El psicoterapeuta Rafa Guerrero, uno de los divulgadores más respetados y populares sobre crianza de los hijos, ha dedicado un post reciente en redes sociales a explicar, con su brillantez habitual —lo dice alguien que ha tenido el privilegio de ser su alumno— la relación entre autoestima y apego. Una relación que, según el experto, es “estrecha”, de ahí que sea muy positivo para padres y madres conocer este fuerte vínculo entre ambas cuestiones.
Dice Rafa Guerrero que la autoestima de los hijos es “uno de los temas que más nos preocupa a padres y madres”. Y para poder realizar correctas atribuciones, lecturas e interpretaciones de las distintas problemáticas y conflictos que van experimentando los niños y adolescentes a lo largo de su vida, esos que pueden dañar su autoestima precisamente, es importante conocer la relación tan directa y cercana que tiene la autoestima con el apego. Una relación que Rafa Guerrero expone desde el punto de vista teórico para que padres y madres puedan aplicar dicha teoría a la práctica en el día a día de la crianza de los hijos.
“A lo largo del desarrollo evolutivo del desarrollo evolutivo del niño o niña van apareciendo una serie de situaciones emocionales que requieren de la heterorregulación por parte de los padres”, dice Rafa Guerrero, el experto que explica cuál es mayor miedo de los niños. Se refiere el psicoterapeuta, a esas situaciones en las que deben intervenir las figuras de apego principales del niño o niña. “Si dichas situaciones no son resueltas de manera satisfactoria por parte de las figuras de apego principales, el niño internalizará que el problema no es de sus padres, sino suyo”, apunta el especialista en la infancia.

En este punto, cabe tener en cuenta un detalle importante que la psicología ha definido de forma amplia y precisa: la fase egocéntrica de los niños. Esta fase temprana de la vida, que es la que les lleva, por ejemplo, a intentar ayudar a alguien de una manera que es satisfactoria para ellos o ellas —todavía no saben meterse al 100% en la piel del otro—, hace que los niños y niñas “siempre perciben a sus padres como perfectos”, asegura Rafa Guerrero. Y esto, a su vez, hace que, “se atribuyen a ellos mismos la culpa de no haber resuelto el conflicto o la situación emocional”.
Dicho de otro modo, en un contexto caótico así, un niño o niña “debe elegir entre ‘mis padres no son perfectos’ o ‘yo no soy digno de ser querido’”, indica Rafa Guerrero, que tiene claro que el o la menor “siempre se va a decantar por la segunda opción, ya que no puede pensar que sus padres no son los más sabios, los más fuertes y los más seguros”. Si lo hiciera, continúa el psicoterapeuta, “le haría entrar en colapso y caos”.
Apunta al respecto Rafa Guerrero que durante la infancia los peques prefieren pensar que “no son dignos de ser amados” o que son “culpables de las broncas que tienen sus padres” cuando en realidad no es así. Y lo hacen, explica, porque lo prefieren a “poner en riesgo o romper el vínculo emocional que tienen (con sus figuras de apego principales), pues de ello depende su supervivencia”.
Y es así durante toda la infancia esta relación estrecha entre apego y autoestima, que queda reflejada también en los cuatro tipos de crianza, pero no así en la adolescencia, donde cambia completamente la película. “Esto ocurre en niños, ya que en la etapa adolescente se invierten las tornas debido al pensamiento crítico característico de esta etapa”, concluye el divulgador, profesor y psicoterapeuta.

Esta explicación teórica que puede parecer ajena a muchas mamás y papás de niños y niñas pequeños, como decíamos antes, tiene mucha importancia porque permite entender por qué la autoestima se construye desde edades muy tempranas, y por qué las figuras de apego tenemos tanta responsabilidad en ello. Y es que la autoestima no se fortalece o destruye por un único suceso, sino que evoluciona, en sentido positivo o negativo, poco a poco, piedra a piedra, paso a paso.