de los hijos únicos puede darse la situación de que esa imitación sea más intensa.

¿Cómo evitarlo? Fomentando y apoyando su identidad propia, potenciando su autoconocimiento y animándoles a probar y experimentar, a descubrir sus propios intereses.

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