Solo quiere estar con mamá

Madre no hay más que una y nuestros hijos lo saben. A los dos años pasan una etapa en la que solo quieren estar con mamá. Es una fase de 'mamitis aguda' y no se sienten seguros con nadie más.

No rechaza a su padre, está pasando por una etapa en la que es su madre la única persona que le hace sentir totalmente seguro. Ella es su figura de apego, la plataforma desde la que va a lanzarse a explorar otras relaciones.

También necesita un poco de ayuda para poder confiar en otros. Y eso se consigue pasando tiempo con más gente, pero sabiendo que mamá está ahí para cualquier cosa. Sin prisa, y sobre todo sin forzarle, aumentará su autonomía.

¿Es frecuente?

Entre los 10 y los 18 meses, los niños empiezan a ser más autónomos: ya pueden andar, explorar la casa o pedir lo que quieren. Sin embargo, necesitan a sus padres con la misma intensidad que cuando eran bebés. De ahí que busquen algo a lo que agarrarse y si es la mano de mamá, mucho mejor. Esta será una etapa pasajera que olvidarán en poco tiempo.

Entre los dos y los tres años, los niños se relacionan con otras personas, hacen amistades o pasan más tiempo en el parque jugando con otros pequeños. Todo eso conlleva conocer mucha gente nueva y, al principio, pueden sentirse más cómodos si su madre está cerca para darles seguridad.

Los casos más habituales

  • Algunas circunstancias, como la llegada de un hermano, pueden descolocar su mundo. El único método que conocen para llamar la atención es dejar que todos sus cuidados (desayuno, lavado de dientes, hora de dormir...) recaigan únicamente en manos de la madre. De hecho, para el niño, es su mamá la que se ha olvidado de él.
  • Lo mismo ocurre si ella siempre ha estado en casa y se incorpora al trabajo tras una excedencia. En ese caso, la ' mamitis' será casi imposible de evitar. En este caso se cuenta con una ventaja: se puede preparar al niño para que la separación no sea traumática.
  • Otros cambios menos drásticos, como una mudanza o una cuidadora nueva, pueden hacer saltar las alarmas. Entonces, por mucho que papá se lo proponga, el pequeño decidirá que de reparto de tareas en casa, nada de nada. Por lo que respecta a él, mamá es su 'encargada'.

No está castigando a papá

Los psicólogos afirman que a esta edad el pequeño todavía no es consciente de que negándose a estar con su padre podría estar castigándole o haciéndole sufrir, aún no tiene la capacidad de ponerse en el lugar del otro.

Se muestra inseguro y, de momento, con mamá le resulta todo más fácil. Por eso es importante no darle mucha importancia a frases como: 'Contigo no, con mamá', y actuar como si nada hubiera pasado.

¿Hay solución?

Aunque la mayoría de los padres vivan este tipo de situaciones con angustia, lo cierto es que hay solución. Y es más sencilla de lo que podría parecer a simple vista: se trata de generar en el niño cierta confianza y autonomía y que así deje de sentir inseguridad cuando no está con su madre.

Sin presiones

Algunos niños corren a refugiarse en las faldas de su madre cuando llegan invitados en casa. Todo el mundo les mira y les dice cosas con una gran sonrisa, pero, cuantos más esfuerzos hacen, más se aferran los pequeños a las piernas de su madre. No es bueno forzarles a saludar y dejarse coger por extraños. Los niños, igual que los adultos, necesitan su tiempo antes de tomarse ciertas confianzas.

Poco a poco, cuando se encuentren a gusto y dejen de sentirse 'vigilados', se relajarán. Mientras tanto, mejor dejarles su espacio.

Asesora: Mónica Taíbo, psicóloga del centro de psicoterapia Kerkus de Bilbao.

 

Vídeo: ¡Gracias, mamá!

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