Si estás aquí es porque seguramente alguna vez has gritado a tus hijos y quizá no era el trato que merecían. Veamos algunas recomendaciones que te ayudarán a reparar el daño que has podido causar en tus niños sin quererlo.
Es algo totalmente normal. Un mal día, el estrés, el cansancio, un mal carácter o una mala situación. Son muchas las razones que pueden llevar a los padres a gritar a sus niños no de muy buena forma.
Si bien es cierto que a veces los padres gritan a sus hijos para corregirles o avisarles de un peligro en una situación puntual, lo que no se debe hacer es tener esta actitud de manera prolongada con ellos. Puede haber días más complicados en el mundo adulto, pero eso tampoco es excusa como para decirles frases a los peques que puedan dañar su autoestima.
En el caso de que hayas tenido un día en el que no has podido controlarte y te han superado tus nervios y los problemas cotidianos, ante todo debes saber que todo el mundo se equivoca y que todos cometemos errores. Así que lo primero que hay que hacer es tomar conciencia de ello y admitir que te has equivocado.
Si ahora te arrepientes porque sabes que realmente no querías dedicarle las palabras que le has dedicado a tu hijo, lo mejor que puedes hacer es asumirlo y tratar de reparar el posible daño causado. Piensa que si no lo haces su autoestima puede verse dañada, o quizá puede que se aleje un poco de ti, emocionalmente hablando, además de que la herida puede aumentar si se deja pasar el tiempo. Mira a continuación algunas recomendaciones que podrían ayudarte.
¿Cómo arreglar el daño emocional?
Si alguna vez has gritado a tus hijos, lo primero que debes hacer es tomar conciencia de ello para después intentar arreglar el daño que puedas haber causado.
- Para empezar, debes admitir el error. Debes ser honesto y admitir que algo has hecho mal y que seguramente esa forma de actuar desproporcionada tu hijo no la merecía. Piensa en las palabras que le has podido decir.
- Pide disculpas. Si piensas que pedir perdón no es lo correcto, debes saber que, todo lo contrario. Si quieres que tus hijos crezcan sabiendo que hay que responsabilizarse de los actos y sobre todo de los errores, empieza por hacerlo tú mismo. Por ello, recapacita, acércate y pide disculpas. Lo mejor que puedes hacer es hacerlo en el momento de haber ocurrido, no dejes que pasen días o semanas.
- Ten una conversación con tu hijo. Después de pedir perdón puedes aprovechar la situación para hablar con él. Explícale por qué actuaste así y dile que no era lo correcto. Como puede ser normal, puede que al principio no quiera escucharte, por eso puedes esperar al momento adecuado. Además, podéis hablar de cómo os sentís cada uno.
- Si sientes que se trata de una situación que se repite constantemente porque no puedes controlarte, considera consultar con un profesional que te ayude a tranquilizarte y a afrontar la situación.