La fábula de “La cigarra y la hormiga” es una de esas historias que merece la pena compartir con los más pequeños de casa. Su autoría se le atribuye a Esopo, pero más tarde fue recreada por Jean de La Fontaine y Félix María Samaniego. La fábula cuenta la historia de una cigarra que pasa todo el verano cantando mientras la hormiga trabajaba intensamente para recopilar provisiones para el invierno. Un cuento que versa sobre la importancia de la previsión y el esfuerzo que, sin duda, viene como anillo al dedo para reflexionar sobre este tema con los niños.
Las fábulas son historias con moraleja (un aprendizaje para la vida), y puedes leer otras como la fábula de "la lechera" o la fábula de "el perro y su reflejo".
El origen y las versiones de la fábula
La fábula de "La cigarra y la hormiga" es una historia atemporal que ha sido transmitida a lo largo de generaciones para enseñar a los niños la importancia del esfuerzo y la previsión
Esopo: El creador de la fábula
Esopo, el célebre fabulista griego, es conocido por su habilidad para transmitir lecciones morales a través de relatos breves protagonizados por animales. La fábula de "La cigarra y la hormiga" es una de sus obras más reconocidas, destacando por su capacidad para enseñar a los niños sobre el valor del trabajo y la previsión. En esta historia, Esopo utiliza a la cigarra y la hormiga como personajes simbólicos para representar dos actitudes opuestas ante la vida: la despreocupación y la responsabilidad. La cigarra, que disfruta del verano sin preocuparse por el futuro, contrasta con la hormiga, que trabaja incansablemente para asegurarse un invierno sin penurias.
La simplicidad de la fábula de Esopo permite que su mensaje sea fácilmente comprendido por los niños, quienes pueden identificar las consecuencias de la falta de previsión a través de las acciones de la cigarra. Además, la fábula invita a reflexionar sobre la importancia de valorar el trabajo de los demás, ya que la hormiga, a pesar de las burlas de la cigarra, sigue adelante con su labor. Este relato, aunque breve, es un poderoso recordatorio de que las acciones presentes tienen un impacto significativo en el futuro, una lección que sigue siendo relevante en la actualidad.
Las recreaciones de La Fontaine y Samaniego
Jean de La Fontaine y Félix María Samaniego son dos autores que han contribuido a la difusión de la fábula de "La cigarra y la hormiga" a través de sus propias versiones. La Fontaine, un poeta francés del siglo XVII, adaptó la fábula de Esopo en su obra "Fábulas", donde mantuvo la esencia del relato original, pero con un estilo poético que enriquece la narrativa. En su versión, La Fontaine enfatiza el contraste entre la frivolidad de la cigarra y la previsión de la hormiga, reforzando la moraleja de que el esfuerzo y la planificación son esenciales para enfrentar las adversidades futuras.
Por su parte, Félix María Samaniego, un escritor español del siglo XVIII, también recreó la fábula en su colección "Fábulas morales". Samaniego, al igual que La Fontaine, se mantuvo fiel al mensaje original de Esopo, pero añadió su toque personal al lenguaje y la estructura del relato. La versión de Samaniego es especialmente apreciada en el ámbito hispanohablante y ha sido utilizada como herramienta educativa para enseñar valores a los niños. Ambas recreaciones han permitido que la fábula de "La cigarra y la hormiga" perdure en el tiempo, adaptándose a diferentes contextos culturales sin perder su esencia.
El relato de la cigarra y la hormiga
Era un verano muy caluroso, probablemente uno de los más calientes de las últimas décadas. Quizá por eso, la cigarra decidió dedicar las horas del día a cantar alegremente debajo de un árbol. No tenía ganas de trabajar, solo le apetecía disfrutar de sol y cantar, cantar y cantar. De manera que así pasaba sus días, uno tras otro. Uno de esos días pasó por allí una hormiga que llevaba a cuestas un grano de trigo muy grande, tan grande que apenas podía sostenerlo sobre su espalda. Al verla, la cigarra se burló de ella y le dijo:

– ¿Adónde vas con tanto peso? ¡Con el buen día que hace y con tanto calor! Se está mucho mejor aquí, a la sombra, cantando y jugando. ¿Acaso no quieres divertirte?, se rió la cigarra.
