Quizás una de las características más evidentes de la crianza de un hijo único es que no hay una experiencia previa como ocurre cuando tienes un segundo o sucesivos. Con la mejor de las intenciones puedes cometer algún error y no darte cuenta de ello por lo que no lo enmiendas nunca.
Es necesario hablar de los errores más comunes en los que caen las madres y los padres a la hora de criar a un hijo o una hija nada más.
Errores habituales e incluso, esos otros errores que también se cometen por evitar los tópicos y los mitos asociados a crecer como hijo único y que realmente, la ciencia se ha encargado de ir desmontando con el paso del tiempo.

¿Cuáles son los errores más comunes?
El primero inevitablemente es la sobreprotección.
Cuando no se tienen otros hijos con los que compartir la atención llega a ser natural que las madres y los padres traten, sin darse cuenta, de cuidar y proteger en exceso.
Esta sobreprotección puede llegar a limitar la independencia y autonomía del niño, puede frenar la velocidad normal a la que debería ir su proceso de madurez e incluso, puede que al llegar a la edad adulta haya interiorizado miedos infundados provenientes de esa sobreprotección durante la infancia.
¿Cómo evitarlo? Es importante que los adultos aprendan a que los niños tienen la necesidad de explorar y experimentar por sí mismos y de acuerdo a su edad, siempre bajo la supervisión adecuada. Es la manera en la que aprenden a resolver problemas y a adquirir confianza en sí mismos.
No poner límites claros o consentir en exceso es otro de los errores más comunes en los que pueden caer las madres y los padres de hijos únicos.
Ese esfuerzo por tratar de compensar la falta de hermanos o una buena intención mal entendida de hacerles felices o incluso la incapacidad de negarles algo sin vernos atacados por un sentimiento de culpabilidad, lleva a muchos padres y madres a consentir demasiado.
¿Cómo evitarlo? Los niños necesitan límites claros y concretos tengan o no tengan hermanos y sus padres son los encargados de educarlos marcando esos límites de forma clara, sencilla y adecuada a su edad.
Porque los límites les dan seguridad, les organizan su mundo y les hacen crecer de una manera saludable.
La pericia a la que aspiramos como padres y madres está en marcar unos límites claros y al mismo tiempo no sobreproteger a nuestro hijo.
No facilitar su interacción social, al no tener hermanos pueden perderse oportunidades para desarrollar sus habilidades sociales entre iguales de forma natural. La tarea sería ofrecerles suficientes situaciones y oportunidades para que se produzca esa necesaria interacción social.
¿Cómo evitarlo? Buscando oportunidades para que el niño o la niña interactúe de manera natural con otros niños de su edad para que desarrolle sus habilidades comunicativas pero también el sentido de la amistad y la empatía entre otras.
Organizar demasiado sus horarios es otro de esos errores comunes que muchas veces se cometen por parte de los padres y las madres, buscando facilitar espacios de socialización entre iguales.
Unos horarios excesivamente completos pueden suponer una presión agotadora que no deja hueco para acciones naturales como el juego libre y necesarias como la relajación, el descanso e incluso el aburrimiento.

¿Cómo evitarlo? Llegando a encontrar un equilibrio entre actividades programadas y disposición de tiempo libre real en el que nuestro hijo pueda descubrir qué le interesa, qué despierta su curiosidad, en el que pueda descansar, divertirse o relajarse.
Tener expectativas poco realistas en cualquier área, puede ser en el rendimiento escolar, en algún talento, en el aspecto deportivo. Unas expectativas que no se ajustan a la realidad se traducen en una presión sobre nuestro hijo que puede llegar a desembocar en estrés e incluso ansiedad.
¿Cómo evitarlo? Fomentando un entorno en el que el niño o la niña se sienta apoyado pero no presionado, un entorno en el que se le permita explorar sus propios intereses y desarrollar sus habilidades marcando él su propio ritmo.
Otro error común es que como padres y madres no les enseñemos a compartir aunque la ciencia se ha encargado de desmentir ese mito de que los hijos únicos son egoístas sí o sí.
Siempre es importante enseñar a compartir a nuestros hijos, tengamos solo uno o varios y distinguiendo que enseñar no es obligar.
¿Cómo evitarlo? Inculcando el valor de la amabilidad y la empatía hacia los demás desde que son pequeños.
Y por último, podemos caer en el error de no saber enseñarles a fomentar su propia identidad diferenciándola de la de sus padres.
Es inevitable que los hijos traten de imitar a sus padres y madres pero en el caso de los hijos únicos puede darse la situación de que esa imitación sea más intensa.
¿Cómo evitarlo? Fomentando y apoyando su identidad propia, potenciando su autoconocimiento y animándoles a probar y experimentar, a descubrir sus propios intereses.
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