El síndrome de inmersión es la consecuencia de una reacción exagerada del cuerpo ante un cambio brusco de temperatura, fundamentalmente por entrar de forma rápida en el agua que está a menor temperatura que el exterior. Inicialmente puede provocar mareos y vómitos pero en algunos casos puede llevar a la pérdida de conciencia y el fallecimiento por ahogamiento.

Son varias las hipótesis que intentan explicar el porqué de este síndrome, pero lo que está claro es que no está para nada relacionado con la digestión. Las tres teorías dicen:
- Descarga brusca de catecolaminas (hormonas) que provoca una reacción similar a una alergia grave o anafilaxia de forma que se cierran las vías respiratorias y cae la presión arterial.
- Choque térmico por la diferencia de temperatura que provoca una constricción de los vasos sanguíneos y secundariamente una parada respiratoria (esa sensación de “quedarnos sin aire” al entrar en agua muy fría) que puede condicionar una pérdida de conocimiento. Esta es la teoría más plausible para la mayoría de investigadores.
- Espasmo de la laringe (vía respiratoria alta) debido a la bajada brusca de temperatura que condiciona una pausa respiratoria y por tanto riesgo de pérdida de conocimiento.
¿Qué síntomas presentan los niños afectados?

Los síntomas son muy inespecíficos pero podemos encontrar:
- Dolor de cabeza
- Mareos
- Náuseas y vómitos
- Dolor abdominal
- Visión borrosa
- Zumbido en los oídos
Fundamentalmente los síntomas son los mismos que podemos encontrar en una lipotimia secundaria a una bajada brusca de tensión. Es por ello que como muchos síntomas son digestivos y muchos casos ocurren después de comer se tenga la falsa creencia de que la “digestión se ha cortado”.
¿Qué puede predisponer a la hidrocución y cómo podemos evitarla?

- Comidas copiosas y pesadas: hacen que nuestro cuerpo segregue más sustancias depresoras (el sueño que entra después de comer es debido a ello) y por tanto sea más ineficaz a la hora de gestionar el cambio de temperatura.
- Larga exposición solar: aumenta mucho la temperatura del cuerpo y por tanto el choque térmico con el agua es mayor.
- Enfermedades cardíacas o del sistema nervioso que condicionan una mala regulación del cambio de temperatura.
Aunque pueda parecer un mito las recomendaciones que ya nos daban nuestros abuelos son adecuadas ya que hay que evitar la entrada brusca en el agua y es recomendable darse una ducha antes para que el cuerpo se acostumbre al cambio de temperatura. La espera de 2-3 horas no tiene sentido ya que si hemos evitado los factores desencadenantes como son el exceso de calor o las comidas copiosas y se entra poco a poco al agua el riesgo de hidrocución es prácticamente nulo.
No debemos olvidar que si cumplimos con las recomendaciones de fotoprotección y protección térmica de los niños (gorro, ropa transpirable y con protección solar, evitación de horas centrales del día) disminuiremos al máximo el riesgo.
El tratamiento consistirá básicamente en reposo e hidratación, así que si aparecen los síntomas al entrar al agua es mejor que saquemos al niño y lo dejemos en un lugar fresco y ventilado para que se vaya recuperando poco a poco. En la gran mayoría de los casos no será necesario hacer nada más y la recuperación será completa.