Muchas veces los niños mienten y los padres no saben cómo actuar frente a esas mentiras y hay una duda que se hace muy frecuente: ¿es normal que mienta o debo preocuparme?
Lo cierto es que los niños pueden mentir por motivos diferentes, pero detrás de esas mentiras puede esconderse falta de seguridad y miedo, otras veces las mentiras pueden estar ocasionadas por el propio comportamiento de los padres con los hijos y, a veces, las mentiras pueden ser simple fruto de su mundo de fantasía, por eso, es conveniente tratar de analizar el comportamiento del niño y ante qué recurre a las mentiras, además de tener en cuenta su edad.
¿A qué edad aprenden a mentir?
Es difícil determinar una edad o momento concreto en el que los niños aprenden a mentir como tal, pero las mentiras sí están ligadas a un momento clave del desarrollo de los niños: “las mentiras están relacionadas con el desarrollo del área lingüística y cognitiva, en concreto, sus funciones ejecutivas. Por tanto, es lógico pensar que a partir de los 2 años podrían aparecer las primeras mentiras, aunque es a los 4 años cuando más del 80%-90% de los niños lo automatiza y forma parte de su repertorio de respuestas”, explica Nuria García Alonso de la Torre, psicóloga infantojuvenil de Ayudarte Estudio de Psicología.
Tipos de mentiras
Como decíamos, las mentiras de los niños pueden ser de diferentes tipos o, dicho de otro modo, evolucionan según la edad: “las mentiras van cambiando a medida que crecen. Por ejemplo, hasta los 4 años están más relacionadas con la fantasía y con agradar a los adultos contando historias o para ser corteses y no hacer daño a otras personas con nuestras opiniones. A medida que van creciendo socializan mucho más, son más conscientes y ya empiezan a tener un pensamiento más crítico y las mentiras son más complejas y mejor elaboradas con el fin de librarse de castigos o en provecho propio”, matiza la psicóloga.
Por tanto, debemos analizar qué tipo de mentiras son las que cuenta nuestro hijo y entender que las relacionadas con la fantasía son parte de su propio desarrollo y no tienen una intencionalidad, como sí la tienen cuando mienten para evitar una consecuencia o para conseguir algo.
¿Qué debemos hacer cuando sabemos que están mintiendo?
Algo que debemos tener muy claro es que los adultos somos el espejo en el que los niños se miran, por eso, no podemos pedir que no mientan si nosotros lo hacemos, porque cuando “nos pillen” en una mentira quedará desautorizada nuestra petición de que no mientan.
Si sabemos que nuestro hijo está mintiendo, es fundamental tener una conversación sobre el tema: “si pedimos honestidad, los padres deben ser los primeros que tienen que ser sinceros. Si detectan una mentira es importante tener una conversación con el niño al respecto. La base de una relación es la confianza, así que es importante hablar de ello directamente y escuchar la justificación que tiene sin interrumpirle”, explica la experta.
¿Cuándo debemos preocuparnos?
Ya hemos explicado que las mentiras pueden ser de diferente naturaleza, unas son más “inofensivas” y otras tienen cierto propósito o finalidad, que es a las que hay que prestar especial atención. La duda de muchos padres es cuándo deben preocuparse o reaccionar ante ellas. En este caso, la psicóloga infanto-juvenil recomienda estar alerta ante estas señales:
• Si las mentiras son frecuentes.
• Si las mentiras tienen que ver con temas serios: no decirte las notas, incidencias del colegio o notas del profesor que nunca llegas a recibir, darse atracones a escondidas, no decirte que está enfermo o que le duele algo, por ejemplo.
• Si las mentiras tienen el fin de manipular a los demás.
Si detectamos que sus mentiras tienen que ver con estos puntos es fundamental reaccionar y tener una conversación con el niño para tratar de saber por qué lo hace y esto nos puede dar también pistas de cómo podemos ayudarle: quizá nos oculte las notas porque estamos siendo demasiado exigentes y tiene miedo a decepcionarnos, puede que recurramos a los castigos de forma habitual y esto esté perjudicando la relación con nuestro hijo…analizar su comportamiento puede ayudarnos a analizar también el nuestro.
¿Cómo gestionar sus mentiras?
Es fundamental tener claro que los niños deben entender por qué no es bueno ni positivo que recurran a las mentiras y los castigos no son buenos aliados para ello: “la primera opción a la que recurren muchas familias es al castigo. No obstante, se trata de que tu hijo/a aprenda de sus errores y transmitirle unos valores. Con castigos consigues que tenga miedo al castigo o a ti, pero no que comprenda que debe cambiar su forma de comportarse”, explica Alonso de la Torre, por eso, recomienda seguir estas pautas:
• Averigua el motivo de esa mentira: quizá tenía miedo de un castigo, no quería decepcionarte, estaba avergonzado por lo que había pasado... Hablarlo con él es la mejor forma de atajar esas mentiras y darle un consejo para que entienda que mentir no será la solución a sus problemas, sino que eso los empeorará aún más. Cuando uno comete un fallo, hay que buscar solucionarlo. Por tanto, no te enfades hasta el punto de no hablar con él, justamente lo que más necesita es hablar. Por ejemplo, quizá solo ha mentido con la nota de historia porque no acaba de entenderlo y le cuesta pedirte ayuda. Por un lado, trata de que él solucione el problema de su mala nota: ¿va a ir a una academia?, ¿un profesor?, ¿va a recurrir a un amigo para que se lo explique?, ¿va a dedicarle una hora más a estudiar historia?...busca la forma de ayudarle a encontrar la solución y demuestra que estás receptivo y puedes ofrecerle ayuda.
• Pedir perdón y algo más... A veces, llega un momento que dicen “lo siento” por inercia. Por eso, es importante que cuando tu hijo se arrepienta, le pidas que arregle de algún modo esa situación. Por ejemplo, quizá pasar algo más de tiempo contigo el fin de semana o tener algún detalle que de otra forma no tendría contigo. Se trata de recuperar juntos la pérdida de confianza que se produce cuando hay una mentira.
• Clarifica lo que es mentir: es importante cuidar el lenguaje. Los adultos son los primeros que "ocultan información" o hablan de "mentiras piadosas". Está bien empezar por el principio y saber qué se va a considerar mentira o qué no. Está claro que, si a tu hijo le marcas ese límite, tú también deberías seguirlo. Diversos estudios muestran que los niños que están rodeados de adultos que mienten, a partir de los 4 años, ellos también empezarán a usar las mentiras como estrategia de resolución de problemas. Si no quieres que tu hijo mienta, lo mejor es no contribuir a ello.
Por tanto, ya sabemos por qué los niños mienten, cómo podemos actuar ante esta conducta y qué señales pueden suponer una alarma o motivo de preocupación. Y recuerda: dar ejemplo es fundamental, no debemos hacer aquello que queremos que nuestros hijos no hagan.