La hormiga se detuvo y miró a la cigarra, pero prefirió hacer caso omiso de sus comentarios y continuar su camino en silencio y fatigada por el esfuerzo. Así, pasó todo el verano, trabajando y almacenando provisiones para el invierno. Y cada vez que veía a la cigarra, ésta se reía y le cantaba alguna canción de aires burlones:
– ¡Qué risa me dan las hormigas cuando van a trabajar! ¡Qué risa me dan las hormigas porque no pueden jugar!
Así pasó el verano y las temperaturas empezaron a bajar. En ese momento, la hormiga dejó de trabajar y se metió en su hormiguero, donde se encontraba calentita y tenía comida suficiente para pasar todo el invierno. Entonces, se dedicó a jugar y cantar.
Sin embargo, el invierno encontró a la cigarra debajo del mismo árbol, sin casa y sin comida. No tenía nada para comer y estaba helada de frío. Fue entonces cuando se acordó de la hormiga y fue a llamar a su puerta.
– Amiga hormiga, sé que tienes provisiones de sobra. ¿Puedes darme algo de comer y te lo devolveré cuando pueda?
La hormiga le abrió la puerta y le respondió enfadada:
– ¿Crees que voy a darte la comida que tanto me costó reunir? ¿Qué has hecho holgazana durante todo el verano?
– Ya lo sabes, le respondió apenada la cigarra. A todo el que pasaba, yo le cantaba.
– Pues ahora, yo como tú puedo cantar: ¡Qué risa me dan las hormigas cuando van a trabajar! ¡Qué risa me dan las hormigas porque no pueden jugar!
Y dicho esto, le cerró la puerta a la cigarra. A partir de entonces, la cigarra aprendió a no reírse del trabajo de los demás y a esforzarse por conseguir lo que necesitaba.
La actitud de la cigarra durante el verano
Durante el caluroso verano, la cigarra se dedica a cantar y disfrutar del buen tiempo, sin preocuparse por el futuro. Su actitud despreocupada y alegre la lleva a ignorar las necesidades básicas que surgirán con la llegada del invierno. La cigarra prefiere vivir el momento, convencida de que siempre habrá tiempo para preocuparse por lo que vendrá. Este comportamiento refleja una mentalidad común en muchos, que tienden a subestimar la importancia de prepararse para el futuro mientras las condiciones son favorables.
La cigarra, en su afán por disfrutar de la vida, se burla de la hormiga, que trabaja arduamente bajo el sol. Para la cigarra, la idea de trabajar en verano es absurda, pues el clima invita a la diversión y el descanso. Sin embargo, esta visión a corto plazo le impedirá ver las consecuencias de su falta de previsión. La cigarra representa a aquellos que, por vivir en el presente, olvidan que las estaciones cambian y con ellas, las necesidades y desafíos. Esta actitud, aunque tentadora, puede llevar a situaciones difíciles cuando las circunstancias cambian.

El trabajo constante de la hormiga
A diferencia de la cigarra, la hormiga dedica el verano a trabajar incansablemente, recogiendo provisiones para el invierno. Consciente de que el buen tiempo no durará para siempre, la hormiga se esfuerza por asegurar su bienestar futuro. Su trabajo constante y su capacidad para prever las necesidades de la estación fría son ejemplos de responsabilidad y diligencia. La hormiga no se deja llevar por las tentaciones del momento, sino que mantiene su enfoque en el objetivo a largo plazo, asegurando así su supervivencia.
La hormiga, a pesar de las burlas de la cigarra, no se desvía de su propósito. Su dedicación y disciplina son fundamentales para su éxito, y su capacidad para ignorar las distracciones externas le permite concentrarse en lo que realmente importa. Esta actitud refleja la importancia del esfuerzo continuo y la capacidad de trabajar hacia un objetivo, incluso cuando las recompensas no son inmediatas. La hormiga nos enseña que el verdadero disfrute viene después de haber cumplido con nuestras responsabilidades y que el trabajo bien hecho siempre tiene su recompensa.
El invierno y las consecuencias de la falta de previsión
Con la llegada del invierno, el contraste entre la cigarra y la hormiga se hace evidente. La cigarra, que no tomó medidas para prepararse, se encuentra sin provisiones y expuesta al frío. Su despreocupación durante el verano la ha dejado en una situación precaria, donde la falta de previsión tiene consecuencias reales y tangibles. La cigarra, que antes se burlaba del trabajo de la hormiga, ahora se ve obligada a buscar ayuda para sobrevivir, enfrentándose a las consecuencias de sus decisiones pasadas.
