Marta tiene 9 años. Es una niña sana, nunca ha tenido enfermedades graves. Las revisiones por su pediatra han sido normales. Esta mañana, al levantarse, nota molestias en el abdomen, pero parece que se pasan a los pocos minutos. Desayuna con normalidad y acude al colegio. Estando en clase empieza a notar náuseas y, de nuevo, aparece el dolor de barriga, esta vez más intenso. En el recreo no tiene ganas de tomarse el bocadillo que le han echado en la mochila. EL dolor es cada vez más fuerte y decide contarlo a su profesora, quien llama a sus padres. Cuando la madre de Marta llega al colegio, la informan de que la niña ha vomitado y decide llevarla a urgencias. Al llegar al hospital Marta se queja de dolor en el abdomen, por debajo del ombligo y vuelve a presentar náuseas.
¿Qué es la adenitis mesentérica?
Literalmente significa inflamación de los ganglios del intestino. Es una enfermedad frecuente y causa habitual de dolor abdominal en niños por encima de los tres años y también en adolescentes.

Los ganglios linfáticos forman parte del sistema inmunitario. Por eso se activan ante una infección. Están repartidos por todo el cuerpo y hay gran cantidad en la pared del intestino.
La pediatra de guardia explora a Marta. Pregunta si la niña ha estado enferma, a lo que su madre responde que sí, que ha tenido una infección de garganta hace unos días, pero que ya se encuentra bien.
¿Cuál es la causa?
Cuando un microorganismo entra en nuestro organismo el sistema inmunitario se activa para eliminarlo. Además de otras muchas más vías de protección, los ganglios linfáticos se ponen en marcha actuando como un filtro para atrapar el patógeno del torrente sanguíneo. Al activarse, suelen inflamarse y aumentar de tamaño.
Es muy común que los niños que tienen adenitis mesentérica hayan tenido en los días o semanas previas infecciones víricas de la vía aérea superior como catarros, resfriados, faringoamigdalitis, faringitis, gripes y también infecciones que afecten al estómago y/o intestino, como gastroenteritis.
¿Cuáles son los síntomas?
La adenitis mesentérica entra dentro del llamado diagnóstico diferencial del dolor abdominal en urgencias de pediatría. El síntoma más frecuente es el dolor alrededor del ombligo y en la parte baja del abdomen. Puede ser continuo o intermitente y generalmente se asocian otros síntomas como: malestar general, náuseas, diarrea o fiebre. Si nos encontramos ante un caso de dolor que además asocia todos estos signos el cuadro clínico es muy similar al de una apendicitis aguda, enfermedad con la que más comúnmente se confunde la adenitis mesentérica.
A diferencia de la apendicitis, la adenitis no necesita tratamiento quirúrgico y, en la mayoría de las ocasiones, el cuadro se soluciona en unos días, aunque en algunos niños el dolor puede persistir varias semanas.
La pediatra de guardia les explica a Marta y a su madre que probablemente la causa del dolor de la niña se deba a una adenitis mesentérica pero que va a solicitar una ecografía abdominal para descartar una apendicitis aguda, ya que los síntomas son muy parecidos.

¿Cómo se diagnostica?
Para hacer el diagnóstico nos basamos en la historia clínica, es decir, los síntomas que tiene el niño, la forma de presentación y el antecedente típico de haber pasado una infección reciente. Además, completamos la valoración con la exploración física del pequeño, para descartar el cuadro de apendicitis, por lo que habitualmente las pruebas de imagen no son necesarias. Si nos encontramos con un caso en el que sea difícil diferenciar entre estas enfermedades se suele solicitar una ecografía de abdomen.
La ecografía de Marta descarta apendicitis aguda. En cambio, el radiólogo informa que ha visualizado varios ganglios inflamados, lo que confirma el diagnóstico de adenitis mesentérica. La pediatra prescribe a la pequeña tratamiento con antiinflamatorios. La niña mejora a los pocos días.
¿Cómo se trata?
La adenitis mesentérica no tiene un tratamiento específico. Básicamente intentamos que el niño esté lo más confortable posible mientras los ganglios inflamados vuelven a su tamaño normal. El tratamiento, por tanto, es sintomático, con ibuprofeno, dieta suave y reposo.