Si ya de por sí la educación se antoja como un camino de obstáculos, cuando se llega a la adolescencia las curvas se multiplican en este recorrido. Una etapa de cambios para los niños, pero también para sus padres y donde continuamente chocan la ansiada autonomía e independencia de los jóvenes con las necesidades y reglas de la parte adulta de la familia.
Es entonces cuando poner una serie de límites resulta clave para favorecer la convivencia en casa y distinguir, a su vez entre los padres que son "padres" y los padres que más parecen "amigos".
¿Se puede ser padre y amigo a la vez?
A juicio del psicólogo, Víctor Giorgi, ex director general del Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes (IIN) es importante hacer una precisión y una distinción en este sentido separando por un lado lo que es un padre cercano y lo que es un padre amigo.
Este último es como si fuera un amigo más de su pandilla hasta el punto de que se puede incluso comportar como si fuese un adolescente más, con lo que no quedan claros los límites y donde empieza el padre y acaba el amigo. Sin embargo, el padre cercano no olvida su papel de adulto y de padre responsable, pero lo puede hacer desde una posición no de autoridad y protocolaria, sino desde la cercanía, el diálogo. En este caso no entra ese padre autoritario y sí un progenitor accesible que sabe cuáles son los límites y roles de autoridad mientras es cercano con sus hijos y comparte con ellos y disfruta.
Para este experto, "no es bueno ser amigo de un hijo adolescente ya que se tiende a desdibujar la función de un padre, pero sí es bueno que un padre sea accesible". Las consecuencias en este caso son claras:
- El adulto que se convierte en amigo no envejece y esto hace que el adolescente se quede anclado en esa etapa y no vaya madurando, no vaya ganando autonomía... dificulta su crecimiento.
- La falta de límites claros con un padre amigo y el hecho de que no haya consecuencias si ese adolescente hace algo mal impide que estos jóvenes aprendan lecciones cruciales en su vida sobre lo que es la responsabilidad, el esfuerzo o la empatía hacia los demás.
- Decir a todo que sí, al adolescente, cuando se es un padre amigo no le ayuda al joven a tener un criterio propio. Además, este no admite el no por respuesta ni en su faceta familiar ni en otros aspectos de su vida. Creerá que todo tendrá que ser como él quiera.

Claves para poner límites efectivos en la adolescencia
Según recuerdan desde Aldeas Infantiles y UNICEF, es clave que en ese acompañamiento de vida a un adolescente, el padre cercano imponga una serie de límites necesarios para el desarrollo del joven. Normas que más tarde también se encontrará en la sociedad en la que vive y que además deben ser coherentes, no absurdas ni exageradas y que tienen sus consecuencias (en forma de sanción) cuando estas no se cumplan.
Así, a la hora de establecer reglas claras es importante basarse en estas claves que facilitarán un ambiente equilibrado en casa donde los adolescentes puedan vivir con sus padres cercanos, pero sabiendo el rol de cada uno y los límites establecidos:
- Establecer reglas claras y precisas para que los adolescentes comprendan las normas que tiene que cumplir. De esta manera no habrá malentendidos ni voluntarios ni "involuntarios".
- Mantener la consistencia para que las reglas se cumplan y respeten por ambas partes. No se puede flaquear en este sentido, una cosa es ser flexibles y otra que no se cumplan las normas (así solo se consigue que al final el adolescente no llegue a respetable y no se haya avanzado en nada).
- Fomentar la comunicación para que los jóvenes trasladen sus opiniones y preocupaciones libremente. Y esto puede venir tanto para discutir las posibles normas que imperan como para solucionar conflictos que surjan a la hora de seguir estos límites.
- Los padres deben ser un ejemplo a seguir de las mismas normas que ellos ponen y donde podemos incluir a los adolescentes para crear entre todos las normas. Es decir, si se dice que no se usa el teléfono móvil mientras se come, no tendría mucho sentido que el padre o la madre sí lo hiciese.
- Si una regla no se cumple hay consecuencias y sanciones justas y proporcionadas; no pro el castigo en sí sino para que el joven aprenda que todo en la vida tiene una consecuencia. Y si se cumplen es bueno reconocer el buen comportamiento y celebrar los logros y comportamientos positivos.
- Mostrar flexibilidad cuando sea necesario: Adaptar las reglas según la madurez y las responsabilidades asumidas por los adolescentes; pero (como se ha dicho en otra clave anterior) sin dejar de cumplirlas. Esto no es un internado, sino una familia que convive con respeto y con unos límites.