Hay un lugar en Corea del Sur que se llama ‘La Fábrica de la Felicidad’, un espacio en el que padres y madres de jóvenes locales se encierran de forma voluntaria aislados de la sociedad durante tres días. Te contamos por qué.
En Corea del Sur las cosas funcionan distintas a lo que estamos acostumbrados en España. Las autoridades coreanas plantean medidas polémicas como enviar a las niñas al colegio un año antes para aumentar la natalidad, la más baja del mundo, incluso mucho más que en España, cuyos datos son los más bajos de su serie histórica. Y también afrontan de forma distinta la salud mental y todo lo que tiene que ver con ello.

La última prueba es lo que se conoce como el síndrome de Hikikomori, que se traduce en nuestro idioma como el síndrome de la 'puerta cerrada'. Esta patología reconocida es la causante de lo que se conoce como 'niños hikikomori', un grupo de la población, en su mayoría dentro del espectro joven de la población, que se somete de forma voluntaria a un aislamiento social y físico que afecta de forma grave y muy negativa a su salud mental.
Son personas (el término surgió en Japón en los 90, donde también es frecuente) que deciden vivir de espaldas a la sociedad, totalmente desconectados de la misma, pero lo hacen en sus casas, sin abandonarla en años.
Pues bien, para intentar comprender mejor lo que les ocurre a sus hijos e hijas, los padres y madres coreanos pueden replicar la vida asocial que estos han decidido llevar. Lo hacen en lo que se conoce como ‘La Fábrica de la felicidad’, un programa que incluye la estancia en un centro en el que se encierran de forma voluntaria durante tres días, en su habitación, sin contacto con el exterior.

El programa dura aproximadamente tres meses: durante este tiempo leen testimonios de personas afectadas por el síndrome de Hikikomori, y aprenden a acercarse a sus hijos e hijas, o familiares, que se suelen negar a recibir ayuda para salir de su situación de aislamiento.
Además, el programa incluye el encierro durante tres días a cal y canto en una habitación de aislamiento, tipo celda, de un centro ubicado en Hongcheon-gun, provincia de Gangwon. El centro se patrocina en redes sociales.
Estos residentes voluntarios, en su mayoría padres y madres de hijos e hijas recluidos en sus casas, se desconectan del mundo para intentar conectar con estos. Lo hacen vestidos con un parco uniforme y viven durante unos días como si fueran reclusos en régimen de total aislamiento. Y es que en ‘La Fábrica de la Felicidad’, padres y madres no pueden disponer de dispositivos electrónicos ni hablar con otros asistentes al programa, como sí ocurre por ejemplo en terapias de desintoxicación de las drogas: solo se comunican con el exterior a través del agujero que tienen las puertas de sus habitaciones, por la que se les sirve la comida.
Así tratan de comprender qué les pasa por la mente a sus hijos e hijas con el objetivo de entender mejor el aislamiento de la sociedad y sus consecuencias en primera persona, a través de la experimentación en sus propias carnes.