Hágase la paz: las 5 R para cultivar la calma en el hogar y evitar las discusiones inútiles

Las discusiones familiares erosionan los vínculos y minan los afectos, aunque sean por tonterías. Estas son las claves psicológicas para reducir los conflictos.
Pareja con sus hijos pequeños

Estamos inmersos en un ritmo de vida frenético, sometidos a una enorme presión para poder con todo. Los padres y madres se enfrentan al desafío de equilibrar el trabajo y los compromisos sociales con las tareas del hogar y, por supuesto, el cuidado de los hijos.

En ese contexto, no es extraño que las emociones estén a flor de piel y se pierda rápidamente la paciencia. El estrés sostenido es caldo de cultivo para la frustración y la irritabilidad, emociones que enturbian el ambiente en el hogar y a menudo conducen a discusiones por nimiedades.

Sin embargo, el hecho de que los motivos sean irrelevantes, no significa que las discusiones lo sean. Cada desencuentro puede alejar a los miembros de la familia. Cada palabra malsonante es un ladrillo con el que se construye un muro. ¿Qué podemos hacer para evitarlo?

Cada discusión es como un ladrillo con el que se construye un muro. - Arina Krasnikova - Pexels

1. Reglas claras

Un buen punto de partida consiste en establecer algunas normas en casa. Las reglas no solo marcan el límite entre lo que está permitido y lo que no, sino que también transmiten unas expectativas claras sobre el comportamiento de cada uno de los miembros del hogar, de manera que a la larga evitarán muchos desencuentros.

Cada familia debe negociar sus reglas, asegurándose de que sean claras y útiles para todos. Es conveniente plantearlas de forma positiva, por lo que en vez de decir: “en esta casa no se grita” puedes indicar: “en esta casa hablamos en voz baja”. Así reforzarás el comportamiento positivo.

Asimismo, cerciórate de que las reglas sean comprensibles para los niños y, por supuesto, de que todos las sigan, incluidos los adultos. Como padres, sois los modelos de vuestros hijos, así que no vale eso de “haz lo que yo digo, no lo que yo hago”.

2. Responsabilidades compartidas

Para aligerar la carga a la que están sometidos los padres y, a la vez, fomentar la autonomía infantil, es importante que todos los miembros de la familia contribuyan a las tareas del hogar. Puedes hacer una lista de responsabilidades ajustada a las capacidades de los más pequeños y el tiempo del que dispone cada uno.

Saber a quién le toca poner la mesa, tirar la basura, organizar los juguetes o llevar a los niños al cole evitará muchas de las discusiones que genera la logística familiar cotidiana. Al mismo tiempo, distribuir las responsabilidades fomenta la colaboración y mejora las relaciones fortaleciendo el compromiso entre cada uno de los integrantes de la familia.

Cuando las tareas domésticas se reparten equitativamente, cada quien aportará su tiempo y esfuerzo, por lo que todos serán más conscientes de la importancia del trabajo de los demás. Eso evitará las actitudes indolentes, irresponsables o desdeñosas que muchas veces desencadenan las discusiones familiares.

Cuando las tareas domésticas se reparten equitativamente se fortalece el compromiso entre cada uno de los miembros de la familia. - Gustavo Fring - Pexels

3. Reconocimiento individual

El reconocimiento es clave para mantener relaciones interpersonales satisfactorias. Las familias más unidas son precisamente las que valoran las cualidades positivas de sus miembros, conocen su potencial y se preocupan por desarrollarlo.

También encuentran la forma para relacionarse de manera asertiva, incluso cuando otro miembro de la familia comete un error. No culpan, sino que hacen un esfuerzo consciente por reconocer, validar y aceptar la unicidad del otro.

Cuando cada persona encuentra el reconocimiento, la aceptación y la validación emocional que necesita en el seno familiar, los conflictos disminuyen. Así se evitan muchas luchas de poder porque cada miembro se siente visto, oído y comprendido. Cada persona se siente importante y reconoce la importancia del otro.

4. Receptividad a las diferencias

Cada familia, por muy unida que sea, está compuesta por  personas que no siempre miran en la misma dirección. La receptividad es clave para evitar que esas diferencias desemboquen en discusiones por el método educativo que se seguirá con los peques o con qué familia se pasará la Navidad. 

La receptividad es la voluntad de escuchar y considerar otros puntos de vista, por lo que contribuye a que todos sientan que su opinión es válida y que sus necesidades se toman en cuenta. Esa apertura reduce los conflictos y mejora el compromiso entre los miembros de la familia, aumentando su disposición a colaborar y ceder cuando llegue el momento.

De hecho, un estudio realizado en la Harvard Business School reveló que cuando las personas se muestran más receptivas, sus argumentos son percibidos como más persuasivos que quienes comienzan a discutir inmediatamente. Y lo mejor de todo es que si abrazas la receptividad podrás crear un círculo virtuoso, de manera que tus hijos o tu pareja se irán mostrando cada vez más abiertos y comprensivos.

5. Respeto al otro

El respeto es un valor esencial que nos permite establecer relaciones más amables, empáticas y consideradas. Una familia que se trata de manera respetuosa crea un clima de aceptación, escucha y apoyo que actúa como una barrera protectora contra las discusiones.

Una actitud respetuosa permite resolver los conflictos de manera más constructiva, comprensiva y serena. De hecho, se ha comprobado que respetar a los demás y sentirse respetado reduce los altercados y la agresividad en las relaciones entre padres e hijos.

Además, el respeto es una vía de doble sentido. Cuando respetas a tus hijos, también fomentas una actitud respetuosa hacia ti y, en sentido general, hacia el resto de las personas. Eso contribuirá a crear una relación más abierta y sincera donde las disensiones se abordan con mayor madurez.

Por último, pero no menos importante, recuerda que el tiempo de ocio y relajación compartidos también son fundamentales para evitar las discusiones familiares. Los rituales que crean conexión, las noches de cine en casa, los juegos en familia y los mimos antes de irse a la cama son ingredientes esenciales para aligerar las tensiones y demostrar a tus hijos que les quieres y son importantes para ti, aunque a veces pierdas la paciencia.

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