La palabra "madrastra" ha sido durante siglos sinónimo de maldad, frialdad y rechazo. Desde los cuentos de hadas hasta las referencias culturales modernas, el término ha estado cargado de una negatividad que no refleja la realidad de muchas mujeres que asumen este rol con amor y dedicación. Ser madrastra implica mucho más que un vínculo legal con los hijos de la pareja; es un compromiso emocional y afectivo que, en muchas ocasiones, se ve empañado por los prejuicios sociales. A pesar de ello, cada vez más mujeres desempeñan este papel con entrega y responsabilidad, desafiando los estereotipos que las han perseguido durante siglos.
Con el objetivo de cambiar esta percepción, Pri dos Santos ha impulsado una petición en Change.org para redefinir el significado de "madrastra" en el diccionario de la Real Academia Española (RAE). Su propuesta busca eliminar las connotaciones negativas que tradicionalmente han acompañado al término y ofrecer una definición más justa y actualizada, que refleje la realidad de muchas familias ensambladas. La campaña ha generado un amplio debate en redes sociales, donde miles de personas han expresado su apoyo a la iniciativa, destacando la importancia de que el lenguaje evolucione y se adapte a los cambios sociales.
Las familias reconstituidas enfrentan múltiples retos en su día a día. Desde la definición de las funciones al simple hecho de cómo presentar tu nueva pareja a tu hijo, son muchas las cuestiones que surgen en torno a la adaptación y la armonía dentro de estos núcleos familiares. Los prejuicios, la convivencia, la gestión emocional y el establecimiento de nuevos lazos son aspectos fundamentales que deben abordarse con empatía y paciencia.
Modificar la definición de "madrastra" en el diccionario puede parecer un gesto simbólico, pero es mucho más que eso. Se trata de un reconocimiento y una reivindicación de miles de mujeres que forman parte activa y amorosa de sus familias. Es un paso hacia la equidad en el lenguaje y, sobre todo, hacia una visión más justa de la realidad de las familias ensambladas en el siglo XXI. En un mundo donde la diversidad familiar es cada vez mayor, resulta fundamental que el lenguaje refleje con precisión y respeto las múltiples formas en las que se construyen los lazos afectivos y familiares.
El peso de la cultura y los cuentos infantiles ha influido enormemente en la percepción de las madrastras. Curiosamente, el cuento infantil más vendido del mundo según ChatGPT es Cenicienta, lo que demuestra el impacto de la literatura en la construcción de imaginarios colectivos. Y es que, personajes como el de la madrastra de Cenicienta han contribuido a perpetuar una imagen distorsionada de este rol. Sin embargo, en la realidad, muchas mujeres desempeñan esta función con amor y compromiso, desmitificando la narrativa tradicional.

El impacto de las palabras y el peso del estigma
El lenguaje moldea la forma en que percibimos la realidad. Si un concepto se asocia continuamente con una carga negativa, las personas que lo representan también terminan enfrentando un estigma injusto. Y esto es lo que ocurre con las madrastras. La definición de la RAE actualmente se centra en su relación con el hijastro, pero el imaginario colectivo sigue arrastrando una carga cultural que las dibuja como intrusas, frías o incluso perversas.
La petición de Pri dos Santos busca redefinir "madrastra" para reconocer y honrar la importante labor de estas mujeres en nuestra sociedad. Según el estudio "Las Mujeres Hoy: Cómo son, qué piensan y cómo se sienten las mujeres en España" (Deusto, 2018), dirigido por Laura Sagnier y realizado por PRM Market Intelligence, el 9% de las mujeres adultas en España son madrastras, cifra que aumenta al 16% entre las mayores de 50 años. Este dato evidencia la necesidad de cambiar la percepción sobre este rol.

La realidad de las familias ensambladas
Las familias ensambladas representan una parte creciente de la sociedad. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2011, de siete millones de familias con hijos en España, medio millón convivía con al menos un hijo que no era común a ambos miembros de la pareja. Y esta cifra ha aumentado en los últimos años.
Ser madrastra no es un papel sencillo. Requiere paciencia, inteligencia emocional y una gran capacidad de adaptación. Sin embargo, muchas mujeres se encuentran con una falta de apoyo social y emocional, además de la constante presión de ajustarse a un rol en el que la sociedad ya les ha asignado un papel: o bien deben ser madres perfectas y entregadas, o se las tilda de distantes y poco implicadas.
'Somos Madrastras': un espacio de apoyo y reivindicación
Pri dos Santos, creadora de la comunidad "Somos Madrastras", ha sido una de las voces más activas en la lucha por dignificar el rol de la madrastra. A través de su plataforma, brinda apoyo a mujeres que enfrentan los desafíos de ser parte de una familia ensamblada, ofreciendo herramientas y acompañamiento a través de talleres como "Trasciende Madrastra" y "Liberándote de la obsesión por la ex". Estos espacios permiten que las mujeres encuentren estrategias para mejorar su bienestar emocional y aprender a establecer relaciones sanas con sus familias.
Además, Pri ha creado un grupo de apoyo semanal donde las madrastras pueden compartir experiencias, recibir asesoramiento y encontrar un espacio seguro en el que sentirse comprendidas. Este grupo, junto con su trabajo en redes sociales y talleres, refuerza la importancia de dar visibilidad a este rol y de proporcionar herramientas para afrontarlo con éxito.
Pero su labor no se queda solo en la comunidad digital. Con su petición en Change.org, Pri busca cambiar la definición de "madrastra" en la RAE, dando un primer paso para transformar la percepción social de estas mujeres.