La hormiga, por otro lado, disfruta de los frutos de su esfuerzo. Con su hormiguero lleno de provisiones, puede pasar el invierno de manera cómoda y segura. Su capacidad para prever y trabajar en función de sus necesidades futuras le ha permitido enfrentar el invierno sin preocupaciones. La hormiga, al negarse a compartir sus provisiones con la cigarra, refuerza la lección de que cada uno es responsable de su propio bienestar y que el trabajo y la previsión son fundamentales para evitar situaciones difíciles.
Lecciones y moralejas de la fábula
La importancia del esfuerzo y la previsión
La fábula de "La cigarra y la hormiga" enseña a los niños la importancia del esfuerzo y la previsión como valores fundamentales para la vida. A través de la historia, se muestra cómo el trabajo constante y la capacidad de anticipar las necesidades futuras pueden marcar la diferencia entre el éxito y la dificultad. La hormiga, con su diligencia y responsabilidad, representa el modelo a seguir para quienes buscan asegurar un futuro estable y próspero. La fábula nos recuerda que el esfuerzo no siempre tiene recompensas inmediatas, pero es esencial para alcanzar metas a largo plazo.
La previsión, como valor, es igualmente importante. La capacidad de planificar y prepararse para el futuro permite enfrentar los desafíos con seguridad y confianza. La cigarra, que ignora este principio, sufre las consecuencias de su falta de preparación, enseñando a los niños que las decisiones presentes tienen un impacto directo en el futuro. La fábula invita a reflexionar sobre la importancia de establecer metas y trabajar hacia ellas, asegurando así que las necesidades futuras estén cubiertas.

Para disfrutar, primero hay que trabajar
La moraleja central de la fábula es clara: "Para disfrutar, primero hay que trabajar". Este mensaje subraya la importancia de cumplir con las responsabilidades antes de buscar el placer y el ocio. La cigarra, que prioriza la diversión sobre el trabajo, aprende de la manera difícil que el verdadero disfrute viene después de haber asegurado las necesidades básicas. La hormiga, por su parte, demuestra que el trabajo arduo y la previsión son la base para disfrutar de los frutos del esfuerzo en el futuro.
Esta lección es especialmente relevante para los niños, quienes a menudo se enfrentan a la tentación de posponer el trabajo en favor del juego. La fábula les enseña que el equilibrio entre el trabajo y el ocio es esencial para una vida plena y satisfactoria. Al inculcar la idea de que el esfuerzo es necesario para alcanzar las metas, los niños pueden desarrollar una ética de trabajo sólida que les servirá a lo largo de sus vidas. La historia de la cigarra y la hormiga es un recordatorio de que el trabajo bien hecho siempre tiene su recompensa.
Reflexiones para los niños
Preguntas para pensar sobre el esfuerzo y la responsabilidad
- ¿Por qué pudo la hormiga disfrutar del invierno tranquilamente?
- ¿Qué debió haber hecho la cigarra durante el verano para no pasar penurias en el invierno?
- Si fueras la cigarra, ¿qué habrías hecho al ver a la hormiga trabajando?
- Si fueras la hormiga, ¿le habrías dado cobijo a la cigarra durante el invierno?
- ¿Qué lección aprendiste con esta fábula?
Comparación con otras fábulas y sus enseñanzas
La fábula de "La cigarra y la hormiga" puede compararse con otras historias que también transmiten enseñanzas valiosas a los niños. Por ejemplo, la fábula de "La lechera" enseña sobre la importancia de no contar con lo que aún no se tiene, mientras que "El perro y su reflejo" habla sobre los peligros de la avaricia. Al comparar estas fábulas, los niños pueden identificar similitudes y diferencias en las lecciones que cada una ofrece, enriqueciendo su comprensión de los valores y principios morales.
Estas comparaciones también permiten a los niños ver cómo diferentes situaciones pueden ilustrar la misma lección. Por ejemplo, tanto "La cigarra y la hormiga" como "La lechera" subrayan la importancia de la previsión, aunque desde perspectivas diferentes. Al explorar estas conexiones, los niños pueden desarrollar una comprensión más profunda de cómo las decisiones y acciones tienen consecuencias, fortaleciendo así su habilidad para tomar decisiones informadas y responsables en su propia vida.